Según la RAE, la
felicidad es un estado de grata satisfacción física y espiritual. O bien, la ausencia de inconvenientes o
tropiezos…
¡Vamos a
recapacitar! Cómo puede ser que exista algo sin inconvenientes ni tropiezos. Esta
reflexión nace de mi estado de infotoxicación a la exposición de artículos sobre la
felicidad en todos los ámbitos de nuestro día a día. Quiero reivindicar el
derecho de sentirme feliz cuando a mí me apetezca. «Entre la constante
felicidad y la eterna juventud» así no hay quien sobreviva al día a día en
comunicación. Hace unas horas me pillé a mí misma sonriéndome en el espejo. ¡Pero dónde vamos a llegar! Es
que si no sonrío no estoy al día. Me siento más vieja, más cansada, menos
inteligente. Ya tengo esas arruguitas tan molestas a los lados de los labios de
tanto sonreír. Pero he decidido acabar con esto, ya.
Se acabó el
esforzarme por ser feliz en el trabajo, feliz en casa, feliz paseando al perro.
Feliz cuando tengo una mala noticia, -porque podría haber sido peor-, feliz de
hacer felices a los demás. Tengo que escribir feliz sobre cosas complicadas y
que el lector sea feliz al leerlo…La felicidad cansa, y mucho.
Además, ahora los
couchers, orientadores laborales de éxito, dicen que si encuentras la
felicidad llegará el éxito. ¿Cómo sé que tengo la felicidad? ¿Dónde se compra?
¿Cómo se adquiere ese estado de grata satisfacción constante? Hace unos días
escuché en un programa de radio que la operación estética más solicitada era la
de ponerse unos hoyuelos a ambos lados de la boca. Reflexiono y me visualizo con esos extraños
agujeros en mis mejillas, creo que pareceré el mítico Yoker o más bien el
temible payaso de It, película de Stephen King. Porque no por mucho sonreír se es
más feliz…
La sociedad ha
olvidado que los payasos acaban suicidándose. Que aquel que más sonríe es el
que más sufre por dentro. Que la felicidad no puede ser captada por una selfie, o que estar feliz no siempre es
una realidad sino una pared que blinda tu verdadero estado. Antes, en un pasado
para nada remoto, nuestras madres nos decían «no te fíes de quién mucho ríe».
La sociedad ha pasado de perseguir a la sonrisa, prohibiendo reír incluso cuando te hacían cosquillas, a estar permanentemente exhibiendo felicidad digital intangible.
Espero haberos
hecho sonreír con este artículo, o post, o cómo queráis llamarlo. Y sí, soy
feliz, no sé bien por qué, porque mi vida dista mucho de ser fácil, pero soy
alegre y me siento feliz solo por SER, no sé si así llegaré al éxito, llevo 47
años esperándolo o tal vez ya lo haya conseguido y no sé distinguirlo. Pero,
hay algo que tengo claro, no busco la felicidad porque no es algo que se encuentre,
solo puede sentirse por dentro, aunque a veces no sonría.
¡Sed felices, si os apetece!
No hay comentarios:
Publicar un comentario