Amor-odio, Barcelona-Madrid, dualidad insalvable |
Después de la resaca del partido del sábado entre el Barça y el R. Madrid en el
Camp Nou, dedico este artículo a todos los seguidores madridistas porque
jugaron mejor y ganaron en un día especialmente emblemático para los
barceloneses: el homenaje al eterno Johan Cruyff.
Rompo uno de mis
principios editoriales: no hablar de política ni de fútbol. Pero lo haré desde
una perspectiva diferente, las palabras,
sello de origen y nacimiento de todos nosotros.
Barcelona y Madrid no solo se diferencian por los
equipos de futbol y el tener o no tener playa, existe una gran cantidad de palabras que se llevan de serie cuando
naces en una u otra ciudad.
Aquí van algunos ejemplos
En Barcelona
quedamos para “hacer” un café,
mientras en Madrid se “va de cañas”.
A Barcelona se “baja” en tren, indistintamente de
donde seas o a dónde vayas. Mientras que a Madrid se “va” en tren.
En Barcelona
siempre nos despedimos con “Adéu” que significa “adiós” en catalán, aunque estemos en
el centro de Madrid, o bien en la mismísima Plaza Roja de Moscú, siempre usamos
“Adéu” aunque no hablemos catalán.
Sin
embargo en Madrid usan “hasta luego” aunque la intención sea no volverse
a ver en la vida.
En Barcelona, las
personas tienen “carácter o personalidad”.
En Madrid, “talante”.
En Barcelona, las
cosas son “guays” o están “genial”.
En Madrid son “fenomenal” o “molan mazo”.
En Barcelona,
cuando alguien te informa de algo sorprendente respondes: “¡qué me dices!” Y en Madrid,
“¡qué me estás contando!”, o sea en
Barcelona “decimos” cosas y en
Madrid las “cuentan”.
En Barcelona,
usamos zapatos para el deporte que llamamos “bambas” mientras que en
Madrid se visten “deportivas” para
realizar ejercicio físico. En Barcelona vivimos en una “casa”, adosada
o individual, cuando en Madrid se
vive en un “chalet” o en una “torre”.
La lista de esta dualidad insalvable es interminable, estos son solo unos pocos ejemplos que se podrían complementar
con un sinfín de detalles de nuestro día
a día que nos hace irresistiblemente
diferentes, tal vez sea esa perfecta relación que denominan “la
atracción de los opuestos”: condenados
a atraerse, pero a la vez, a no entenderse.
Por si alguien
todavía no lo tiene claro, yo soy del Barça, por nacimiento, es decir porque
nací y crecí prácticamente enfrente del Camp
Nou y sufrí todo lo que ello implica. Por esa razón no sigo el futbol y no
se qué equipo es mejor en el campo. Pero
creo que el mundo del deporte no se
podría entender sin estos dos equipos “tan guays” que, cuando ganan, “bajan” a las fuentes respectivas de
cada ciudad: véase la Cibeles, si gana el Madrid o bien la de Canaletes, cuando el afortunado es el Barça, pero las dos son fuentes.
Yo siempre voy con los que pierden. Es un defecto de fábrica. En los westerns siempre iba con los indios...
ResponderEliminarA mi me resulta muy cómodo decir que soy del Barça, así no tengo que demostrar lo poco que se de futbol, resulta muy práctico.
Eliminar"tanta pasión para nada" de Julio Llamadores, y "19 de diciembre de 1971" de Roberto Fontanarrosa. Un cuento narra la pasión desde el punto de vista del jugador y el otro desde el de los aficionados. Igual no son espectaculares, pero los dos me arrancaron una lagrimilla.
ResponderEliminarLa verdad es que me cuesta entender lo del futbol, pero las pocas ocasiones en las que he visto un partido reconozco que te "engancha" y genera una pasión que se contagia.
EliminarLlamazares!!!!! Maldito corrector....
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