miércoles, 31 de enero de 2018

¿Qué significa ser escritor?

Gracias a un comentario  de un lector en un artículo titulado, ¿Por qué escribimos?, nace este post de hoy. El comentario fue una reflexión  inspiradora que llega en un momento en el que estoy de tránsito como editora literaria.

Creo que el transitar, como sinónimo de cambio, refleja mi estado profesional, si bien trabajo más y mejor que nunca en un ritmo frenético de edición de contenido en formatos y en temas que me obligan a esforzarme exponencialmente, pero me aleja de mis primeros deseos de buscar la edición literaria para evitar el mundo ejecutivo y mercantil. En estos últimos cinco años mi vida ha cambiado mucho, afortunadamente siempre para mejor, a pesar que el modo de cambio podría haber sido más “aburrido”, lo dejaré en este adjetivo, de momento.

Si reflexiono sobre el porqué decidí dedicarme a la edición de ficción literaria, aparece la siguiente respuesta:  por mi incapacidad para escribir. Y en segundo lugar, por mi fascinación hacia la mente de un escritor. Quería llegar más lejos, reconocer entre un alma de alguien que capta e inventa historias y la de otra persona que no puede hacerlo. Existe una diferencia intangible pero real.

“Un escritor es un lector nato” así lo argumenta este lector en su comentario. Estoy completamente de acuerdo  pero se ha dado el caso que gente que no ha tenido acceso a la lectura, también,   ha llegado a ser inventores de historias y sintetizadores de emociones sobre papel. Creo que es un don,  y después de estos años he conocido escritores que han luchado por bloquearlo.

Ser escritor y no querer serlo es un gran castigo, casi un tormento para la persona que lo sufre. Esa lucha interna destruye al individuo y esconde el don pero no puede adormecer la necesidad y aparece en otras formas creativas silenciadas que le queman por dentro.
Ser escritor implica el convivir con ese don, de forma consentida o sin sentido, implica dominar esa capacidad de escuchar frases que se escriben en un espacio –tiempo solo descifrable para él. El entender situaciones que para otras personas pasan desapercibidas. El escritor  siente mucho más de lo que escucha o de lo que las palabras significan. Puede ver luz en una noche cerrada o verdad en una farsa.
Pensándolo mejor tal vez es un don doloroso, solo se calma cuando se lee a sí mismo y vuelve a la luz del mundo real cuando es leído por otras personas. Ahí acaba su ciclo, pero no su castigo porque puede volver a sentir la necesidad de escribir en cualquier momento.

Ser escritor es una fórmula cósmica variable: un porcentaje de dios, un porcentaje de demonio, una parte de imaginación, dos de creatividad, y tres de ingenio aprendido...Como toda fórmula magistral hay algo de mágico y secreto en esa personalidad.

Ser escritor implica condena y don por igual, si miro hacia atrás creo que aquellos escritores con más ego y sentido de la corrección son los que menos don tienen aunque suelen aparentarlo con formas literarias que confunden. Ahora que ya no busco escritores de forma sistemática como antes, me encuentran ellos a mí. ¡Bendito futuro, qué nos deparará!

1 comentario:

  1. La fórmula magistral tiene dos componentes, siempre que hablemos solamente de "ser escritor": talento y perseverancia para tallar el talento.
    No hay ningún otro ingrediente en la fórmula para ser escritor.
    Los otros ingredientes ya fabrican otro tipo de sujetos: persona que piensa que escribe y quiere publicar un libro; persona que quiere vivir de la literatura porque alguien le dijo que escribía; persona que conoce las reglas pero no tiene un atisbo de creatividad; y por supuesto, un muy largo etcétera de variables.
    Bien decís: claro que es un don. No es otra cosa que un don y los dones no se reparten en la feria de la esquina, sino que se nace o no se nace con ellos. Vos le decís don. Yo también le digo don. En este caso, en la fórmula puse talento, pero es don.
    Por supuesto que el proceso creativo es algo gestacional si realmente el que escribe tiene el don y lo vuelca. Muchas veces duele más de lo que satisface y hablo de la cosa íntima, no de que te lean o te dejen de leer. Hablo del proceso de volcado de la obra a la palabra escrita, porque no es que uno se sienta e inventa o no de manera aséptica. Si un escritor no pone víscera en lo que escribe, no busca su expresión propia, se queda ahí, en la gris modestia del montón que aspira a un don que no le tocó en el reparto.
    Son opiniones, por supuesto.
    Saludos, Ángeles.

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