miércoles, 20 de febrero de 2019

Febrero, un mes extraordinario

Hace días que me ronda la necesidad de hablar de febrero, ya he comentado en anteriores post que celebro el año nuevo chino con lo que enero pasa sin pena ni gloria por mi existencia, estoy pensando en cambiarle el nombre por « mes trece» en lugar de «enero» porque en mi estructura temporal ilógica es el treceavo mes del año, además creo sinceramente que enero tiene algo de “mal fario” o mala suerte porque es un mes extraño en el que se mezcla el principio y el final de algo que no acabo de entender. Si alguien me juzga de pretenciosa por inventar un calendario pret-a-porter para mi alocada vida, le invito a pasearse por la historia de la humanidad y a descubrir que el calendario y el cálculo del tiempo han ido cambiando en múltiples ocasiones. Este blog es un espacio de inconsciencia digital o sea que no pretendo dar lecciones de historia de la humanidad a nadie, así que ya cada uno decidirá si busca información o no sobre la historia del calendario occidental. 

Enero pasa sin pena ni gloria por mi existencia, estoy pensando en cambiarle el nombre «por mes trece» en lugar de «enero»


Volvamos a febrero, un mes chiquitito en apariencia pero muy grande en esencia. ¿Qué mes del año es tan poderoso como para ponerse o quitarse días así sin más? Al parecer la humanidad tiene un exceso de tiempo, sí, sobran unas 6 horas al año. Ante la imposibilidad de guardar esas horas, “incómodas”, en algún tipo de recipiente que permita a cada ser vivo usarlas como mejor le apetezca, pues alguien decidió añadir un día a los 365 habituales cada 4 años. De ahí el año bisiesto. Y en mi reflexión, para nada académica, me atrevo a afirmar que ese tiempo sobrante para la humanidad es un tiempo femenino. Lo crean los propios movimientos de la Tierra, ni ella misma se aclara sobre cómo rotar sobre sí misma y avanzar por la Galaxia a la vez. ¿Qué puede haber más femenino que la confusión tiempo-espacial? Y que de esa confusión nazca tiempo. Tiempo de más. ¿No es extraordinario? 

Ese tiempo sobrante para la humanidad es un tiempo femenino. Lo crean los propios movimientos de la Tierra


Toda esa esencia femenina, de tiempo, vida y renacer, eso es febrero. El mes del cumpleaños de mi madre, del de mis mejores amigas, el mes del inicio del calendario chino, del carnaval. El mes que marca el punto medio del invierno y mientras los países nórdicos descansan bajo centímetros de nieve, en los del sur se nos empieza a despertar la primavera, los días son más largos y los amaneceres en el mar dejan de ser rojos para empezar a ser azules. 
El mes de los acuarios, con nombre de agua pero espíritu de aire, todos son contradicciones y contrastes en este mes. Cómo pueden convivir las orgías del carnaval con la celebración de San Valentín. Otra celebración contradictoria porque el amor no se tiene que celebrar sino más bien disfrutar. 
Afortunadamente a mi Cupido, ese asesor gordito y alado al que cada día le cuesta más volar y acertar con sus flechas, me recomienda atar en corto a mis miedos para poder empezar algo y yo, como siempre, prefiero agitar al tiempo y ponerlo en el lugar donde le corresponde: ese sitio debajo de mi cama donde se mezclan polvo y pelos de gato. Ya me calmaré cuando me muera que para eso tenemos toda la eternidad, mientras, pienso seguir jugando con cada uno de los días cortos y juguetones de este mes extraordinario: el mes en el que nací, Febrero, un mes extraordinario.

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