domingo, 23 de agosto de 2020

Vacaciones «made in Spain»

Se me supone de vacaciones, exactamente llevo seis  semanas más una sin trabajar. Hay que tener en cuenta que en mi caso entiendo que trabajar es el acto de  escribir para mi revista, agencias de noticias, proyectos varios así como escritores despistados que buscan orientación literaria, suena irónico que yo pueda orientar a nadie.


Trabajar puede ser un verbo con varias acepciones, la RAE vincula el trabajar a realizar una tarea con esfuerzo en casi todas las definiciones que propone. Es curioso que solo en una de ellas, nuestra Real Academia define trabajo con «tener una ocupación remunerada en una empresa, institución, etc.» Para mí «trabajo» no significa esfuerzo ni tampoco ganar dinero, siempre. Porque en mis supuestas vacaciones he trabajado y he ganado dinero a la vez. No voy a entrar en detalles porque sería complicado definir todas las ocupaciones y actividades físicas y mentales que he desarrollado en mi «periodo vacacional», lo único cierto es que decidí darle un descanso a mis dedos delante del teclado y al eterno estrés de la página en blanco del Word, cerré mi email y desconecté mi teléfono más de ocho horas al día. Confieso que la semana pasada, que era mi semana siete de descanso, abrí tres páginas en blanco y las guardé con vínculos  a páginas web e ideas flotantes  para próximos artículos. Conseguí engañar a mi deseo de volver a la rutina y continué de vacaciones; Lo que ha sido absolutamente agotador pero altamente recompensado.

Una parte de mí se siente por fin integrada y patriótica al haber hecho vacaciones en agosto. La verdad es que jamás imaginé que la actividad se detuviera incluso saliendo de un confinamiento de tres meses y ante un caos económico como el que vivimos. Los patrióticos de cabeza erguida  siempre besan  principios como «Dios, Patria, Rey» Pero jamás se menciona a  Agosto, sí, como suena, el mes de agosto es el eterno no-mencionado en el manual del buen ciudadano español. No hay principio religioso, ni libertad constitucional que produzca más aceptación popular que las vacaciones de agosto. ¿Qué el mundo tiene una pandemia? Pues nos vamos de vacaciones. ¿Qué hay un millón y medio más de parados, sin contar las personas que están en ERTE? Pues nos vamos de vacaciones…

¡No hay nada mejor que ser optimista! El 1 de agosto se publica que el Covid ha reducido el PIB español en un 18,5% y como se esperaba una reducción del 22%, ¿qué hacemos? Irnos de vacaciones para celebrarlo. Si es que todo podría ser peor, por supuesto. Podría haber más de 40.000 muertos y sumando, pero las calculadoras del estado se han parado en la cifra de 28.000 muertos y pico. Siento lo del pico, suena irrespetuoso para los muertos que se excluyen, pero como soy de letras me cuesta diferenciar entre números naturales y números políticos.

¡Por fin he hecho vacaciones en agosto, como la familia real, el Presidente y la mayoría de funcionarios y políticos! Me llena de orgullo y satisfacción como autónoma, poder gritar esta exclamación. Es complicado detallar todo lo realizado durante estos 42 días,  resulta más interesante compartir  lo que he sentido: He entrado en un estado como decía aquel título de un libro, « Qué esperar mientras estás esperando», no encuentro una única palabra que defina mi estado emocional de estas semanas, tal vez la expresión « calma expectante», por contradictorio que suene.

Es un estado en el que me reconozco bien pero percibo que todo aquello que me rodea, y no puedo controlar, está moviéndose hacia una dirección que desconozco. Sufro un efecto madriguera fuera de temporada, porque normalmente me llega en octubre, con el otoño, pero este verano he sentido la necesidad de quedarme aquí, mirar, escuchar, sentir y evitar (a otros seres humanos). Intentar descifrar lo que  susurra el viento, tal vez, solo lo percibo yo porque soy aire, por ser acuario, pero hay susurros que me hablan y que no entiendo.

Sufro otro síndrome, el del silencio. Algunos convecinos entenderán a lo que me refiero. Después de 25 años conviviendo con un tráfico aéreo internacional de avión por minuto aterrizando y despegando, resulta realmente extraño el estar en silencio en cualquier parte de mi casa, de mi barrio y de mi municipio. Alguien se plantea qué será de nosotros cuando se recupere el tráfico del aeropuerto internacional del Prat y volvamos a nuestra normalidad pre pandemia de un avión aterrizando cada tres minutos…Este síndrome, sin nombre, tal vez nos ha hecho escuchar todo el  silencio que antes no percibíamos y podemos dibujar futuros que no escuchábamos por haber desarrollado la capacidad de aislarnos del ruido que en realidad es la capacidad de aislarse del silencio.

Tengo que dejaros porque debo prepararme para volver a mi trabajo, lo que es un placer inmenso, con lo que según la definición de la RAE resulta que  mi vida transcurre  en un estado de período vacacional  durante unos 365 días al año, y por esa razón adoro los años bisiestos como este, aunque venga con pandemia incluida y vacaciones «made in Spain» durante el mes de agosto.

¡Cuidaros y permanecer sanos!

 

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