jueves, 31 de diciembre de 2015

¡Adiós 2015!

¡Hasta siempre! 2015, me despido de ti con mis mejores deseos: no volverte a encontrar en lo que me queda de vida.
¡Feliz 2016!

A veces  eso de que el tiempo pase y no vuelva es algo bueno.  Tengo la sensación que este año no ha sido bueno para casi nadie, que no os engañen las cifras o las estadísticas de las cosas. Comparto una experiencia personal vivida hoy mismo que lo confirma: he ido a visitar a un antiguo compañero de trabajo, sin ningún motivo particular, pasaba cerca y pensé en entrar en la empresa y saludar. Después de los dos besos de rigor protocolario y la pregunta, sincera por mi parte, “¿Cómo estás y cómo va todo?”, a lo que él respondió,   “Hemos facturado un 24 % más"
¡Qué tipo de respuesta es esa ante una pregunta de “ ¿Cómo estás?”…Después de más de 10 años que no trabajo en el sector me responde con un porcentaje.


Mi conclusión, cada uno tendréis la vuestra, es que las cosas no le van nada bien, al menos las emocionales, que son las realmente importantes. Tenemos una manía con medir, calcular, y también empaquetar. Hay que tener cosas que quepan en cajas, en un espacio físico determinado. Para poder ponerles un lacito y disfrazarlas. Entendéis ahora aquella expresión de que una persona no encaja. Cómo va a encajar una persona en ninguna parte.

Yo quiero deshacerme de 2015 como las serpientes lo hacen de su piel. Dejarlo ahí, olvidado, pero  para cuando ya he decidido qué hacer con el año que sale, toca pensar qué hacer con el que entra. En ese momento volvemos a hablar de números y porcentajes, aquí algunos ejemplos:

Iré 3 veces al gimnasio en vez de 2, me compraré 1 bicicleta/coche/…, perderé 5 kilos, me levantaré 1 hora antes, etc.

Estoy convencida que alguno de vosotros anotáis en vuestros diarios personales listas de las buenas intenciones y proposiciones de principio de año. Lo se porque yo también lo he hecho muchos años. No obstante todos mis deseos para este 2016 empiezan por menos y no tienes números:

Deseo enviar menos wassup a amigos y verlos más veces.
Deseo menos horas de Youtube con mis hijos y más horas para caminar juntos.
Deseo que haya menos refugiados por el mundo y más turistas en su lugar.
Deseo tener menos deseos por cumplir y más  historias vividas sobre las que escribir.


Es una pena que todo lo que quiero no se pueda poner en una bonita caja de regalo, tampoco me pueden regalar una tarjeta prepago para adquirir alguno de ellos. Todos mis deseos no encajan en nuestro día a día, o sea que voy a ver cómo me las arreglo para cumplirlos. Prometo contároslo en el próximo fin de año, hasta entonces ¡Feliz 2016! 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Supervivencia Navideña

Difícil hacer un post en un blog de literatura el día  de Noche Buena sin caer en tópicos de autores y obras que ya todos conocemos. ¿Qué os apetece?: obras de Dickens, de los hermanos Grimm o bien ser más sofisticado y repasar las Cartas a Papá Noel de J.R.R. Tolkien.
El camello cojito de Gloria Fuertes

Sería aburrido y cansino añadir más tópicos a una navidad que ya ni es roja, ni fría, tampoco generosa pero sí que es mágica. Y no por el espíritu navideño del que todo el mundo habla pero que nadie ha visto. Si no por lo mágico que resulta un mes que con poco más de 15 días laborables tenemos que realizar más campañas de marketing que en el resto de los doce meses juntos, cuadrar inventario, cerrar facturación, y por si fuera poco  soportar  un  solsticio, un cambio de estación y un cambio de año. ¡Todo en un mes!  Además, en mi particular caso familiar, hay cumpleaños… ¡Se puede sobrevivir a eso!¿Cómo?

 Pues solo con mucha magia. Magia caliente y fría que nos hace llegar a este día con una sonrisa e incluso con algo de emoción infantil y cosquilleo en el estómago sabiendo que alguna sorpresa, por modesta o diminuta que sea, guarda escondida en cualquier rincón de la casa. Cocinaremos, agotaremos los últimos créditos de las tarjetas en aras de ese tal espíritu navideño y nos dormiremos después de ser un poco más Papá Noel.

Yo, este año, no se si será por la edad que aparte de grietas en mi cara también me van quedando alguna por el alma, me siento un poco Mr. Scrooge, protagonista de Cuento de Navidad de Charles Dickens que se enfrenta a los fantasmas de las navidades pasadas, futuras y presentes.  En mi caso llevo semanas soportando mis navidades pasadas viendo a mis amigos que ya no están,  e imaginando que les llamo y tomamos un café al que no se presentan. Duele, duele mucho, y por eso yo no quiero oro, ni incienso, ni esos tesoros tan fríos, solo quiero querer (*)a quien me quiere y decírselo, hombre o mujer, amigos o hermanos, perros o gatos. Caballo o camello.

¡Os quiero de alguna forma que no se expresar de otra manera, solo con palabras entre bits y bites, gracias por leerme  seguro que el 2016 será un año mejor, porque nosotros lo escribiremos y juntos lo leeremos! ...Nos vemos en el próximo año, seguro


(*) Palabras extraídas del poema de Gloria Fuertes, El camello cojito.  Leerlo aquí

Bibliografia de mis obras navideñas favoritas: 
Cuentos de Andersen – Hans Christian Andersen.
Cartas de Papá Noel – J.R.R. Tolkien.
Rumpelstiltzkin – Hermanos Grimm.
El Soldadito de Plomo – Hans Christian Andersen.
Hansel y Grettel – Hermanos Grimm.
El Gigante Egoísta – Oscar Wilde.
La reina de las nieves – Carmen Martín Gaite.
El Premio Gordo – Blasco Ibáñez.

martes, 15 de diciembre de 2015

Tu personaje gemelo

Mi alma gemela hecha personaje literario
Se dice que cada persona tiene su alma gemela, por mi parte todavía no entiendo bien qué es eso de alma gemela, todo y  que creo que me he encontrado con varias personas en mi vida que las puedo considerar así.
¿Existe la alma gemela?
 Entiendo que es aquella persona con la que comunicarse resulta algo fácil, los secretos fluyen de forma divertida y ninguna pretende ser la mejor amiga de la otra solo estar, sentir y escuchar sin juzgar. Lo que sí he experimentado, y no hace demasiado tiempo, el leer y reconocer un personaje que lo considero una descripción de mí misma.
 Mi alma gemela hecha personaje literario. 
 La experiencia tuvo varias fases: la primera identificativa: es cuando el personaje tiene unos ticks o maneras de hacer igual que tú. Por ejemplo se muerde las uñas, se rasca nerviosamente mientras lee o escribe…Se toca el pelo.
La segunda, la afirmativa, cuando el personaje no solo tiene rasgos físicos más o menos estandarizados y parecido físico a mí, sino que realiza actos como no usar paraguas por norma, caminar bajo la lluvia sin miedo a mojarse, quedarse con los pies en la tierra mojada porque se siente en conexión con ella, bajarse en otra parada del tren porque así camina por un barrio nuevo…Pequeños detalles narrados por alguien que no te conoce.
Llegado este punto pienso que es una broma, que el escritor me está gastando una broma, que me conoce y por eso me ha enviado la obra. Pero estudio la biografía del  autor  con esmero, repaso datos y nada, no encuentro ningún posible contacto en  común o alguna posibilidad de haber coincidido en el pasado. Sigo leyendo y la historia se complica pero el trasfondo del personaje sigo siendo yo.

 Hasta el momento que encontré mi alma gemela en personaje literario solo había leído personajes  a los que deseaba parecerme: vivir sus vidas, descubrir los países que ellos visitaron…Pero mi alma gemela literaria vive una vida parecida a la mía en una ciudad bastante lejos de la que yo vivo en realidad, curiosamente estuve trabajando y varias veces me planteé quedarme a vivir en ella.  En fin, supongo que sufrí alguna bajada de azúcar en el momento de la lectura de esa obra, pero todavía la miro en nuestro portafolio y desconfío de ella porque tengo la sensación que su portada me mira a mí. Algo me está buscando, y cuando eso ocurre voy a revisar los datos de la escritora y pienso que debe ser una fantasía más de las mías.

Ahh, no hace falta que me preguntéis por la obra, no revelaré el secreto de qué título es.


¡Feliz Regreso de Star Wars! Qué la fuerza os acompañe

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Miedo escénico del escritor

La expresión miedo escénico usada por los psicólogos conductistas sobre el ataque de pánico que sufre alguien cuando tiene que exhibirse ante una audiencia o público, normalmente la usamos cuando nos referimos a cantantes, músicos, actores o políticos.
Miedo del escritor
Hoy quiero incluir en ese rango a los escritores, y no me refiero al miedo escénico cuando tienen que hacer una presentación de su libro en un espacio físico concreto, sino al miedo escénico que les supone el sentirse indefensos delante de un lector.
Existen varios tipos de escritores: los egocéntricos que piensan que hacen un favor a la humanidad por dedicarse a escribir y que sus obras son un regalo para todo aquel que las lea, aunque sean de dudosa calidad.
Y los escritores introvertidos y emocionales que se sienten desnudos delante de un posible lector y les incomoda el hecho de ser identificados o vinculados a algunos actos que realizan sus personajes.
Creo que solo los escritores profesionales, con mucha técnica, son capaces de crear vida sin dejar una parte de ellos mismos en aquello que escriben. Aunque lo normal es dejar pequeños trozos de uno mismo en cada personaje o detalle que escribimos.

Como lectora opino que cuando lees no piensas, a priori, en el escritor. Lees y sientes la obra en función de muchas variables. Como editora prefiero no saber mucho sobre el escritor, no quiero que nada me distraiga del propio contenido o la esencia de la narración. Si la obra me ha gustado o hay alguna parte de la obra que me confunde es entonces cuando solicito datos del escritor o una pequeña biografía.
Otra vez hablando de miedos, pero en esta ocasión no hablamos de miedo al fracaso sino a ser identificado. El escritor sensible y emotivo teme que el lector descubra sus fantasías, sus diablos, sus anhelos.
El lector es un viajero, un extraño que navegará unas horas o minutos por nuestro mundo interno convertido en palabras.  Tal vez decida que somos un puerto al que volver  o solo una ola más que surcar por unos instantes. Y como en todo viaje, en esta travesía que implica la lectura de un libro, el lector no busca al escritor sino que se busca a sí mismo.


¿Has experimentado ese miedo alguna vez? 

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Palabras del siglo XXI: emojis

El concepto caligrafía o escritura empieza a desvanecerse ante el uso de los teclados, el resultado es que las palabras ya no lo son.  Ahora se sustituyen por emojis.
Emoji ganador 2015

La mayoría de vosotros  no sabréis la diferencia entre emoji y emoticono, yo tampoco lo sabía hace unas pocas horas atrás. 

Seguro que hay alguien que piensa que emoji es la manera más “cool” o moderna de decir emoticono.  Pues no, son conceptos distintos.


  • Un emoticono, antepasado de un emoji, es un símbolo que nace de combinar signos de puntuación con paréntesis. Se  usaban para indicar estados de ánimo en textos escritos de carácter informal.  Con lo que un emoticono es ya del pasado y resulta muy rústico.
  • Un emoji, es una imagen que los teclados y sistemas operativos interpretan como palabra. Se han estandarizado y actualmente ya se está trabajando en la enciclopedia emoji. Es un extranjerismo, que avanza en nuestro día a día hablado y escrito, de origen japonés y originalmente significa imagen y palabra. Nuestra RAE, Real Academia Española, ni siquiera ha aceptado “emoji” como palabra no me la imagino incorporando pictogramas coloridos y sonrientes  a sus rígidas páginas en blanco y negro.

Me cuesta continuar con este artículo porque siento algo de tristeza dentro de mí. Se que no puedo hacer nada, pero ese sentimiento de que se pierde algo importante para la humanidad me ahoga la creatividad para escribir.  Porque no es un hecho aislado o inventado por algún medio de Berlusconi. La realidad es mucho peor y ha sido nada más que el  Oxford English Dictionary -abreviado OED- un diccionario publicado por la editorial Oxford University Press, considerado el más erudito y completo diccionario de la lengua inglesa, así como el principal punto de referencia para el estudio etimológico de las palabras, el culpable de haber elegido una imagen como la palabra del año. ¡Inexplicable! Al menos para mí. 
Es como si en un concurso de novela eligiéramos una fórmula matemática como mejor novela. 
¡Me cuesta de entender! Si había palabras finalistas, ¿Cómo ha salido elegida una imagen en una institución que estudia palabras?

Hay una explicación… Porque el OED colaboraba con la Universidad de Oxford por petición de la empresa de tecnología móvil Swiftkey, y realizaron el estudio sobre las palabras más usadas en el entorno de internet y tecnología móvil. El emoji ganador, es el pictograma de una cara que llora de risa con dos lagrimas azules que brotan de los ojos, y desplazó a palabras finalistas como “refugiado”, "ad blocker",- aplicaciones o programas que bloquean la publicidad-, y "lumbersexual" que podríamos definir como el modo masculino de ir cuidadamente descuidado. Tengo que confesar que este emoji es uno de mis favoritos, pero los que más uso en son estos otros:


  

Por lo que me toca, como editora, ya he incorporado “emoji” a mi corrector ortográfico y tiemblo cuando reciba una novela llena de estas palabras del siglo XXI en los diálogos. Pero lo que más me asusta es haber perdido toda potestad como madre frente a mis hijos con los que me peleo a diario para que usen las normas ortográficas también en el móvil. J

¿Cuál es tu emoji favorito?