Se acerca el día
del orgullo gay, todo se llenará de diversidad y colores. Creo que el universo
es así: diverso y lleno de todo y de nada a la vez.
El universo debe
de ser gay, así como yo, me declaro gay, sí, a pesar de ser heterosexual cien por cien según la escala de la bisexualidad actual. Ser gay no tiene nada que ver con el
sexo. Decir que alguna persona es gay solo por ser homosexual me parece
limitador. Ser gay implica mucho más que las tendencias sexuales. Ser gay es
ser maternal, indistintamente si se es hombre, mujer o viceversa. Ser gay es el
sentido más amplio de la maternidad, del sentido femenino holístico y
reparador. Porque no se es más mujer o mejor madre por haber parido. Parir y
procrear es algo físico pero ser gay incluye tantos matices que solo cuando
estas en una familia gay como la mía se alcanza la iluminación de la
transversalidad humana.
Sí, me declaro en
una familia gay donde todos somos heterosexuales y además apátridas,
agnósticos y mal educados. Importante este último dato, ser maleducado implica
que hemos desaprendido todo lo que la educación convencional nos inculcó y lo
rechazamos como principio. No respetamos al padre por ser padre, no respetamos
al anciano solo por ser anciano, no respetamos al político solo por ser
poderoso…No respetamos a quien no respeta y no se merece ser respetado por sus
méritos de ser humano.
La vida me ha
dado la oportunidad de crear una familia patriarcal y convencional y también me ofreció la oportunidad de ser devorada y
aniquilada por esa misma familia. Ahora, he sido recogida por una nueva familia gay,
me han adoptado literalmente y camino entre ellos, ellas y viceversa con tanta
curiosidad como si fuera una niña de apenas cuatro años, que son los que tengo
en mi nueva vida. La vida gay es abierta, llena de talento y sensibilidad, cada
uno puede ser lo que quiera ser. Siempre con tres normas: ser educado, feliz y
hacer felices a los demás. En una familia gay todo fluye hacía donde le apetece
y cuando alguien está mal todos lo ayudan, colaboran entretejiendo hilos
invisibles que consiguen una tela de araña de amor y confianza ilimitados.
Todos son bienvenidos, nadie pregunta nada, bueno yo a veces sí, pero ya todos
asumen que soy la preguntona del grupo, ellos responden con sonrisas a mis
preguntas…La mejor manera de resolver tus dudas es conviviendo. Ver que la paz
y la fraternidad es posible sin obligaciones ni condiciones.
En el mundo gay
tampoco existen las jerarquías de la edad, no existen conceptos de viejos ni
jóvenes como en el mundo patriarcal. La edad es la que cada uno siente. Se
respeta por igual a un joven que a un anciano. Lo importante es cuidar el
cuerpo, este continente maravilloso que nos permite interactuar con lo que nos rodea. Hay que
cuidarse para estar bien con uno mismo y poder ofrecer ese bienestar a la
comunidad. Es una familia en la que todos cuidamos de todos.
La revolución gay
ha llegado para salvarnos. Es la nueva redención. Los niños adoptados o nacidos
en familias gays serán seres humanos con capacidades emocionales
todavía por descubrir. Personas educadas para amar y respetar a todo y sobre todo
a ellos mismos. Mientras, el obsoleto patriarcado obliga a no respetarse uno
mismo para conceder poder a terceras personas o a ideologías estandarizadas. Culturas monoteístas de la violencia y el
odio transmitido por ADN. Esta revolución llega para establecer un nuevo orden,
el del amor en cualquier forma. Lo importante es amar aunque sea solo por un
rato. Y sentirse amado no solo por un amante furtivo sino por toda la comunidad.
Yo me siento amada en mi comunidad gay.
Orgullosa de ser
gay, heterosexual pero siempre gay, no
solo el día del orgullo sino los 365 días del año.
No hay comentarios:
Publicar un comentario