domingo, 24 de febrero de 2019

Amar sin palabras



Este post se lo dedico a mis amigos y lectores poetas, pero no a todos ellos, sino a los poetas en la lengua del catalán, porque ayer reflexionando en un corto viaje en tren frente al Mediterráneo comprendí que no puedo decir “te amo” en mi lengua materna, el catalán. Google Traductor no encuentra está palabra en catalán (*).

* -Sí lo hace la Enciclopèdia Catalana de forma fría y relacionándola con «estimar», o «afecció» querer o afecto- El post es una divagación  subjetiva y personal que me surgió al intentar buscar la traducción en el diccionario de Google.

¡Cómo se puede amar en una lengua que no declina el “amor”! Un idioma que se ha olvidado el verbo “amar”. Justo en ese momento comprendí que amar es el superlativo de querer. Y que querer se puede querer mucho, muchísimo, pero nunca es amar.

Eu te amo, portugués, Je t'aime, francés, Ti amo, italiano…todas las lenguas románicas contemplan la diferencia entre gustar, querer, y amar. Pero el catalán no, en el Google Traductor. De pronto viajé a mi vida amorosa, a todos y cada una de mis relaciones, y entendí que yo nunca he amado. Sí, amar así sin más. Querer he querido muchísimo, tanto que me he confundido, pero amar, con el alma, con todo lo que implica esa palabra desconocida en el diccionario catalán de  Google, nunca lo he hecho. Amar como para detener tu vida, como para desear que nunca sea mañana, amar con la paz de saber que estás en casa. No, así nunca he amado, todavía. Siempre he tenido un proyecto, un trabajo, responsabilidades varias  o sencillamente otros amantes.

Según la neurociencia lingüística cuánto daño me ha hecho pasar mi infancia y juventud sin amar, porque un diccionario no me ha concedido ese derecho. Ahora entiendo mi constante huida, mis abandonos de relaciones, porque querer sin más aburre, te lleva a estar en permanente búsqueda, intentando agradar pero sin sentirte feliz. De ahí mi necesidad constante en viajar y sentir que hay alguien en cualquier parte del mundo con la que podré usar y declinar ese verbo tan poderoso, amar.

Volviendo al catalán, cuántas carencias, un idioma tan bonito y lleno de palabras para desmenuzar al amor. Sí, tiene cientos de palabras para desenredar sentimientos y emociones, pero siempre en pequeños trozos, o en esencias intangibles, pero no se puede amar en catalán. Eso es una afirmación real y absolutamente constatada en el traductor de Google. De hecho, en las últimas horas me puse a buscar idiomas y palabras relativas al amor e intenté traducirlas al catalán, y mi frustración fue en aumento.
No existen palabras como flechazo, acariciar a la persona amada, o bien abrazo con el alma. ¡Queridos poetas del amor!, no pensaréis que es lo mismo la fuerza de una única palabra como «flechazo» en comparación con su triste traducción al catalán como la siguiente:  « enamorament sobtat».

En mi investigación encontré idiomas tan ricos en palabras de amor como el  hebreo o el rumano, el portugués que me ha cautivado con una sola palabra,  «cafuné»,  que expresa el momento en el que se acaricia el cabello de la persona amada…En mi búsqueda por el traductor virtual siempre salía más reforzado el español. Idioma, este último, que se ha apresurado a adquirir y reconocer palabras como «apapacho», palabra originaria del  náhuatl,  una macro lengua que se habla en México  desde el siglo V. La RAE, Real Academia de la Lengua Española, reconoce  el verbo «apapachar» que significa acariciar con el alma, y ha sido declarada como la palabra más bella del mundo. 

El Observatorio de Neología (OBNEO) del Departamento de Traducción y Ciencias del Lenguaje de la Universidad Pompeu Fabra y el Instituto de Estudios Catalanes (IEC) lanzan cada año un concurso popular para buscar nuevas palabras, neologismos, a introducir en la lengua del catalán,  de la convocatoria del año 2018,  la palabra ganadora fue sororidad (32,6%). El segundo puesto fue para épico -a (14,3%) y el tercero, para demofòbia (11,2%). Otras palabras candidatas fueron:   migrante (8,8%), microplàstic (6,3%), criptomoneda (5,4%), seriòfil –seriófilo- (5 , 4%), narcopís - narco piso- (5,1)… Y me pregunto si no habría otro tipo de palabras que incluir en la nostra estimada llengua catalana.

La palabra sororidad se refiere a la relación de solidaridad entre mujeres basada en motivos sociales, éticos y emocionales. Curiosamente esta nueva palabra del catalán también nació de un español ilustre: D. Miguel de Unamuno quien propuso está palabra allá por el año 1921 a través de su obra La tía Tula. El catalán decidió hacerla suya a finales del año 2016.  Personalmente me parece un esfuerzo bastante impróspero porque no he oído a nadie usar «sororidad» y  hubiera sido mucho más útil incluir «apapacho».

Es muy posible que este post pueda ser malentendido por los fanáticos ideólogos que abundan en estos días, pero mi intención es llamar la atención a las autoridades lingüísticas, de cualquier país, para que prioricen la necesidad de incluir nuevas palabras que ayuden a expresar y materializar abrazos, caricias, y demás formas de amarse porque la falta de estas palabras puede castrar emocionalmente a  generaciones futuras.

Por mi parte voy a apapachar a mis queridos amantes, a disfrutar momentos de «cafuné» con mis dedos enredados en sus pechos mientras deseo un flechazo que me devuelva a la vida con una persona a la que decida amar en paz.


miércoles, 20 de febrero de 2019

Febrero, un mes extraordinario

Hace días que me ronda la necesidad de hablar de febrero, ya he comentado en anteriores post que celebro el año nuevo chino con lo que enero pasa sin pena ni gloria por mi existencia, estoy pensando en cambiarle el nombre por « mes trece» en lugar de «enero» porque en mi estructura temporal ilógica es el treceavo mes del año, además creo sinceramente que enero tiene algo de “mal fario” o mala suerte porque es un mes extraño en el que se mezcla el principio y el final de algo que no acabo de entender. Si alguien me juzga de pretenciosa por inventar un calendario pret-a-porter para mi alocada vida, le invito a pasearse por la historia de la humanidad y a descubrir que el calendario y el cálculo del tiempo han ido cambiando en múltiples ocasiones. Este blog es un espacio de inconsciencia digital o sea que no pretendo dar lecciones de historia de la humanidad a nadie, así que ya cada uno decidirá si busca información o no sobre la historia del calendario occidental. 

Enero pasa sin pena ni gloria por mi existencia, estoy pensando en cambiarle el nombre «por mes trece» en lugar de «enero»


Volvamos a febrero, un mes chiquitito en apariencia pero muy grande en esencia. ¿Qué mes del año es tan poderoso como para ponerse o quitarse días así sin más? Al parecer la humanidad tiene un exceso de tiempo, sí, sobran unas 6 horas al año. Ante la imposibilidad de guardar esas horas, “incómodas”, en algún tipo de recipiente que permita a cada ser vivo usarlas como mejor le apetezca, pues alguien decidió añadir un día a los 365 habituales cada 4 años. De ahí el año bisiesto. Y en mi reflexión, para nada académica, me atrevo a afirmar que ese tiempo sobrante para la humanidad es un tiempo femenino. Lo crean los propios movimientos de la Tierra, ni ella misma se aclara sobre cómo rotar sobre sí misma y avanzar por la Galaxia a la vez. ¿Qué puede haber más femenino que la confusión tiempo-espacial? Y que de esa confusión nazca tiempo. Tiempo de más. ¿No es extraordinario? 

Ese tiempo sobrante para la humanidad es un tiempo femenino. Lo crean los propios movimientos de la Tierra


Toda esa esencia femenina, de tiempo, vida y renacer, eso es febrero. El mes del cumpleaños de mi madre, del de mis mejores amigas, el mes del inicio del calendario chino, del carnaval. El mes que marca el punto medio del invierno y mientras los países nórdicos descansan bajo centímetros de nieve, en los del sur se nos empieza a despertar la primavera, los días son más largos y los amaneceres en el mar dejan de ser rojos para empezar a ser azules. 
El mes de los acuarios, con nombre de agua pero espíritu de aire, todos son contradicciones y contrastes en este mes. Cómo pueden convivir las orgías del carnaval con la celebración de San Valentín. Otra celebración contradictoria porque el amor no se tiene que celebrar sino más bien disfrutar. 
Afortunadamente a mi Cupido, ese asesor gordito y alado al que cada día le cuesta más volar y acertar con sus flechas, me recomienda atar en corto a mis miedos para poder empezar algo y yo, como siempre, prefiero agitar al tiempo y ponerlo en el lugar donde le corresponde: ese sitio debajo de mi cama donde se mezclan polvo y pelos de gato. Ya me calmaré cuando me muera que para eso tenemos toda la eternidad, mientras, pienso seguir jugando con cada uno de los días cortos y juguetones de este mes extraordinario: el mes en el que nací, Febrero, un mes extraordinario.