miércoles, 20 de diciembre de 2017

Regalos de navidad


¡Aquí estamos! Es navidad otra vez, es el tercer año que la comparto en este espacio que lleva a ningún lugar.  Me he releído, solo lo escrito en este blog, imposible releer mi diario personal, el de papel, el otro, ¿os acordáis de él? Sí, sigo escribiendo, llenándolo de cosas buenas y bonitas, de caricias de tinta en hojas estriadas.
¡Feliz Navidad!
Supongo estaréis demasiado ocupados con el ruido ajeno, yo vivo en mi silencio, hace algunos días mi madre me preguntó: ¿Qué regalo te vas a poner en el árbol? Ninguno, he decido que me pondría a mí misma, pero no quepo.
Sí, soy mi mejor regalo. Estoy aquí para mí, para aprender a quererme, para dejarme amar y reírme de mí y conmigo. Llevo demasiados años viviendo sin mí. Suena difícil pero os prometo ha sido así. Siempre esforzándome para que los otros cumplieran sus sueños, entenderlos y justificarlos. Maldita justificación y tolerancia.
 Algunas de las personas que me han olvidado y condenado a un silencio que dentro de poco romperé  me han llevado a mi propia muerte. Como todas las muertes ha sido no deseada y violenta, pero absolutamente necesaria. Sí, he muerto este año, sé perfectamente el día que morí: entré en el infierno y empecé a caminar hacia mi pasado. Busqué voces amigas que me ayudaran a encontrar el camino de vuelta pero solo encontré silencio. ¡Cómo duele el silencio cuando vives en el infierno! Es una tortura que se hace lágrimas que te queman la piel.

Pero nada es lo que parece y lo que yo entendí que era la puerta del infierno resultó ser la del paraíso. Y cuando morí, allí solita, perdida entre mis recuerdos, entre  lo aprendido, lo asumido, y lo entendido como bien y mal, allí donde nadie quiere ir aunque mucha gente habita sin saberlo, desde allí  decidí volver y ser simplemente yo. Con todo lo malo y lo imperfecto que me hace perfectamente única y simplemente yo. Lo que para algunos han sido 365 días para mí han sido 500 años y 700 vidas. Pero aquí estoy de vuelta, no quiero perdonar  ni perdonarme y pronto me daré la orden mental de olvidar no sin antes explicar cómo se vive en ese sitio y como te dejan caer sin un triste WhatsApp durante más de dos años. 

Ya no hace falta que nadie me pregunte cómo estoy. Estoy bien, estoy muy bien, cada día mejor por dentro y por fuera. He aprendido mucho, pero he entendido mucho más, y tengo una nueva meta: sonreír y hacer sonreír… esta vez a quien a mí me apetezca.
Este año no tengo ningún listado de cosas para hacer realidad, porque sencillamente no voy a confiar en el destino ni a esperar que nada me venga dado. No voy a pedir permiso nunca más. Voy directa como un tren  hacia todo lo que quiero, sin concesiones ni negociaciones. El lado bueno de morir es que renaces completamente libre. Y la libertad es el mejor regalo.


¡Feliz navidad! Para mí, mi primera navidad en este nuevo mundo, mi mundo. 

¿Qué regalo vais a poner en vuestro árbol?

2 comentarios:

  1. Extraño post, amiga, supongo que todos morimos alguna vez en nuestra vida. Lo importante es disfrutar de la nueva vida en la que andas. Suerte en todas tus batallas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, respetaré tu anonimato. Cuídate mucho, nos vemos pronto!

      Eliminar