domingo, 23 de diciembre de 2018

No siempre es navidad en Navidad

Ahora que el año se acaba entra esa extraña sensación de añoranza de lo vivido. En mi caso carezco de ese sentimiento, me esfuerzo en practicar el olvido histórico, porque ningún momento pasado puede ser mejor que el presente y lo que está por llegar. A pesar de que este año se han vuelto a quedar partes de mí por el camino. Esas partes que te duelen de verdad. Pero la capacidad de seguir viviendo es algo maravilloso en los seres humanos. Es justo en esos momentos en los que sentimos que es más fácil rendirse y dejarse ir, en esos días que percibes que hay más gente que te quiere y que te espera al otro lado que aquí. Esos días en los que no saldrías de la cama para evitar el frío que recorre tu espalda cuando te levantas…Es justo en esos momentos en los que decidimos dar un paso adelante, respirar y sonreír, sin saber por qué  pero te levantas y sigues caminando. Y es eso lo que quiero seguir haciendo: caminar y correr, siempre que pueda.


 Pero parece ser que todo el mundo decide parar por Navidad.  ¡Qué pesadez!, y eso que soy navideña, pero soy de navidad abierta 365 días al año, no me vuelvo ni más caritativa, ni “mejor persona” por navidad. Soy igual de odiosa, contestataria, irónica, peleona e inconformista que el resto de los días. Es cansino tener que disfrazarse  de algo que no eres. Yo no colaboro con ninguna ONG solo en diciembre, ni apadrino a ningún niño en esas cajas horribles que se cuelgan de los árboles de navidad, y  es que me van a perdonar queridos lectores, pero lo último que les podemos hacer a los niños del tercer mundo después de explotar y contaminar sus tierras, venderles armas para que les maten a sus familiares y violar a sus mujeres y niñas siempre que se nos pongan a tiro…Ahora los convertimos en una «simple caja» que alguien piensa regalar a sus hijos, una caja vacía con una narración creativa de niños que seguirán muriendo cuando navidad no es navidad para todas las personas del planeta. Cajas vacías para hacer mejores personas a nuestros hijos, a los de aquí, esos blanquitos que nunca se montarán en un cayuco para morir por una remota posibilidad de un futuro mejor, y les decimos «piensa que afortunado eres» después de haber abierto su nuevo teléfono móvil o de entregarles un sobre con una cantidad de dinero que supera la renta per cápita del país de ese niño del tercer mundo, que sigue dentro de la caja de cartón ecológico, esperando a ser abierto… ¡Conmovedor!

Alguno me preguntará qué hago con mis hijos estos días, la respuesta es muy corta: nada.
Nada más que lo que tengo la inmensa suerte de hacer el resto del año: Estar con ellos, reírnos, achucharnos y provocarles con preguntas incómodas…Hablar de novias, novios ( los míos), de chicas feas y de guapas, de nuestros próximos viajes y de lo que vamos a comprar en enero porque es realmente estúpido comprar cosas en Navidad cuando somos tan afortunados de poder comprarlas cada día del año.
Sea como sea vuestra celebración, os deseo paz. No la paz en el mundo,  porque esa no depende de nosotros. Paz dentro de vosotros que es la clave para cambiar todo. No se puede poner en una caja, ni envolver con un papel brillante pero sí se puede sentir. Si estáis en paz podréis hacer felices a vuestros seres queridos, a los que están y a los que ya se han ido. Con ese tipo de paz no necesitaréis más regalos. ¡FELIZ NAVIDAD, PAZ para todos!

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Uno


La unidad “UNO”
Estoy un poco cansada de escuchar que en la vida siempre se necesita un “uno”: Un destino de vacaciones, un hijo, un marido, una casa, una carrera, un perro, plantar un árbol, rezar a un dios…

Y, ¿si fuera una trampa verbal? Yo no encuentro más unidad en mi vida que yo misma, todo lo que me rodea es múltiple, cambiante y en ocasiones puede ser hasta exponencial. Por ejemplo no existe un único camino en casi nada, bien al contrario el abanico de posibilidades es siempre amplio y variado, nosotros nos esforzamos en reducirlo a “uno”. Consiguiendo así un único y triste futuro mono colorido y solitario. La obsesión por el ““uno” “del ser humano le ha llevado a crear una sociedad individualizada, llena de ““unos” que compiten entre sí de forma solitaria.

La filosofía del “uno” es poderosa porque evita la tentación de lo desconocido. En cuanto alcanzamos el “uno” ya dejamos de contar. El resto del universo matemático se desvanece. Si todo lo reducimos a “uno”, dejamos de pensar en la opción dos.

Yo propongo dar dos pasos al frente y saltarse el “uno”, avanzar por caminos con curvas y atajos, disfrutar el doble o el triple del placer de un amigo cuando además es tu amante y se convierte en dos en “uno” sin perder su unidad. En elegir dos platos de lo que más te guste, en irte de vacaciones a más de un destino y en vivir en multitud de casas.  Arriésgate y ten dos números de la suerte, dos planes B en lugar de un único plan A, tal vez así no solo vivirás una vida sino muchas vidas extraordinarias dentro de tu única unidad que eres tú.

¿Quién elegiría el “uno” pudiendo elegir el dos, el tres o el mismísimo infinito? Porque para “uno”, ya estoy yo.

viernes, 3 de agosto de 2018

Mudanza



Esta semana viajando en tren escuché una persona que decía “ no hay nada tan estresante como una mudanza”. Al momento me pregunté por qué razón nos causa tanto miedo trasladarnos de una vivienda a otra, si es algo natural. Hay personas que se cambian de casa más de 20 veces en su vida mientras la mayoría no lo hace más que en un par o tres de ocasiones.


 La RAE otorga al verbo  “mudar”  opciones más  entrañables que a “mudanza”, mi favorita es la referida a las aves, “ desprenderse de las plumas”. ¡Me encantaría poder hacer eso! Dejar todo atrás como si de plumas se tratara, esperar  para ver como el aire las arrastra a otro lugar y las aleja de mí, y seguir sin plumas y a lo loco.

¡Quien fuera ave voladora! Yo soy aire, eso dicen los astros, con lo que me resulta complicado hacer mudanzas ya que estoy en movimiento siempre. Esa es mi naturaleza, algunas personas me consideran un mar pero soy simplemente aire, a veces un simple soplo, algunas mañanas una brisa y en contadas ocasiones un pequeño huracán que despeina y alborota todo a su alrededor. Lo mejor de ser aire es que cuando estás en la montaña añoras el mar, cuando acaricias las olas desearías surfear las cumbres más inhóspitas. Se dice que el aire se puede embotellar pero os digo que es imposible, al intentarlo se convierte en vacío y  muere. No hay aire en una botella. Hay que dejarlo salir, abrir puertas y ventanas y dejar que entre y salga por donde más le apetezca. Los antiguos griegos decían que los aires del sur son los peores porque desertizan y luego arrastran lluvias devastadores. Yo soy un simple aire del norte, de los de febrero,  traemos lluvias frías que preparan la tierra para la primavera.
Creo que si tuviera que hacer una mudanza  tiraría todo, o casi todo, me iría lo más vacía posible al nuevo destino, aunque no fuera muy lejano. No me gustan las cajas que se llevan de un lado para otro y nunca se abren, ¿qué sentido tiene empaquetar nuestras vidas? Parece que está de moda esta práctica porque hay muchas empresas que  ofrecen  espacio para guardar cosas. ¿Qué cosas? Las que no usamos y pensamos usar…Tal vez  tengo demasiadas cosas que resultaría imposible empaquetarlas todas. Cosas que descansan entre diarios, hojas de papel y tinta. Cosas que no se pueden embolsar  ni transportar pero cuando correteo por alguna roca escarpada, ya sea en el mar o en la montaña, puedo acceder a ellas. Ventajas de ser un aire nómada y volador. Si yo me mudara no me llevaría ni mis sueños, ya los soñaré si llega el caso, en el nuevo destino,  aunque las primeras noches la cama resulte extraña seguro pronto nos entenderemos bien y los sueños se construirán lentamente.
No soy una buena consejera pero si alguien se muda le recomendaría que todo aquello que no le apetezca empaquetar lo deje allí mismo o lo tire sin más. Si es importante aquello que dejáis ir volverá a vosotros.

jueves, 19 de julio de 2018

Heridas

Horas de espera, butacas vacías, zapatillas de plástico, crujir de camillas, susurros de aire acondicionado, timbres disonantes, goteo de café hirviendo, vasos desechables, y yo silencio.
Fricción de sábanas frías, tintineo de mandos, gritos del aire en la ventana, dolor, quejidos, miedos, gracias, sustos, encuentros y yo silencio.

Mi cuerpo, duro y fuerte, ha decidido volverse gel así resistirá mejor los empujes de la vida. Sangra y se desgarra pero nadie encuentra la herida. Yo sé dónde está: Detrás del silencio y un poquito más allá…existe un lugar que nadie conoce, al que no se puede llegar con biopsias ni con resonancias. No tiene nombre ni espacio definido pero es frágil  y se puede romper.






Cuando se fragmenta se hacen heridas que no vemos, que no sentimos porque solo las notamos cuando dormimos. Es entonces cuando esas heridas se abren, duelen y al despertar ya no sabemos por qué nos dolía y olvidamos que siguen ahí. Producen una hemorragia invisible  que a un ritmo lento pero constante encontrará la manera de salir y hacerse visible.

Cómo podemos curar lo que no tiene nombre, aquello que solo es ecos de palabras o memorias que se diluyen en sueños. No hay médicos que curen heridas que no se ven, ríos de cristales que corren por un espacio desconocido sin dar una clínica conocida, solo silencio.

Silencio sonriente que parece iluminar la vida de otras personas mientras  las carcajadas no dejan oír el crepitar del silencio  que habita dentro.  Días de hospital, pruebas, y reflexión, especialistas frustrados al no dar con la causa ni la cura, y de pronto a punto de cruzar la puerta de la salida al día siguiente me llegó por WhatsApp el único remedio posible:

 “Suelta, perdona, el más beneficiado del perdón es uno mismo”
Gracias, amigo.

sábado, 23 de junio de 2018

Algoritmo de la intuición


¿Existe la intuición digital?
Hace unos días publiqué un post  en Facebook, un texto reflexivo, emocional, sin mencionar nombres, ni fechas, ni lugares. Ese mismo día me contactó a través de la misma red social el amigo en el que pensaba mientras escribía el post. Sin estar conectados, sin ser amigos en ninguna red social, ni tan solo tenemos el email del otro, Facebook le había sugerido mi amistad el día del aniversario de lo que yo pensaba. ¿Cómo  pudo ocurrir? Lo mejor del caso es que no ha sido la primera vez, me había pasado en Linkdin: publicar una reflexión introspectiva, literaria, alejada de la realidad, pero inspirada en un hecho vivido o en una persona real y pocas horas después de haberla publicado,  una notificación aparece en mi escritorio informándome que esa persona  había visitado mi perfil en esa red social. Gracias a estas extrañas coincidencias digitales he podido entender algunas partes de mi pasado que habían sido sabiamente manipuladas, y a la vez, conseguir amigos valiosos para mi vida presente que se habían quedado rezagados en una zona desconocida de mi pasado.


¿Os ha ocurrido algo parecido? ¿Cómo pueden los algoritmos matemáticos decodificar sentimientos? ¿A caso pueden fórmulas matemáticas leer entre líneas y desarrollar verdades a partir de deseos? Tengo que reconocer que me siento asustada, vigilada, algo que no me preocupaba en absoluto hasta hace bien poco porque mi vida privada la considero sin interés alguno para nadie, pero soy muy recelosa de mis deseos, mis auténticas verdades, esas que nunca digo y que solo pienso…Y si los deseos pueden ser descubiertos a través de lógica matemática, entonces nosotros mismos, nuestra esencia, eso que algunas culturas llaman alma, ¿también? Acaso cada individuo es una fórmula matemática perfecta y única dentro del Universo. Y si algún gurú informático ha desarrollado el algoritmo de la intuición y a través de un teclado exhibimos los factores de aquello que deseamos, factor a factor, paso a paso creamos la ruta para hacer realidad lo que nos asusta o lo que deseamos…
[A+B-C] / [Tu+Yo]= X

¿Cómo podríamos protegernos de ello? Toda esta situación me genera unos deseos indomables de entender matemáticas, el auténtico lenguaje del tiempo, todo está ahí, pasado y futuro de la física cuántica, en diferentes espacios y dimensiones, nuestro YO interno es un espacio en sí mismo y la llave de entrar y salir de él parece estar en manos de los señores de las redes sociales, el marketing digital y la retarjetización (*). No sé si alegrarme  por ello o salir corriendo en busca de una zona sin cobertura, allá cada uno.

*Retarjetización: es el sistema que usan todos los navegadores para conocer nuestro comportamiento en internet. Un complejo sistema de etiquetado que dibuja nuestro perfil de consumidor con la información de los sitios visitados, las famosas “cookies” que debemos aceptar en cada página web visitada, son los algoritmos que hacen posible la personalización del contenido  en nuestras búsquedas por internet.

viernes, 8 de junio de 2018

Mi memoria histórica



Hace unos días hablaba con mi padre, sentí mi edad avanzada, los años se nos van sumando,  condicionan nuestra visión, no la del futuro, sino la del pasado. Ahora puedo entender mi infancia con la mirada de mi padre. Desde la miopía de madre y en el lejano recuerdo de hija. Ahora puedo volver y recuperar su mirada, la de entonces, y retroceder a su tiempo. Siento su fuerza y su lucha cegadora por darnos un futuro inimaginable para él y para toda su generación, la de la Guerra Civil.
Niño, como tantos otros,  que sus primeros recuerdos fueron gente muerta a sus pies, asesinados por unos un día, por otros al día siguiente. Crecieron con una idea fija: que sus hijos -nosotros- no viviéramos aquello nunca más. Y decidieron empezar a correr en la dirección más alejada de aquel horror. Ese camino de paz los llevó, a una generación entera, a dejar aldeas idílicas por ciudades frías y ruidosas. No hubo tiempo de recoger lo bueno que tenía su forma de vida, aquella vida violada y arrebatada por políticos, de cualquier ideología, quedó condenada al recuerdo impreciso de una sociedad urbanita.
Nuestros padres salieron dispuestos a luchar por tener paz y que sus hijos aprendieran a leer y a escribir en otras condiciones, quisieron construir ciudadanos globales sin tener ni idea de lo que es la globalización. Se lanzaron al mundo sin pensar si ese mundo era plano o redondo.  Nos empujaron a perfeccionarnos como personas, a olvidar, a creernos los mensajes de perfecta felicidad de los medios de comunicación. Tal vez, no todo era malo en aquellos inhóspitos pueblos y aldeas sin luz,  sin agua corriente, con lo básico, pero con instinto.
El horror venía de  fuera: la muerte sin sentido, las violaciones por derecho y los abusos incesantes de la gente de letras y los gobernantes ilustrados  que prometían una ciudadanía libre y un paraíso de honor si te enfundabas en un uniforme militar o republicano. Mi familia siempre fue independiente, de todo, de todos, amantes de los árboles y del respeto a la mujer, algo nada corriente en ese momento ni en aquellos parajes, los hombres abandonaban a sus hijos, las mujeres permanecían allí, una sociedad matriarcal en el que las madres analfabetas desarrollaron un código secreto para poder sobrevivir a los bandos de la guerra- tengo palabras que me legó mi abuela-.

Los lobos marcaron  el futuro de mi familia. Mi abuelo tuvo que matar animales para sobrevivir. Cuentan las leyendas del Bierzo leonés, que hubo un lobo asesino que atacó a varias familias, mató a niños y despiezó a cientos de corderos. La gente de la comarca salió para capturarlo en varias ocasiones, sin éxito. Un día mi abuelo cogió su rifle, sin decir nada a nadie, como recuerdo solía hacer, tranquilo, solitario y con una sonrisa interior, hablaba con los animales incluso antes de sacrificarlos, nadie sabe cómo lo hizo pero al amanecer apareció con el lobo inmenso a sus espaldas y lo dejó en un descanso de nuestra casa. La heroicidad recorrió la comarca a una gran velocidad. Cuando empezó la guerra, mi abuelo salía cada mañana, antes del amanecer, al porche de nuestra cabaña, con el rifle, y se ponía a limpiarlo mientras esperaba a comandos de hombres bebidos, drogados de sangre y venganza, que elegían una casa al azar, hacían salir a los niños y hombres al patio mientras entraban y violaban a las mujeres, después disparaban a todos.  Nunca se pararon en nuestra casa. Fue la única casa de aquella aldea en la que nadie murió ni fue agredido, a pesar de tener 7 niñas preciosas de ojos esmeralda y pelo ensortijado. La familia de mi madre no tuvo tanta suerte. 
Una vez le pregunté a mi abuelo cómo había dado caza al lobo, y él me respondió: « no tuve que hacer nada, me senté en el bosque a esperar que viniera a verme». Eso era todo lo que contaba.
Yo no fui testigo de esa batalla entre humano y lobo pero sí vi muchas veces como permanecía sentado enfrente de los conejos antes de elegir a uno. Le rodeaban y parecían reconocerle, él se liaba un cigarro mientras les acariciaba, yo le esperaba en el marco de la puerta de puntillas porque odiaba la paja llena de heces de animales. Siempre tuve la sensación  que les daba las gracias por estar ahí,  mientras, cogía con delicadeza y acariciaba al reo elegido para el asado del día.

viernes, 1 de junio de 2018

Ruido lingüístico


Ruido, a veces queremos decir cosas que se nos quedan adentro. Palabras que se esconden en nuestras entrañas, por instantes sentimos que las vamos a decir pero segundos más tarde se nos esconden en nuestro olvido.  Esas palabras nodichas, nopronunciadas nos generan ruido lingüístico. 
No me chilles que no te veo...Ruido

Consiste en un pequeño zumbido que lo confundimos con  algún estado emocional como la ansiedad, la tristeza,  o el enamoramiento. Es un zumbido continuo, mientras dormimos se apodera de nuestro lado izquierdo y genera aventuras oníricas perfectas. Ruido que ensordece lo que queremos decir, nos provoca tartamudez pasajera y se puede confundir con algún trastorno como la dislexia.

Pequeño puzle enmudecido de palabras olvidadas que se nos quedan dentro y obturan las estructuras sintácticas correctas. Al principio pueden ser cuatro letras, pero poco a poco se organizan, sin estructura aparente, y se convierten en un ejército perfectamente ordenado y listo para dejar ir cosas que jamás diremos.

Colesterol lingüístico que entorpece la circulación de las emociones hasta producir un ictus emocional por enmudecimiento. En la era de las plataformas de comunicación, las personas mueren de silencio. Se convierten en sonrientes emoticonos que navegan por mensajes efímeros, surferos que buscan el chat perfecto que les permita conseguir un corazón virtual. Entre sonrisas amarillas, con lágrimas azules en los ojos, se esconde aquello que algún día quisimos decir  pero hoy ya no recordamos porque un ruido lingüístico confunde nuestra capacidad de comunicar.

En ocasiones el ruido se hace más fuerte, quiere salir, exige ser dicho, susurrado, escuchado por alguien. Sin importarle lo más mínimo ser entendido o respondido solo quiere ser una frase nacida de un deseo, un enfado o una idea espontánea. Las palabras se nos acumulan en la boca, se empujan unos a otras y pueden perder su sentido pero nadie lo aprecia.

Hoy en día casi nadie te pregunta, «¿Qué piensas?» «¿Qué has dicho, lo puedes repetir?» Será que hemos dejado de pensar…Las personas sonríen y contestan con frases que a veces no vienen a cuento, porque ellos también tienen su propio ruido, sus palabras prohibidas y por esa razón todos actuamos con normalidad ante la frivolidad de palabras vacías que nos liberan de la responsabilidad de poder escuchar nuestras palabras prohibidas  en boca de otro.

¡Feliz silencio! Yo hace tiempo que lo rompí, mi silencio, pero
 he olvidado lo que quería decir. 

viernes, 4 de mayo de 2018

Mujer en el siglo XXI


Dicen que las personas tenemos una consciencia colectiva, de hecho dicen que la tienen todas las especies orgánicas. Émile Durkheim, 1858-1917, fue el primero en creer que los individuos son el producto de fuerzas sociales complejas y no pueden entenderse fuera del contexto social en el que viven. Según Durkheim, esta conciencia colectiva difiere totalmente de las conciencias individuales que la forman.

No he encontrado forma mejor de expresar como me siento, totalmente en disonancia con el contexto social en el que vivo. Todo lo que aprendí, lo que escuché de niña, lo que la educación me dijo que era correcto, no se ha cumplido, por ejemplo:

Dos no se pelean si uno no quiere.  
Si dices “por favor”,  te responderán “gracias”.
La justicia es igual para todos.
Quien bien te quiere te hace llorar…

Mentiras, mentiras y más mentiras.

Desde la práctica vivencial  solo se me ocurrió buscar el botón simbólico dentro de mí misma y resetearme. Borrar todo lo aprendido, básicamente por supervivencia económica y emocional: no puedo permitirme luchar ante una justicia injusta y necesito recursos económicos para seguir disfrutando de mi vida de princesa corcel *.  He decidido  dejar a todos los “otros y otras” atrás, que sigan siendo ratas*, ya no intento cambiar al mundo, al fin  y al cabo llegué a él con los mismos conflictos que existen hoy en día. Solo pretendo construir mi universo privado y seleccionar a  quien entra y sale de él bajo mis criterios, ideología empírica buena o mala pero siempre mía.

Creo que la sociedad nos vende la moto con esto de la colectividad, el corporativismo…Es como si te convirtieras en mejor persona por participar en movimientos. Siento que etiquetarse implica limitarse. Estas nuevas mayorías tan , friendly, amigables que no pueden verte o identificarte con claridad sino te incluyen en alguna corporación, al momento te declaran "enemigo público". Sí, el pensar por  uno mismo hoy es una amenaza para esa mayoría fanatizada. Te etiquetan de  egoísta, y pregunto yo, «¿por qué ser egoísta es malo?» Nadie nos enseña a querernos pero sí a respetar al prójimo como una fe devota. Y si el prójimo ese resulta ser tóxico y asfixiante, ¿también lo respetamos? … Estoy tan harta de mayorías, de los modales, de los pacíficos que en nombre de la paz empiezan guerras. De los simpáticos que insultan y avasallan. De los triunfadores que han llegado al éxito con trampas y delitos, de los simpáticos, de  los que caen bien, y de los que dicen tonterías y se les ríe sus  gracias.

Si hoy la mujer del siglo XXI es todo eso: triunfadora, fuerte, acosadora, luchadora ( en sentido bélico), rechaza el amor como  una debilidad, independiente de su cuerpo y de su biología y devastadora del Planeta, exactamente igual que lo ha sido el hombre, pues me declaro mujer de extrarradio* temporal…Es decir, de un tiempo indefinido que puede ser entendido como futuro, para algunos, o bien como pasado para otros.

Soy mujer dependiente de lo que me gusta y de todo lo que amo, constructora de sueños y amante de la madre Tierra, soy perdedora de guerras y andanzas varias, especialista en desaprender lo aprendido,  mi religión es mi biología, mi cuerpo un templo en el que se guarda mi esencia inmortal, pierdo el Norte a cada paso y en el siguiente encuentro el Sur, me enamoro de todo lo vivo que vive en mí y fuera de mí.  Y así no se llega muy lejos, y quién sabe a dónde tenemos que llegar. De momento, estoy aquí, conmigo, todo lo demás puede esperar otro siglo.

  Nota:

*Alusiones a canciones de Melendi:
El Gordo y el Narco,  …de consuelo me queda que seguís siendo ratas y yo sigo siendo corcel…
Baby de extrarradio…..en la guerra como en el amor, todo vale, y siempre queda un perdedor..

sábado, 14 de abril de 2018

Escribir, arte antiguo en el siglo XXI


Hace unos días iba caminando con mi hijo pequeño y pasamos junto a un vehículo  que había sido mi primer coche, mi hijo dijo «un coche antiguo». A mí me  resulta bonito y perfecto todavía hoy, con él recorrí media Europa, subí a muchas cimas y a travesé caminos inaccesibles. Mi corcel de la libertad, así llamo hoy a mi actual coche, pequeño y ecológico. Es el mejor coche del mundo porque es mi coche.

Volviendo al principio, al momento “coche antiguo”. La palabra “antiguo” ha resonado en mi cabeza durante días, ¿qué cosas se han vuelto antiguas sin aviso previo? Creo que la lectura es una de ellas.
¿Se puede considerar lectura el ojear los miles de mensajes en nuestras redes sociales? ¿Se puede considerar lectura el despedirse del día con la luz azul de un dispositivo en lugar del roce ruidoso de una hoja de papel? ¿Hace cuánto no leéis un libro de papel? Recordáis cuándo dejasteis de hacerlo.

Todo ello me hace sentir que leer y escribir se ha vuelto un arte antiguo. Hasta el siglo XX se consideraba arte antiguo a las obras creadas en un vago y extenso periodo de tiempo comprendido desde el siglo IV a.C. al Siglo V d.C. Pero eso también se ha perdido, en este siglo XXI, las cosas se vuelven antiguas casi en el  mismo momento de nacer.

Los optimistas pensamos que la lectura está evolucionando a otros formatos, pero realmente empiezo a sentir que el daño es irreparable y que la falta de atención a la lectura conseguirá que  nuestros hijos no lean la cantidad de libros que hemos leído nosotros, los de la generación pre-internet.

Uno de los principales culpables han sido las editoriales y su voluntad de monopolizar el mercado, han prefirido dejarlo morir por asfixia,  lentamente, por falta de oportunidades a nuevos escritores y a nuevos sellos, porque a ellas, a la gran editorial monopolizadora, ya le da igual que la gente lea o no, porque consigue imponer sus contenidos en todos los formatos. Resulta fácil alimentar el ego de libertad de los que creen que leen, aunque yo prefiero decir  los que solo creen y no leen, han olvidado leer porque ya es un arte antiguo y muy pronto será un arte olvidado.

Soy la primera en reconocer que he perdido hábito lector y eso que me dedico a ello. Lo estoy recuperando a ritmo de dos informes de lectura semanales, pero no me compro un libro hace años y no creo que lo haga en Sant Jordi, ya he paseado por los principales escaparates de las librerías asfixiantes y ya sé que autor será el más leído, y qué libros los top-sellers del 2018, me revuelve un poco mi fino estómago pero me refugiaré en mi manta y mis libros antiguos.





martes, 13 de marzo de 2018

Test del párrafo


A pesar de haber comunicado que me alejaba, temporalmente, de la edición literaria me siguen  llegando obras para leer. Elijo las de autores conocidos, o amigos, o alguien que me provoque lo suficiente para leerle a pesar del estrés laboral y personal en el que habito de forma permanente.

Foto real de mi mesita de noche ahora mismo
Mientras hacía informes de lectura, comparando obras, leyendo y volviendo a leer resulta que hice un experimento. Tranquilos, solo experimenté con palabras. Y fui a dar con lo que he llamado: el test del párrafo.
Mi descubrimiento ya existe en la física cuántica y se le conoce como la Teoría del Todo, se podría resumir en una simple fórmula del movimiento de los grandes cuerpos del universo y del átomo más pequeño, algo así como presente, pasado y futuro en un solo espacio-tiempo...¡Que nadie se asuste! no me he pasado al lado oscuro de la ciencia, aunque sigo en el de la tecnología. 

Intentaré explicarlo en el campo de la literatura, se trata de que un párrafo extraído de una obra ( novela, ensayo…) y leído de forma aislada nos da todo lo necesario para saber si la obra está bien o mal escrita.

¡Qué nadie se precipite!, no digo que sepa de qué va la obra solo me refiero a que existe una especie de unidad y estructura cósmica perfecta en todas las cosas, analizando una parte se puede entender el todo. Vendría a ser lo que en medicina se llama “biopsia” de un tejido.

Realmente cuando llegó esta reflexión a mi cabeza empecé a probar y fui a buscar viejos libros leídos hace tiempo y me di cuenta que la fórmula funciona. Un párrafo nos da paz o nos perturba, nos dice si hay equilibrio narrativo en la obra o bien si necesitaremos leer y releer para entender lo que pretendió escribir el autor.

Todo esto me recordó que desde muy joven he tenido la sensación que en los libros reside algún tipo de magia y me gusta tocarlos, mirar sus portadas, sus créditos... Abrirlos por sorpresa con la sensación, más paranormal que pragmática, que el libro me dejará leer lo que yo necesito en ese momento. Así como una persona que echa las cartas, las toca, las acaricia y espera algún tipo de mensaje en ellas, así abro yo un libro. Por eso se acumulan libros en mi mesita de noche, algo de ellos necesito todavía, cuando los devuelvo a la estantería es que ya estoy en paz con ese título.

Esta teoría puede resultar muy útil en muchos aspectos de la vida, aunque no creo que funcione en personas.¿O sí? Tal vez sea yo  más dada a la analítica de la materia, incluso de la cósmica, que de la simple carne humana.

Me gustaría saber si hacéis prácticas en la búsqueda del sentido empírico del test del párrafo, estoy convencida de que os funcionará.

miércoles, 14 de febrero de 2018

San Valentín


¡Qué mundo este! Anda todo  revuelto, y no solo por la política, sino por el amor. Días previos a San Valentín, todo el mundo reflexiona sobre el amor. Me recuerda un poco al final de año y la lista de las buenas intenciones. 

En San Valentín las personas reflexionan sobre su vida amorosa o la versión más estandarizada conocida como  vida en pareja.  Mi destino no colabora con mi compromiso con esta celebración, sin duda yo tampoco, pero dado la confluencia de hechos que concurren en mi vida estos días, el no celebrar San Valentín es puro descarte de acontecimientos en pro de la supervivencia: mi cumpleaños, el de mis mejores amigas veinticuatro horas después del mío, el de mi madre, el mismo 14 de febrero, y por último carnaval y el inicio del  año chino que son nueve días de celebración… Desde mi infancia descarté carnaval por el ruido y San Valentín por el amor, esto último me resultaba inútil y algo aburrido.
Nunca he soñado con enamorarme, no me gusta pertenecer a nadie, ni que nadie me pertenezca, y me aterroriza la vinculación emocional. Ya tengo mascotas, plantas, e hijos, ¡quién puede necesitar algo más! Soy una millennial con diez años de más. Y si me da algún momento de bajón y necesito ser acariciada, tengo amantes-amigos de confianza, amables, divertidos e inteligentes al otro lado de un simple clic. ´

Pero vosotros no seáis idiotas y no os dejéis influenciar por frikies de la comunicación y hacer lo que os apetezca, si cuando pensáis en esa persona, sea o no vuestra pareja,  sonreís, si no imagináis un solo día sin esa presencia, si cuando miráis a tiempos pasados os  emocionáis y os sentís afortunados de haber vivido lo vivido, entonces no ser modernos y decir, gritar y compartir esos sentimientos. Porque las formas importan, porque los sentimientos deben tomar formas que podamos recordar y una de las mejores es la palabra: ya sea en poesía, o en prosa corriente, ya sea en un papel pautado lleno de corazones o bien un simple trozo de servilleta mal cortado, sea cuál sea la forma que deseéis usar no será importante, lo verdaderamente grande es decirle a la otra persona: te quiero.


Disfrutad, vincularos, dejad amaros y amar, siempre vale la pena.  Con vuestro permiso yo sigo a lo mío, con mis proyectos, mis luchas internas y externas y así  dejaré pasar las flechas que Cupido me manda porque solo hay una cosa mucho mejor que el amor: la libertad, mi palabra favorita. 

miércoles, 31 de enero de 2018

¿Qué significa ser escritor?

Gracias a un comentario  de un lector en un artículo titulado, ¿Por qué escribimos?, nace este post de hoy. El comentario fue una reflexión  inspiradora que llega en un momento en el que estoy de tránsito como editora literaria.

Creo que el transitar, como sinónimo de cambio, refleja mi estado profesional, si bien trabajo más y mejor que nunca en un ritmo frenético de edición de contenido en formatos y en temas que me obligan a esforzarme exponencialmente, pero me aleja de mis primeros deseos de buscar la edición literaria para evitar el mundo ejecutivo y mercantil. En estos últimos cinco años mi vida ha cambiado mucho, afortunadamente siempre para mejor, a pesar que el modo de cambio podría haber sido más “aburrido”, lo dejaré en este adjetivo, de momento.

Si reflexiono sobre el porqué decidí dedicarme a la edición de ficción literaria, aparece la siguiente respuesta:  por mi incapacidad para escribir. Y en segundo lugar, por mi fascinación hacia la mente de un escritor. Quería llegar más lejos, reconocer entre un alma de alguien que capta e inventa historias y la de otra persona que no puede hacerlo. Existe una diferencia intangible pero real.

“Un escritor es un lector nato” así lo argumenta este lector en su comentario. Estoy completamente de acuerdo  pero se ha dado el caso que gente que no ha tenido acceso a la lectura, también,   ha llegado a ser inventores de historias y sintetizadores de emociones sobre papel. Creo que es un don,  y después de estos años he conocido escritores que han luchado por bloquearlo.

Ser escritor y no querer serlo es un gran castigo, casi un tormento para la persona que lo sufre. Esa lucha interna destruye al individuo y esconde el don pero no puede adormecer la necesidad y aparece en otras formas creativas silenciadas que le queman por dentro.
Ser escritor implica el convivir con ese don, de forma consentida o sin sentido, implica dominar esa capacidad de escuchar frases que se escriben en un espacio –tiempo solo descifrable para él. El entender situaciones que para otras personas pasan desapercibidas. El escritor  siente mucho más de lo que escucha o de lo que las palabras significan. Puede ver luz en una noche cerrada o verdad en una farsa.
Pensándolo mejor tal vez es un don doloroso, solo se calma cuando se lee a sí mismo y vuelve a la luz del mundo real cuando es leído por otras personas. Ahí acaba su ciclo, pero no su castigo porque puede volver a sentir la necesidad de escribir en cualquier momento.

Ser escritor es una fórmula cósmica variable: un porcentaje de dios, un porcentaje de demonio, una parte de imaginación, dos de creatividad, y tres de ingenio aprendido...Como toda fórmula magistral hay algo de mágico y secreto en esa personalidad.

Ser escritor implica condena y don por igual, si miro hacia atrás creo que aquellos escritores con más ego y sentido de la corrección son los que menos don tienen aunque suelen aparentarlo con formas literarias que confunden. Ahora que ya no busco escritores de forma sistemática como antes, me encuentran ellos a mí. ¡Bendito futuro, qué nos deparará!

martes, 23 de enero de 2018

La felicidad


Según la RAE, la felicidad es un estado de grata satisfacción física y espiritual.  O bien, la ausencia de inconvenientes o tropiezos…

¡Vamos a recapacitar! Cómo puede ser que exista algo sin inconvenientes ni tropiezos. Esta reflexión nace de mi estado de infotoxicación  a la exposición de artículos sobre la felicidad en todos los ámbitos de nuestro día a día. Quiero reivindicar el derecho de sentirme feliz cuando a mí me apetezca. «Entre la constante felicidad y la eterna juventud» así no hay quien sobreviva al día a día en comunicación. Hace unas horas me pillé a mí misma sonriéndome  en el espejo. ¡Pero dónde vamos a llegar! Es que si no sonrío no estoy al día. Me siento más vieja, más cansada, menos inteligente. Ya tengo esas arruguitas tan molestas a los lados de los labios de tanto sonreír. Pero he decidido acabar con esto, ya.
Se acabó el esforzarme por ser feliz en el trabajo, feliz en casa, feliz paseando al perro. Feliz cuando tengo una mala noticia, -porque podría haber sido peor-, feliz de hacer felices a los demás. Tengo que escribir feliz sobre cosas complicadas y que el lector sea feliz al leerlo…La felicidad cansa, y mucho.

Además, ahora los couchers, orientadores laborales  de éxito, dicen que si encuentras la felicidad llegará el éxito. ¿Cómo sé que tengo la felicidad? ¿Dónde se compra? ¿Cómo se adquiere ese estado de grata satisfacción constante? Hace unos días escuché en un programa de radio que la operación estética más solicitada era la de ponerse unos hoyuelos a ambos lados de la boca.  Reflexiono y me visualizo con esos extraños agujeros en mis mejillas, creo que pareceré el mítico Yoker o más bien el temible payaso de It, película de Stephen King. Porque no por mucho sonreír se es más feliz…

La sociedad ha olvidado que los payasos acaban suicidándose. Que aquel que más sonríe es el que más sufre por dentro. Que la felicidad no puede ser captada por una selfie, o que estar feliz no siempre es una realidad sino una pared que blinda tu verdadero estado. Antes, en un pasado para nada remoto, nuestras madres nos decían «no te fíes de quién mucho ríe». La sociedad ha pasado de perseguir a la sonrisa, prohibiendo reír incluso  cuando te hacían cosquillas,  a estar permanentemente exhibiendo  felicidad digital intangible.


Espero haberos hecho sonreír con este artículo, o post, o cómo queráis llamarlo. Y sí, soy feliz, no sé bien por qué, porque mi vida dista mucho de ser fácil, pero soy alegre y me siento feliz solo por SER, no sé si así llegaré al éxito, llevo 47 años esperándolo o tal vez ya lo haya conseguido y no sé distinguirlo. Pero, hay algo que tengo claro, no busco la felicidad porque no es algo que se encuentre, solo puede sentirse por dentro, aunque a veces no sonría. 
¡Sed felices, si os apetece!

martes, 16 de enero de 2018

La cuarta pared


Esta semana estoy leyendo sobre cine y videojuegos y aparece constantemente referencias a  "la cuarta pared”.
El concepto  cuarta pared nace en el teatro, si pensamos en el escenario entendemos que tiene tres paredes físicas y visibles, una en el fondo y dos a los lados, pero en frente suele estar el público, es ahí donde debería estar la cuarta pared. Normalmente se entiende por derribar la cuarta pared cuando el espectáculo, sea cine, teatro o videojuegos, consigue interactuar con el público y sorprenderle. Es un objetivo de casi todas las artes, sorprender e interactuar con el espectador. Se me ocurren muchas películas pero propongo una divertida donde aparece otro modelo de superhéroe, DeadPool, de Marvel Comics protagonizada por el fabuloso Ryan Reynolds. El peculiar anti héroe en mallas se pasa toda la película hablándole al espectador. Nos esforzamos por implicar al espectador o consumidor de nuestro contenido a través de recursos tecnológicos complejos y sofisticados y hemos olvidado que la clave está en el argumento y la gramática, el uso del YO.

Literariamente no pensamos en la mítica cuarta pared. Nos obsesionamos por describir y narrar pero el lector quiere vivir en primera persona, llegar a una escena antes que el propio protagonista. Tenemos que usar más la primera persona, abusemos del YO.  Socialmente se castiga  el uso del Yo, nos enseñan a silenciar nuestro ego pero los videojuegos lo han potencializado, de ahí su éxito.
Cómo  conseguir que un niño lea una historia escrita en tercera persona cuando puede ser el protagonista de la aventura que elija a través de un simple clic en el teclado. Los videojuegos y el cine empoderan al espectador  mientras que la lectura en tercera persona lo somete. Tenemos que relegar nuestro yo para más tarde ante una lectura de algo descriptivo.

¡Tenemos que esforzarnos en hacerlo mejor! Hay que provocar y arriesgar, sin miedo a equivocarse, es parte de la experiencia. Tenemos que tocar y mancharnos de vida para poder hacer sentir a nuestro lector. Todavía recuerdo la descripción del gran Gabo, García Márquez, en Crónica de una muerte anunciada, cuando finalmente se comete el asesinato tan anunciado. Lloré la primera vez que lo leí, sintiendo como se escapaba la vida de aquel joven por una causa tan estúpida y simple. O cuando falleció, Selma, la princesa protagonista en De parte de la Princesa Muerta, de Kenizé Mourad. Es posible hacer vivir al lector tan intensamente como cuando creamos los protagonistas, pero sin duda no es fácil.

Nos enfrentamos a lectores cada día más desentrenados en el hábito de la lectura y con más medios disuasorios, por lo que tenemos que escribir mejor y encontrar historias que empaticen y le hagan emocionarse. Es una necesidad forzosa o la lectura como hábito y como pasatiempo pronto desaparecerá. 

Me gusta el concepto de 'cuarta pared' para el entorno emocional, creo que las personas estamos rodeados de nuestro pasado, como pared trasera, nos rodea nuestra intención de ser y justo enfrente, la cuarta pared que nos limita y nadie ve: nuestros miedos. Rompámos esa pared y aparecerá el futuro.

martes, 9 de enero de 2018

Imaginación o creatividad

Imaginación, según la RAE, es la Facultad del alma que representa las imágenes de las cosas reales o ideales... Y creatividad es la capacidad de crear, hacer. Muchas veces confundimos ambos términos.
Después de unas celebraciones mágicas y creativas, es más fácil de entender el hecho que se confunde la ilusión con la imaginación y la esperanza con el mito;  lo que nos hace preguntarnos qué somos creativos o imaginativos.
Si la imaginación es una facultad del alma, todo aquel ser vivo que posea alma será imaginativo. Pero no todo ser imaginativo tiene capacidad creativa.
Creatividad implicar crear, hacer, construir y la imaginación es una facultad, un don que nos viene dado por nuestra genética. Es curioso como la imaginación ha sido malentendida y perseguida a lo largo de la historia de la humanidad. Ahora, desde la nueva definición, esta persecución resulta estúpida porque es imposible hacer al hombre menos imaginativo a través de leyes o castigos pero sí menos creativo.
Personalmente, creo que el ser humano es una especie contestataria y revolucionaria también  desde la perspectiva biológica y que cuando el hombre fue consciente de este terrible poder desarrolló todas las herramientas posibles para adormecer esa capacidad imaginativa salvaje. Una imaginación dominada implica una creatividad muerta.
Y qué herramientas son las que han modelado la imaginación del ser humano hasta nuestros días: la educación, la religión y la política…entre otras. Con la educación se etiqueta  a los individuos más contestatarios como los más inservibles para la sociedad establecida. Con la religión, se modela la imaginación del ser humano para olvidarse de sus propias capacidades y otorgárselas a un ser ajeno e irreal. Con la política se ratifica los poderes de la educación y la religión bajo una supuesta libertad democrática que el propio individuo elige. Es decir, el ser humano vive cada día de forma libre en un sistema que se esfuerza por adormecer sus dotes inventivas bajo el recuerdo constante de sus deficiencias y sus discapacidades. El hombre vive para negarse a sí mismo todos los días de su vida, esperando morir para encontrar a un dios que tiene todo lo que él es capaz de ser, pero como no se lo cree jamás lo desarrolla.  
Si este texto os ha estresado y os incomoda, tranquilos, hay una vía de escape, una herramienta de liberación: la lectura. Sí, cuando leemos somos nosotros mismos. La lectura alimenta nuestra imaginación y la potencia. Despierta deseos dormidos, recuerdos y posibilidades olvidadas. No hay lecturas buenas o malas, no hay adoctrinamientos si lo que leemos lo hacemos desde nuestra imaginación más dormida. Porque aquello que desea dominarnos puede hacer renacer ideas opuestas y conseguir liberarnos. Leed y seréis libres de vuestro peor enemigo: Vosotros mismos.

El mundo de las capacidades libres no es mejor ni más seguro, porque nada lo es, solo es eso, más libre. No se compite con los demás solo contra uno mismo, por  lo que nunca existen vacaciones para los rebeldes de las ideas, ni horarios, ni pagas extras, tampoco  el éxito ni el fracaso, solo el ser, libre. Parece sencillo pero nadie nos ha educado para SER solo para saber estar. ¡Feliz batalla, lectores!