Se me supone de vacaciones, exactamente llevo seis semanas más una sin trabajar. Hay que tener en cuenta que en mi caso entiendo que trabajar es el acto de escribir para mi revista, agencias de noticias, proyectos varios así como escritores despistados que buscan orientación literaria, suena irónico que yo pueda orientar a nadie.
Trabajar puede ser un verbo con varias acepciones, la RAE vincula el trabajar
a realizar una tarea con esfuerzo en casi todas las definiciones que propone.
Es curioso que solo en una de ellas, nuestra Real Academia define trabajo con
«tener una ocupación remunerada en una empresa, institución, etc.» Para mí «trabajo»
no significa esfuerzo ni tampoco ganar dinero, siempre. Porque en mis supuestas
vacaciones he trabajado y he ganado dinero a la vez. No voy a entrar en
detalles porque sería complicado definir todas las ocupaciones y actividades
físicas y mentales que he desarrollado en mi «periodo vacacional», lo único
cierto es que decidí darle un descanso a mis dedos delante del teclado y al
eterno estrés de la página en blanco del Word, cerré mi email y desconecté mi
teléfono más de ocho horas al día. Confieso que la semana pasada, que era mi
semana siete de descanso, abrí tres páginas en blanco y las guardé con vínculos a páginas web e ideas flotantes para próximos artículos. Conseguí engañar a mi
deseo de volver a la rutina y continué de vacaciones; Lo que ha sido
absolutamente agotador pero altamente recompensado.
Una parte de mí se siente por fin integrada y patriótica al haber hecho
vacaciones en agosto. La verdad es que jamás imaginé que la actividad se
detuviera incluso saliendo de un confinamiento de tres meses y ante un caos
económico como el que vivimos. Los patrióticos de cabeza erguida siempre besan principios como «Dios, Patria, Rey» Pero jamás
se menciona a Agosto, sí, como suena, el
mes de agosto es el eterno no-mencionado en el manual del buen ciudadano
español. No hay principio religioso, ni libertad constitucional que produzca
más aceptación popular que las vacaciones de agosto. ¿Qué el mundo tiene una
pandemia? Pues nos vamos de vacaciones. ¿Qué hay un millón y medio más de
parados, sin contar las personas que están en ERTE? Pues nos vamos de
vacaciones…
¡No hay nada mejor que ser optimista! El 1 de agosto se publica que el
Covid ha reducido el PIB español en un 18,5% y como se esperaba una reducción
del 22%, ¿qué hacemos? Irnos de vacaciones para celebrarlo. Si es que todo
podría ser peor, por supuesto. Podría haber más de 40.000 muertos y sumando,
pero las calculadoras del estado se han parado en la cifra de 28.000 muertos y
pico. Siento lo del pico, suena irrespetuoso para los muertos que se excluyen,
pero como soy de letras me cuesta diferenciar entre números naturales y
números políticos.
¡Por fin he hecho vacaciones en agosto, como la familia real, el Presidente y la mayoría de funcionarios y políticos! Me llena de orgullo y satisfacción como autónoma, poder gritar esta exclamación. Es complicado detallar todo lo realizado durante estos 42 días, resulta más interesante compartir lo que he sentido: He entrado en un estado como decía aquel título de un libro, « Qué esperar mientras estás esperando», no encuentro una única palabra que defina mi estado emocional de estas semanas, tal vez la expresión « calma expectante», por contradictorio que suene.
Es un estado en el que me reconozco bien pero
percibo que todo aquello que me rodea, y no puedo controlar, está moviéndose
hacia una dirección que desconozco. Sufro un efecto madriguera fuera de
temporada, porque normalmente me llega en octubre, con el otoño, pero este
verano he sentido la necesidad de quedarme aquí, mirar, escuchar, sentir y evitar
(a otros seres humanos). Intentar descifrar lo que susurra el viento, tal vez, solo lo percibo yo
porque soy aire, por ser acuario, pero hay susurros que me hablan y que no
entiendo.
Sufro otro síndrome, el del silencio. Algunos convecinos entenderán a lo que
me refiero. Después de 25 años conviviendo con un tráfico aéreo internacional
de avión por minuto aterrizando y despegando, resulta realmente extraño el
estar en silencio en cualquier parte de mi casa, de mi barrio y de mi
municipio. Alguien se plantea qué será de nosotros cuando se recupere el
tráfico del aeropuerto internacional del Prat y volvamos a nuestra normalidad
pre pandemia de un avión aterrizando cada tres minutos…Este síndrome, sin nombre,
tal vez nos ha hecho escuchar todo el silencio que antes no percibíamos y podemos
dibujar futuros que no escuchábamos por haber desarrollado la capacidad de
aislarnos del ruido que en realidad es la capacidad de aislarse del silencio.
Tengo que dejaros porque debo prepararme para volver a mi trabajo, lo que
es un placer inmenso, con lo que según la definición de la RAE resulta que mi vida transcurre en un estado de período vacacional durante unos 365 días al año, y por esa razón
adoro los años bisiestos como este, aunque venga con pandemia incluida y
vacaciones «made in Spain» durante el
mes de agosto.
¡Cuidaros y
permanecer sanos!