jueves, 14 de mayo de 2020

Vidas provisionales


Escribo desde la fase 0 de una desescalada que nos debe llevar a una anhelada normalidad. Hoy he ido al centro de la pequeña ciudad donde vivo y todo parece resurgir. Caminaba como si fuera una superviviente que viera todo por primera vez. Me he dado cuenta que sonrío mientras camino a pesar de que la mascarilla que visto no deja ver mi sonrisa. Siento que la gente sonríe también. Nos alegramos de vernos aunque no nos conozcamos. ¡Estamos aquí y estamos bien! Qué fácil y sencillo sentirlo, y a la vez, resulta  un gran motivo de celebración. 

Percibo una nueva energía que nos cambiará a todos o tal vez ya nos ha cambiado y por ella nos sentimos  «nuevos». Así es como  me siento, nueva, «nueva de mí», a pesar de que mi físico se ha deteriorado, imagino que el de todos, y no a nivel estético sino a nivel muscular. Tal vez nuestra mente ha cambiado y con ella nuestra «alma». Las personas con las que he hablado han sido felices y productivas durante el confinamiento. Productivas sobre todo con ellas mismas: se han cuidado más que nunca y han aprendido a disfrutar de todo lo que tienen en casa. El salir al mundo exterior se ha convertido en una obligación que rompe esa producción holística de autoservicio y auto beneplácito.

Existe una teoría en Psicología que llama, «vida provisional», a la que se tiene cuando se pasa un tiempo en la cárcel, o en un hospital, o en un confinamiento. En mi caso creo que la vida provisional la llevábamos todos antes de esta pandemia. Una vida subrogada a los demás, llena de huidas de nosotros mismos. Cuando tienes que convivir contigo mismo durante más de 50 días, sin fugas efímeras, aprendes a reconocer que lo que no echas de menos es lo que te deconstruía de más. Nos hemos desintoxicado de tantas cosas y de tantas personas innecesarias en nuestras «vidas pre pandemia» que somos «nuevos nosotros».

Siempre había entendido que se necesita mucho tiempo para construirte y muy poco para romperte. Hemos tenido tiempo, horas y horas para creer y crear nuevas versiones  de nosotros mismos que deberemos cuidar en un futuro próximo y no contaminar con viejas costumbres. Recuerda que derribar lo construido es casi instantáneo.  Por ello el peligro de los que abogan por la incongruente «nueva normalidad». Quién quiere ser «normal» pudiendo ser extraordinario. Qué obsesiva costumbre tienen todos los estados con hacer «normales» a sus ciudadanos. ¡Dejadnos ser extraordinarios! Porque así nacimos.

En mi opinión personal, si miro históricamente a otras guerras, veo una obsesiva necesidad de reconstruir lo derrumbado pero no de crear algo nuevo. ¡Derrumbamos y volvemos a construir! Así un siglo tras otro. Tal vez, por esa razón llegamos a esta pandemia con los niveles de humanidad tan precarios. De hecho, propongo extinguir la palabra «humanidad», hacer un encuentro global transgeneracional y buscar una nueva palabra que nos defina como especie y demuestre nuestro regreso al reino animal con humildad y agradecimiento y olvidar  nuestro propio inframundo humano pasado. Que las nuevas generaciones no asocien al ser humano con  matar y esclavizar como formas de economía global normalizada.  

Cada uno de nosotros tenemos una oportunidad de reinventarnos de la forma que mejor nos parezca, no existe una forma de proceder única y estandarizada para reinventarse, a pesar de que los medios digitales están inundados de nuevas ideas de autoayuda. Tal vez, esa es la cuestión, ya no vamos a necesitar la «auto ayuda» en ningún ámbito, porque vamos a ser capaces de ayudar a los demás aunque sea solo con una sonrisa y un «buenos días» mientras esperamos en cualquier cola, de las tantas que hay en cada ciudad. No está mal hablar a dos metros de alguien que no conoces, si lo piensas con detenimiento resulta hasta poca distancia, las palabras también acarician y nos hacen vibrar.  Después de llevar casi tres meses hablando a un  clic de otra persona, dos metros de distancia real no me parece tanto.

Listos para la fase 1: Susurrar con la mirada mientras nuestros labios permanezcan ocultos.




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