lunes, 31 de octubre de 2016

Payaso diabólico

Parece obligado escribir sobre muertos, brujas o gatos negros. Este año se ha añadido un nuevo personaje a los desfiles de Halloween o día de los muertos: el payaso.
Payasos terroríficos han asaltado las calles y las estanterías de establecimientos de ventas de disfraces. ¡Qué lástima! Hasta ahora sabíamos que los payasos eran alegres y divertidos, por fuera. Tristes y melancólicos por dentro. La cultura norteamericana ha matado, literalmente, la simbología del payaso torpe y bonachón para convertirlo en un nuevo ser diabólico.
Con la novela “It”, de Stephen King, empezó todo, la escribió en 1986 y fue llevada a la televisión en formato de mini serie. Es la historia de siete jóvenes que se les aparece un enigmático payaso para llevarlos al más allá. Las comparaciones son odiosas pero sería una versión americana de nuestro “hombre del saco”.

Los medios se han hecho eco de este fenómeno que ha portado problemas de orden y seguridad ciudadana en EEUU y Reino Unido, principalmente, pero nadie ha pensado que se trata de un personaje inventado, una ficción de novela que se ha colado en nuestra sociedad para quedarse y conquistar nuestras ancestrales celebraciones e iconos europeos. Treinta años después de haberse publicado un libro salta a la palestra y vuelve a conseguir nuevos lectores ávidos de historias de terror. ¡Imposible conseguir un mejor márquetin para una novela! Los principales espacios de noticias de todo el mundo han comentado el fenómeno.  El mismo Stephen King ha hecho declaraciones en favor de la imagen clásica y benévola de los payasos.

Actuando de bruja diré que esa falsa modestia no me la creo, es como cuando  se pide perdón a un contrincante por ganarle un punto en algún deporte. ¡Falsa cortesía! “Ohh, pido perdón a todo los payasos del mundo….”

Espero que disfrutéis de este día, que recordéis  a los muertos pero mejor sería que disfrutéis de la vida porque quedan 364 días para recordarlos en paz. 

Si no sabéis qué leer os recomiendo algunas de nuestras obras de terror:

El secreto de tío Edgar, Alberto Becerril Iturriaga, la obra más leída y descargada en Google Play.

También tenemos publicados relatos cortos de terror de descarga gratuita:
Carne, de Alejandro Damián Lamela


miércoles, 19 de octubre de 2016

Despegando

Estoy despegando hacia Frankfurt, vuelo hacia la feria del libro más grande del mundo, el avión está lleno de escritores que intentaran vender su libro, editores aburridos de lo que venden, ejecutivos del márquetin y la comunicació. A medida que me adentro en un aeropuerto me siento más libre, una vez en el avión es como el trampolín hacia la nada. Despegar del suelo implica un espacio sin apegos. Desarraigarse de nuestra propia vida. Durante unos instantes te desplazas por el aire sin ningún lastre emocional de los que nos atan al suelo.  El sol y la luna juntos, nubes de fuego delimitan el horizonte como una zona a la que solo se puede mirar pero no hay forma alguna de llegar.

Esta sensación de andar sobre el cielo, de acercarse a  ser dios sin dejar de ser humano, solo hay otra forma de conseguirlo: escribiendo.

Escribir nos permite desarraigarnos de todo lo que somos y poder ser todo lo que nos gustaría. Escribir nos desconecta del mundo como lo hace un avión volando a 10.000 metros de altitud. Nos permite crear personajes a nuestra imagen y semejanza. Podemos construir villanos y princesas, caballeros y criaturas que jamás han existido, todavía. Mundos paralelos o bien un mundo sin todo lo que nos disgusta. Escribir te permite ser el protagonista de tu historia o bien un personaje secundario que puede estar en todas las escenas sin ser visto. Puedes ser hombre, o mujer, animal o cosa, crear vida o arrebatarla. Y sin coger un avión. ¿Qué más se puede pedir?

Me temo que siempre se puede pedir algo más, una única cosa que completa el poder de  escribir, sin la cual ser dios o humano no tiene la menor relevancia: que te lean.


Y es justo por eso que estoy aquí, caminando por las nubes, por este espacio donde solo habitan los ángeles  en el que entro y salgo a mi voluntad, incluso sin necesidad de un avión. Estoy aquí para intentar que nos lean, a nuestros títulos. Poder verlos traducidos y en librerías de otros países. Estoy aquí para decirle al mundo que hay mucho publicado pero que lo que nosotros tenemos es realmente único y especial. Solo vuestro, solo nuestro, y espero que dentro de poco algo más de todos. 

jueves, 13 de octubre de 2016

Descubriendo espacios

Hoy dedico este post a todos los que no sabemos dónde está el Norte, como el tan intrigante Colón, no tenemos ni idea dónde está la derecha ni la izquierda y por ello solo vamos hacia adelante. Gracias a ello nos perdemos y justo por eso siempre nos encontramos.

Hace unos días, debido  a mi gran capacidad* para no orientarme y  no conseguir entender  la voz del GPS que lleva mi coche, acabé dando vueltas en una rotonda al otro lado del Túnel de la Rovira en Barcelona. De pronto me di cuenta que nunca había estado en aquella parte de la ciudad. Detuve el coche encima de la acera y me bajé a observar la montaña y la riera que estaba perfectamente ajardinada.

 Sentí que ya había estado allí antes, y me vino a la cabeza las andanzas de los protagonistas de nuestra novela, En el mirador de los sueños de Felip Ródenas. Mis ojos veían calles convertidas en avenidas amplias, rieras en zonas ajardinadas y la montaña que separaba dos formas de vida: la de las chabolas del Carmel de las opulencias del Barri de Gràcia. Las voces de los niños protagonistas del libro cazando gatos para sobrevivir me invadieron y los buscaba entre los árboles ordenados y bien cuidados que ahora lucen tranquilos y orgullosos de pertenecer a un barrio recuperado y moderno en una ciudad donde las clases han desaparecido aunque no los privilegios.

Experimenté en primera persona y a ras de piel la importancia de la descripción espacial en las novelas. El lector está ávido por andar los caminos que el autor le presenta. Quiere  sentir que se traslada al espacio en el que está el protagonista y agradece ver y sentir lo mismo que él. ¡No es fácil! Muchas veces puede arrastrarnos la historia, los diálogos, los personajes que se rebelan y nos dominan haciéndonos descuidar el entorno, la escena o el espacio dónde ocurre todo.

Recordad que estamos en una sociedad cada día más visual, necesitamos ver y sentir, mejor en 3D. Es un reto para el escritor que debe poder transportar al lector a todos los espacios con el máximo de detalle para que vea lo mismo que ve el personaje de ficción, pero sin aplicaciones de realidad virtual, solo con la palabra.

Tengo la capacidad* innata de no poder entender  un mapa, sin embargo no olvido las ciudades que he descubierto a través de novelas y obras que me han hecho amar, matar o llorar por sus calles.

*No me he confundido, he escrito “capacidad”, he decidido que no tengo incapacidades, o dificultades,  solo capacidades distintas.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Fe o religión

Repasando los artículos escritos estas semanas, descubro que no he escrito nada sobre  religión o creencias.
Me considero una persona de fe, creo en muchas cosas, en los elementos de la naturaleza, en la energía, en la fuerza de las ideas, las buenas y las malas, en que hay un todo invisible que nos hace iguales y que nos une. Confieso que me hubiera gustado pertenecer a alguna religión convencional, todo hubiera sido más fácil. A pesar de mi capacidad para inventar y creer en cosas intangibles nunca he conseguido sentirme bien bajo ninguna creencia religiosa que imponga dioses monoteístas, injustos y con súper poderes. No consigo creer que hay alguien que escribe nuestro destino ni tampoco que haya un paraíso o un infierno esperándonos después de esta vida.

No obstante, esa energía de la que he hablado,  sí que me da la fe de saber que esta vida no lo es todo. Así lo siento, todo y qué no tengo una idea clara de lo que habrá antes o después. Me educaron bajo la creencia que mis antepasados me protegen y lo sigo creyendo así como sé que cuando mis padres no estén ellos guardarán de mis hijos, como si fuera alguna extraña ley universal y metafísica en la que he sido educada. Resumiendo, soy una persona de fe ecléctica y que me siento identificada  y unida a muchos profetas de las grandes religiones, confieso que no sé rezar y que cuando algo grave me ocurre solo respiro y encadeno mantras en chino según la ocasión porque es lo que he aprendido. Muy poca gente conoce mi vinculación con el mundo oriental, no suelo hablar de ello porque sería largo y bastante complejo de explicar. Pero, así es.


Todo esto viene porque he estado repasando las obras de la editorial desde el principio, y la obra en la que más hemos trabajado con diferencia ha sido Yeshua Ben Yosef de Henry Bäx, pseudónimo de Galo Silva, uno de nuestros escritores más productivos tanto a nivel de cantidad de obras como de géneros desarrollado. Actualmente varios de sus trabajos son publicados por la editorial EDEBÉ en Latinoamérica. 

Yeshua Ben Yosef no es una obra de fe católico-cristiana, es una obra muy actual que trata la vida familiar de Jesús en el entorno social de la época y con los problemas que supuso para sus padres tener que educar un niño especial. Trabajamos con Virginia Fernández la corrección del texto porque necesitábamos un especialista en latín y hebreo. Esta obra fue el resultado de cuatro años de trabajo y estudio del escritor y de unos 4 meses de trabajo editorial de leer y releer así cómo investigar sobre expresiones hebreas y desarrollar los diálogos de los protagonistas de forma creíble y fácil de leer. Yeshua Ben Yosef es nuestra obra más internacional hasta estos momentos sus derechos se han vendido en varios países de Latinoamérica y en EEUU. Aunque ahora los hemos recuperado para distribuirlos nosotros directamente.
En la vida nos preocupamos y nos enfrentamos por creer, cuando lo importante es sentir.