domingo, 30 de junio de 2019

El universo es gay



Se acerca el día del orgullo gay, todo se llenará de diversidad y colores. Creo que el universo es así: diverso y lleno de todo y de nada a la vez.

El universo debe de ser gay, así como yo, me declaro gay, sí, a pesar de ser heterosexual cien por cien según la escala de la bisexualidad actual. Ser gay no tiene nada que ver con el sexo. Decir que alguna persona es gay solo por ser homosexual me parece limitador. Ser gay implica mucho más que las tendencias sexuales. Ser gay es ser maternal, indistintamente si se es hombre, mujer o viceversa. Ser gay es el sentido más amplio de la maternidad, del sentido femenino holístico y reparador. Porque no se es más mujer o mejor madre por haber parido. Parir y procrear es algo físico pero ser gay incluye tantos matices que solo cuando estas en una familia gay como la mía se alcanza la iluminación de la transversalidad humana.
Sí, me declaro en una familia gay donde todos somos heterosexuales y además apátridas, agnósticos y mal educados. Importante este último dato, ser maleducado implica que hemos desaprendido todo lo que la educación convencional nos inculcó y lo rechazamos como principio. No respetamos al padre por ser padre, no respetamos al anciano solo por ser anciano, no respetamos al político solo por ser poderoso…No respetamos a quien no respeta y no se merece ser respetado por sus méritos de ser humano.
La vida me ha dado la oportunidad de crear una familia patriarcal y convencional y  también me ofreció la oportunidad de ser devorada y aniquilada por esa misma familia. Ahora, he sido  recogida por una nueva familia gay, me han adoptado literalmente y camino entre ellos, ellas y viceversa con tanta curiosidad como si fuera una niña de apenas cuatro años, que son los que tengo en mi nueva vida. La vida gay es abierta, llena de talento y sensibilidad, cada uno puede ser lo que quiera ser. Siempre con tres normas: ser educado, feliz y hacer felices a los demás. En una familia gay todo fluye hacía donde le apetece y cuando alguien está mal todos lo ayudan, colaboran entretejiendo hilos invisibles que consiguen una tela de araña de amor y confianza ilimitados. Todos son bienvenidos, nadie pregunta nada, bueno yo a veces sí, pero ya todos asumen que soy la preguntona del grupo, ellos responden con sonrisas a mis preguntas…La mejor manera de resolver tus dudas es conviviendo. Ver que la paz y la fraternidad es posible sin obligaciones ni condiciones.
En el mundo gay tampoco existen las jerarquías de la edad, no existen conceptos de viejos ni jóvenes como en el mundo patriarcal. La edad es la que cada uno siente. Se respeta por igual a un joven que a un anciano. Lo importante es cuidar el cuerpo, este continente maravilloso que nos permite interactuar con lo que nos rodea. Hay que cuidarse para estar bien con uno mismo y poder ofrecer ese bienestar a la comunidad. Es una familia en la que todos cuidamos de todos.
La revolución gay ha llegado para salvarnos. Es la nueva redención. Los niños adoptados o nacidos en familias gays serán seres humanos con capacidades emocionales todavía por descubrir. Personas educadas para amar y respetar a todo y sobre todo a ellos mismos. Mientras, el obsoleto patriarcado obliga a no respetarse uno mismo para conceder poder a terceras personas o a ideologías estandarizadas.  Culturas monoteístas de la violencia y el odio transmitido por ADN. Esta revolución llega para establecer un nuevo orden, el del amor en cualquier forma. Lo importante es amar aunque sea solo por un rato. Y sentirse amado no solo por un amante furtivo sino por toda la comunidad. Yo me siento amada en mi comunidad gay.
Orgullosa de ser gay, heterosexual pero siempre gay,  no solo el día del orgullo sino los 365 días del año.