Dicen que las
personas tenemos una consciencia colectiva, de hecho dicen que la tienen todas
las especies orgánicas. Émile Durkheim, 1858-1917, fue el primero en creer que
los individuos son el producto de fuerzas sociales complejas y no pueden
entenderse fuera del contexto social en el que viven. Según Durkheim, esta
conciencia colectiva difiere totalmente de las conciencias individuales que la
forman.
No he encontrado
forma mejor de expresar como me siento, totalmente en disonancia con el
contexto social en el que vivo. Todo lo que aprendí, lo que escuché de niña, lo
que la educación me dijo que era correcto, no se ha cumplido, por ejemplo:
Si dices “por favor”, te responderán “gracias”.
La justicia es igual para todos.
Quien bien te quiere te hace llorar…
Mentiras,
mentiras y más mentiras.
Desde la práctica vivencial solo se me ocurrió buscar el botón simbólico dentro de mí
misma y resetearme. Borrar todo lo aprendido, básicamente por supervivencia
económica y emocional: no puedo permitirme luchar ante una justicia injusta y
necesito recursos económicos para seguir disfrutando de mi vida de princesa corcel *. He decidido
dejar a todos los “otros y otras” atrás, que sigan siendo ratas*, ya no intento cambiar al mundo,
al fin y al cabo llegué a él con los
mismos conflictos que existen hoy en día. Solo pretendo construir mi universo
privado y seleccionar a quien entra y sale de él bajo mis criterios,
ideología empírica buena o mala pero siempre mía.
Creo que la
sociedad nos vende la moto con esto de la colectividad, el corporativismo…Es
como si te convirtieras en mejor persona por participar en movimientos. Siento
que etiquetarse implica limitarse. Estas nuevas mayorías tan , friendly, amigables que no pueden verte
o identificarte con claridad sino te incluyen en alguna corporación, al momento te declaran "enemigo público". Sí, el pensar por uno mismo hoy es una amenaza para esa mayoría
fanatizada. Te etiquetan de egoísta, y
pregunto yo, «¿por qué ser egoísta es malo?» Nadie nos enseña a querernos pero
sí a respetar al prójimo como una fe devota. Y si el prójimo ese resulta ser
tóxico y asfixiante, ¿también lo respetamos? … Estoy tan harta de mayorías, de
los modales, de los pacíficos que en nombre de la paz empiezan guerras. De los
simpáticos que insultan y avasallan. De los triunfadores que han llegado al
éxito con trampas y delitos, de los simpáticos, de los que caen bien, y de los que dicen
tonterías y se les ríe sus gracias.
Si hoy la mujer
del siglo XXI es todo eso: triunfadora, fuerte, acosadora, luchadora ( en
sentido bélico), rechaza el amor como una debilidad, independiente de su cuerpo y de
su biología y devastadora del Planeta, exactamente igual que lo ha sido el
hombre, pues me declaro mujer de extrarradio*
temporal…Es decir, de un tiempo indefinido que puede ser entendido como
futuro, para algunos, o bien como pasado para otros.
Soy mujer
dependiente de lo que me gusta y de todo lo que amo, constructora de sueños y
amante de la madre Tierra, soy perdedora de guerras y andanzas varias,
especialista en desaprender lo aprendido,
mi religión es mi biología, mi cuerpo un templo en el que se guarda mi
esencia inmortal, pierdo el Norte a cada paso y en el siguiente encuentro el
Sur, me enamoro de todo lo vivo que vive en mí y fuera de mí. Y así no se llega muy lejos, y quién sabe a
dónde tenemos que llegar. De momento, estoy aquí, conmigo, todo lo demás puede
esperar otro siglo.
Nota:
*Alusiones
a canciones de Melendi:
El Gordo y el Narco, …de consuelo me queda que seguís siendo ratas
y yo sigo siendo corcel…
Baby de extrarradio…..en la guerra como
en el amor, todo vale, y siempre queda un perdedor..