“El detenido por el crimen de
la diputada británica compró libros a un grupo neonazi de EEUU”
Titular de medio de prensa de
la semana del 13 de junio 2016 a raíz del asesinato de la diputada laboralista
J. Cox
Esta semana me ha llamado la atención este tipo de titulares.
La muerte de Jo Cox me ha
afectado mucho por todo lo que implica: como europea, como ciudadana que
crecí en un mundo donde las fronteras desaparecían, como madre, como mujer, no puedo entender que en Europa
alguien, en el siglo XXI, pueda morir por expresar ideas. Este asesinato me deja un poso de impotencia ante los medios de prensa y la sociedad que acusan a los libros como culpables, es simplemente básico y estúpido el acusar a
los libros y no a las armas.
¿Cómo puede
matar un libro? ¿Puede la lectura inducir al crimen? Si
un libro tuviera esa capacidad también la tendría de crear vida, generar
ideas, inspirar romances… Si los libros fueran tan poderosos, no lo sería
también quién los escribe. El escritor podría
dominar voluntades, contralar a personas…
Las administraciones prefieren censurar libros y palabras
antes que detener la producción y el comercio de armas. Me pregunto qué es más poderoso una idea o un arma. Las armas matan en
manos de asesinos. Las palabras lo hacen en mente de dictadores y sociópatas.
Las armas pueden dejar de producirse pero las palabras están escritas y son
inmortales. No obstante los
dictadores o asesinos siempre serán parte de la humanidad y encontrarán
palabras que justifiquen el uso de las armas.
Creo en el poder de los libros en todos los ámbitos posibles, y por
eso mismo os invito a usar la narrativa para dibujar la mejor forma de vosotros
mismos y poder, así, despertar lo positivo e inspirador que hay dentro de aquellos
que os lean. Es una buena manera de cambiar el mundo, reescribirlo y soñarlo
juntos. Lo mágico de escribir es que
nunca sabes quién te va leer, quién va a desarrollar una idea que cambiará la historia después de haber leído aquello que tú has escrito.
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