miércoles, 31 de agosto de 2016

La mínima unidad de energía escrita, verbos

Que nadie se asuste por el título, no va a ser un artículo sobre la importancia de una correcta conjugación de los verbos. Es más bien una reflexión sobre la fuerza de las palabras, otra vez,  que vacía es la mano (o ahora los dedos) del escritor al dirigir una pluma o marcar compulsivamente las teclas de un ordenador buscando crear grandes recursos literarios. Todos tenemos en nuestra cabeza la estructura, rígida y aburrida, de sujeto, verbo y predicado…¡Y a quién le importa! Qué puede saber una mano o unas teclas de estructuras cuando tenemos en juego sentimientos y descripciones que deben ser precisas y no cansinas. Decir lo que se quiere decir, sin olvidar lo que puede entender el lector.
Pero disponemos de pequeñas unidades de energía escrita, partículas de contenido que  por ellas mismas pueden dar fuerza a todo: crear angustia ( “ cuidado, mira, corre…”), alegría, sentimiento de velocidad, de miedo, …
Aunque una vez más la realidad, nuestra vida real fuera de lo escrito, no entiende de normas ni recursos literarios porque hay algunos verbos que no pueden conjugarse en imperativo  en nuestro día a día, no puede obligar a otros a sentir lo que la gramática tolera: “´¡Amar! ¡Querer! ¡Desear!” Nunca deben ser imperativos en la vida real.

No obstante, los imperativos son maravillosos como títulos, porque resultan llamativos y nos atraen como si de gritos reales se tratara. Los títulos en imperativo son los mejores, siempre desde mi punto de vista. ¿Por qué? Porque nos hablan a nosotros, nos señalan con cada una de sus letras y si además les acompaña un signo de admiración, la atracción es casi irresistible. Es como si nos incitara a pecar, la idea de coger ese libro con el título imperativo llega a la parte más emocional de nuestro cerebro.
Las últimas modas de títulos van en sentido opuesto a lo que digo, porque la tendencia es usar frases, incluso subordinadas, que llenan toda la cubierta o portada principal del libro. 


Este artículo ha nacido al saber que una de mis obras favoritas en un portal de autoedición está siendo preparada para ser editada en papel. Según la propia escritora están reescribiendo la historia, me entristece eso, todo y que entiendo que hay que adaptar las formas a cada medio. Fueron los verbos de esa obra que me cautivaron, el lenguaje directo, la acción pura. Era como mirar lo que pasaba entre los protagonistas por una pequeña cerradura, experimentarlo con mis ojos de lectora. Ahora siento que eso se perderá que un equipo de redactores y editores marcan las líneas del libro según sus criterios.  Criterios que son solo unos y monotemáticos en este país. 

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