jueves, 13 de octubre de 2016

Descubriendo espacios

Hoy dedico este post a todos los que no sabemos dónde está el Norte, como el tan intrigante Colón, no tenemos ni idea dónde está la derecha ni la izquierda y por ello solo vamos hacia adelante. Gracias a ello nos perdemos y justo por eso siempre nos encontramos.

Hace unos días, debido  a mi gran capacidad* para no orientarme y  no conseguir entender  la voz del GPS que lleva mi coche, acabé dando vueltas en una rotonda al otro lado del Túnel de la Rovira en Barcelona. De pronto me di cuenta que nunca había estado en aquella parte de la ciudad. Detuve el coche encima de la acera y me bajé a observar la montaña y la riera que estaba perfectamente ajardinada.

 Sentí que ya había estado allí antes, y me vino a la cabeza las andanzas de los protagonistas de nuestra novela, En el mirador de los sueños de Felip Ródenas. Mis ojos veían calles convertidas en avenidas amplias, rieras en zonas ajardinadas y la montaña que separaba dos formas de vida: la de las chabolas del Carmel de las opulencias del Barri de Gràcia. Las voces de los niños protagonistas del libro cazando gatos para sobrevivir me invadieron y los buscaba entre los árboles ordenados y bien cuidados que ahora lucen tranquilos y orgullosos de pertenecer a un barrio recuperado y moderno en una ciudad donde las clases han desaparecido aunque no los privilegios.

Experimenté en primera persona y a ras de piel la importancia de la descripción espacial en las novelas. El lector está ávido por andar los caminos que el autor le presenta. Quiere  sentir que se traslada al espacio en el que está el protagonista y agradece ver y sentir lo mismo que él. ¡No es fácil! Muchas veces puede arrastrarnos la historia, los diálogos, los personajes que se rebelan y nos dominan haciéndonos descuidar el entorno, la escena o el espacio dónde ocurre todo.

Recordad que estamos en una sociedad cada día más visual, necesitamos ver y sentir, mejor en 3D. Es un reto para el escritor que debe poder transportar al lector a todos los espacios con el máximo de detalle para que vea lo mismo que ve el personaje de ficción, pero sin aplicaciones de realidad virtual, solo con la palabra.

Tengo la capacidad* innata de no poder entender  un mapa, sin embargo no olvido las ciudades que he descubierto a través de novelas y obras que me han hecho amar, matar o llorar por sus calles.

*No me he confundido, he escrito “capacidad”, he decidido que no tengo incapacidades, o dificultades,  solo capacidades distintas.

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