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martes, 23 de abril de 2024

Mi geranio y yo


Cada día más dragón y menos princesa

¡Feliz Sant Jordi! Hoy he descubierto que me cuesta decir Dia Internacional del Libro. Para mí, Sant Jordi es la celebración más bonita de este pequeño país que no siento mío. Soy una eterna refugiada de la Tierra y una «sinpapeles» para los humanos aborígenes. Mi nacimiento es un accidente en mi vida, como mi vida misma. Hoy no he hecho nada especial, al final he cancelado bajar a Barcelona por alergia a tanta humanidad, he concedido mi tiempo a una personita con la que no habrá demasiadas ocasiones de estar o, mejor dicho, de seguir estando. 

Imagen real del geranio que crece junto al romero.

El trabajo tampoco ayuda a desconectar y más cuando implica conexión y cobertura. Tener que cubrir cómo la gente se llena de letras y páginas con probabilidad casi certera de que no las leerán me resulta más difícil cada día, y lo he delegado.  Hace unos días un heroico profesor de catalán para adultos me confesó que lleva tres semanas para que sus alumnos, funcionarios en su mayoría, elijan un libro en catalán para leer y hacer una ficha resumen. ¡Se han estresado! - así se lo han confesado. Funcionarios de instituciones públicas catalanas estresados por leer en catalán. Un buen aforismo para este día. Una prueba de que la ficción se ha normalizado en nuestra realidad. A mí me ocurre justo lo opuesto, tengo varias listas de libros por leer y voy tachando a un ritmo más lento del que voy añadiendo. Una lista que ahora asumo que no completaré. Mi tiempo es finito y mi inquietud académica infinita.

Empiezo a sentirme dragón y no solo por el fuego que habita en mí, que no se apaga, sino por el peso de mis escamas que se van oxidando de tanto volar. Este año me he alejado de jóvenes caballeros no sea que me alcancen el corazón. Pensándolo mejor no me he alejado, sencillamente les sobrevuelo a mi antojo, mi naturaleza dragón me obliga a alimentarme de caballeros que creen que podrán convertirme en princesa. Y es que no se enteran que cuando naces así solo tienes lacayos. Arlequines que en cuanto dejan de hacerme reír los condeno a las mazmorras del olvido.  Mi colección de rosas propias con pichos sinuosos que más que herir entretienen. En mi mundo, las rosas las regalo yo. Y a mi me regala la Naturaleza, esa que está ahí fuera y dentro de nosotros. Esa que solemos ignorar. Naturaleza todopoderosa y omnipresente en mi vida a la que proceso una fe devota. Hoy esa Diosa auténtica e infinita me ha regalado una flor, salvaje y resistente. Un pequeño tallo verde que llegó arrastrado por el Garbí a mi terraza, una semilla despistada que arraigó en una pequeña maceta junto a un brote de romero. Hace varios años que dejé de quitar lo que se conoce como, hierbas malas, dicen que son aquellas que chupan el alimento de las otras plantas. Pero en mi caso, tal vez por mi gran miopía, no alcanzo a distinguir las plantas malas de las buenas, todas tienen utilidad. En mis tierras las plantas malas son tréboles, la mayoría con tres hojas, pero con intención de tener una cuarta. O plantas sin nombre que florecen en amarillo y alegran todas las macetas. No veo la inutilidad ni la maldad en ningún ser vivo, será un defecto de dragón.  Mi regalo de hoy, del día de los enamorados de Catalunya, es un geranio. Un hermoso y exuberante geranio que me ha brindado una flor lila. No imagino un regalo mejor. Cada día salgo a saludarlo en cuanto me levanto. Una semilla que ha decidido arraigar a mi lado, a gustito, tallo junto tallo, entre el romero y la pared de tocho rojo mediterráneo, amparado de la Tramontana del norte que cuando azota lo hace sin piedad. Mi geranio y yo, parece el título de un libro lo que resulta adecuado para otro 23 de abril sin rosas y sin espinas.    

sábado, 14 de abril de 2018

Escribir, arte antiguo en el siglo XXI


Hace unos días iba caminando con mi hijo pequeño y pasamos junto a un vehículo  que había sido mi primer coche, mi hijo dijo «un coche antiguo». A mí me  resulta bonito y perfecto todavía hoy, con él recorrí media Europa, subí a muchas cimas y a travesé caminos inaccesibles. Mi corcel de la libertad, así llamo hoy a mi actual coche, pequeño y ecológico. Es el mejor coche del mundo porque es mi coche.

Volviendo al principio, al momento “coche antiguo”. La palabra “antiguo” ha resonado en mi cabeza durante días, ¿qué cosas se han vuelto antiguas sin aviso previo? Creo que la lectura es una de ellas.
¿Se puede considerar lectura el ojear los miles de mensajes en nuestras redes sociales? ¿Se puede considerar lectura el despedirse del día con la luz azul de un dispositivo en lugar del roce ruidoso de una hoja de papel? ¿Hace cuánto no leéis un libro de papel? Recordáis cuándo dejasteis de hacerlo.

Todo ello me hace sentir que leer y escribir se ha vuelto un arte antiguo. Hasta el siglo XX se consideraba arte antiguo a las obras creadas en un vago y extenso periodo de tiempo comprendido desde el siglo IV a.C. al Siglo V d.C. Pero eso también se ha perdido, en este siglo XXI, las cosas se vuelven antiguas casi en el  mismo momento de nacer.

Los optimistas pensamos que la lectura está evolucionando a otros formatos, pero realmente empiezo a sentir que el daño es irreparable y que la falta de atención a la lectura conseguirá que  nuestros hijos no lean la cantidad de libros que hemos leído nosotros, los de la generación pre-internet.

Uno de los principales culpables han sido las editoriales y su voluntad de monopolizar el mercado, han prefirido dejarlo morir por asfixia,  lentamente, por falta de oportunidades a nuevos escritores y a nuevos sellos, porque a ellas, a la gran editorial monopolizadora, ya le da igual que la gente lea o no, porque consigue imponer sus contenidos en todos los formatos. Resulta fácil alimentar el ego de libertad de los que creen que leen, aunque yo prefiero decir  los que solo creen y no leen, han olvidado leer porque ya es un arte antiguo y muy pronto será un arte olvidado.

Soy la primera en reconocer que he perdido hábito lector y eso que me dedico a ello. Lo estoy recuperando a ritmo de dos informes de lectura semanales, pero no me compro un libro hace años y no creo que lo haga en Sant Jordi, ya he paseado por los principales escaparates de las librerías asfixiantes y ya sé que autor será el más leído, y qué libros los top-sellers del 2018, me revuelve un poco mi fino estómago pero me refugiaré en mi manta y mis libros antiguos.





martes, 13 de marzo de 2018

Test del párrafo


A pesar de haber comunicado que me alejaba, temporalmente, de la edición literaria me siguen  llegando obras para leer. Elijo las de autores conocidos, o amigos, o alguien que me provoque lo suficiente para leerle a pesar del estrés laboral y personal en el que habito de forma permanente.

Foto real de mi mesita de noche ahora mismo
Mientras hacía informes de lectura, comparando obras, leyendo y volviendo a leer resulta que hice un experimento. Tranquilos, solo experimenté con palabras. Y fui a dar con lo que he llamado: el test del párrafo.
Mi descubrimiento ya existe en la física cuántica y se le conoce como la Teoría del Todo, se podría resumir en una simple fórmula del movimiento de los grandes cuerpos del universo y del átomo más pequeño, algo así como presente, pasado y futuro en un solo espacio-tiempo...¡Que nadie se asuste! no me he pasado al lado oscuro de la ciencia, aunque sigo en el de la tecnología. 

Intentaré explicarlo en el campo de la literatura, se trata de que un párrafo extraído de una obra ( novela, ensayo…) y leído de forma aislada nos da todo lo necesario para saber si la obra está bien o mal escrita.

¡Qué nadie se precipite!, no digo que sepa de qué va la obra solo me refiero a que existe una especie de unidad y estructura cósmica perfecta en todas las cosas, analizando una parte se puede entender el todo. Vendría a ser lo que en medicina se llama “biopsia” de un tejido.

Realmente cuando llegó esta reflexión a mi cabeza empecé a probar y fui a buscar viejos libros leídos hace tiempo y me di cuenta que la fórmula funciona. Un párrafo nos da paz o nos perturba, nos dice si hay equilibrio narrativo en la obra o bien si necesitaremos leer y releer para entender lo que pretendió escribir el autor.

Todo esto me recordó que desde muy joven he tenido la sensación que en los libros reside algún tipo de magia y me gusta tocarlos, mirar sus portadas, sus créditos... Abrirlos por sorpresa con la sensación, más paranormal que pragmática, que el libro me dejará leer lo que yo necesito en ese momento. Así como una persona que echa las cartas, las toca, las acaricia y espera algún tipo de mensaje en ellas, así abro yo un libro. Por eso se acumulan libros en mi mesita de noche, algo de ellos necesito todavía, cuando los devuelvo a la estantería es que ya estoy en paz con ese título.

Esta teoría puede resultar muy útil en muchos aspectos de la vida, aunque no creo que funcione en personas.¿O sí? Tal vez sea yo  más dada a la analítica de la materia, incluso de la cósmica, que de la simple carne humana.

Me gustaría saber si hacéis prácticas en la búsqueda del sentido empírico del test del párrafo, estoy convencida de que os funcionará.

miércoles, 31 de enero de 2018

¿Qué significa ser escritor?

Gracias a un comentario  de un lector en un artículo titulado, ¿Por qué escribimos?, nace este post de hoy. El comentario fue una reflexión  inspiradora que llega en un momento en el que estoy de tránsito como editora literaria.

Creo que el transitar, como sinónimo de cambio, refleja mi estado profesional, si bien trabajo más y mejor que nunca en un ritmo frenético de edición de contenido en formatos y en temas que me obligan a esforzarme exponencialmente, pero me aleja de mis primeros deseos de buscar la edición literaria para evitar el mundo ejecutivo y mercantil. En estos últimos cinco años mi vida ha cambiado mucho, afortunadamente siempre para mejor, a pesar que el modo de cambio podría haber sido más “aburrido”, lo dejaré en este adjetivo, de momento.

Si reflexiono sobre el porqué decidí dedicarme a la edición de ficción literaria, aparece la siguiente respuesta:  por mi incapacidad para escribir. Y en segundo lugar, por mi fascinación hacia la mente de un escritor. Quería llegar más lejos, reconocer entre un alma de alguien que capta e inventa historias y la de otra persona que no puede hacerlo. Existe una diferencia intangible pero real.

“Un escritor es un lector nato” así lo argumenta este lector en su comentario. Estoy completamente de acuerdo  pero se ha dado el caso que gente que no ha tenido acceso a la lectura, también,   ha llegado a ser inventores de historias y sintetizadores de emociones sobre papel. Creo que es un don,  y después de estos años he conocido escritores que han luchado por bloquearlo.

Ser escritor y no querer serlo es un gran castigo, casi un tormento para la persona que lo sufre. Esa lucha interna destruye al individuo y esconde el don pero no puede adormecer la necesidad y aparece en otras formas creativas silenciadas que le queman por dentro.
Ser escritor implica el convivir con ese don, de forma consentida o sin sentido, implica dominar esa capacidad de escuchar frases que se escriben en un espacio –tiempo solo descifrable para él. El entender situaciones que para otras personas pasan desapercibidas. El escritor  siente mucho más de lo que escucha o de lo que las palabras significan. Puede ver luz en una noche cerrada o verdad en una farsa.
Pensándolo mejor tal vez es un don doloroso, solo se calma cuando se lee a sí mismo y vuelve a la luz del mundo real cuando es leído por otras personas. Ahí acaba su ciclo, pero no su castigo porque puede volver a sentir la necesidad de escribir en cualquier momento.

Ser escritor es una fórmula cósmica variable: un porcentaje de dios, un porcentaje de demonio, una parte de imaginación, dos de creatividad, y tres de ingenio aprendido...Como toda fórmula magistral hay algo de mágico y secreto en esa personalidad.

Ser escritor implica condena y don por igual, si miro hacia atrás creo que aquellos escritores con más ego y sentido de la corrección son los que menos don tienen aunque suelen aparentarlo con formas literarias que confunden. Ahora que ya no busco escritores de forma sistemática como antes, me encuentran ellos a mí. ¡Bendito futuro, qué nos deparará!

martes, 9 de enero de 2018

Imaginación o creatividad

Imaginación, según la RAE, es la Facultad del alma que representa las imágenes de las cosas reales o ideales... Y creatividad es la capacidad de crear, hacer. Muchas veces confundimos ambos términos.
Después de unas celebraciones mágicas y creativas, es más fácil de entender el hecho que se confunde la ilusión con la imaginación y la esperanza con el mito;  lo que nos hace preguntarnos qué somos creativos o imaginativos.
Si la imaginación es una facultad del alma, todo aquel ser vivo que posea alma será imaginativo. Pero no todo ser imaginativo tiene capacidad creativa.
Creatividad implicar crear, hacer, construir y la imaginación es una facultad, un don que nos viene dado por nuestra genética. Es curioso como la imaginación ha sido malentendida y perseguida a lo largo de la historia de la humanidad. Ahora, desde la nueva definición, esta persecución resulta estúpida porque es imposible hacer al hombre menos imaginativo a través de leyes o castigos pero sí menos creativo.
Personalmente, creo que el ser humano es una especie contestataria y revolucionaria también  desde la perspectiva biológica y que cuando el hombre fue consciente de este terrible poder desarrolló todas las herramientas posibles para adormecer esa capacidad imaginativa salvaje. Una imaginación dominada implica una creatividad muerta.
Y qué herramientas son las que han modelado la imaginación del ser humano hasta nuestros días: la educación, la religión y la política…entre otras. Con la educación se etiqueta  a los individuos más contestatarios como los más inservibles para la sociedad establecida. Con la religión, se modela la imaginación del ser humano para olvidarse de sus propias capacidades y otorgárselas a un ser ajeno e irreal. Con la política se ratifica los poderes de la educación y la religión bajo una supuesta libertad democrática que el propio individuo elige. Es decir, el ser humano vive cada día de forma libre en un sistema que se esfuerza por adormecer sus dotes inventivas bajo el recuerdo constante de sus deficiencias y sus discapacidades. El hombre vive para negarse a sí mismo todos los días de su vida, esperando morir para encontrar a un dios que tiene todo lo que él es capaz de ser, pero como no se lo cree jamás lo desarrolla.  
Si este texto os ha estresado y os incomoda, tranquilos, hay una vía de escape, una herramienta de liberación: la lectura. Sí, cuando leemos somos nosotros mismos. La lectura alimenta nuestra imaginación y la potencia. Despierta deseos dormidos, recuerdos y posibilidades olvidadas. No hay lecturas buenas o malas, no hay adoctrinamientos si lo que leemos lo hacemos desde nuestra imaginación más dormida. Porque aquello que desea dominarnos puede hacer renacer ideas opuestas y conseguir liberarnos. Leed y seréis libres de vuestro peor enemigo: Vosotros mismos.

El mundo de las capacidades libres no es mejor ni más seguro, porque nada lo es, solo es eso, más libre. No se compite con los demás solo contra uno mismo, por  lo que nunca existen vacaciones para los rebeldes de las ideas, ni horarios, ni pagas extras, tampoco  el éxito ni el fracaso, solo el ser, libre. Parece sencillo pero nadie nos ha educado para SER solo para saber estar. ¡Feliz batalla, lectores!

domingo, 29 de octubre de 2017

¿Por qué escribimos?


Hoy en día prácticamente escribe todo el mundo, las nuevas tecnologías han convertido a muchos objetos en lápiz y papel de fácil uso. El grave problema es que todos escriben pero solo una pequeña minoría lee. Cada vez es menor esa minoría, redundancia  tristemente real, respaldada por los datos de ventas del último cuatrimestre en las librerías ( Octubre 2017). 

Tal y como están las cosas, muchos me dirán: ¿Y quién es capaz de leer con todo lo que está pasando? Pues no hay mejor manera de romper con el ruido de ahí fuera que leer.

La lectura es la primera víctima en estos días de estrés político y convulsión ciudadana, que es inversamente proporcional a la gente que lee, es decir que aumenta el número de ciudadanos convulsos a cada minuto, mientra aumenta el número de quien escribe, incluso sin haber leído primero aquello a lo que responde, pero escribe.

La inmediatez de las redes sociales puede hacer pasar desapercibido un escrito pero no a un escritor de libros, un contador de historias de ficción, que superan la realidad y cautivan a esa minoría lectora. Su mensaje tendrá poca posibilidad de camuflarse y  pernoctará en la mesita de noche anhelando que el lector  tenga algún minuto de paz para robarle unas líneas a su historia.  

Si después de leer este artículo preguntáis a Mr. Google por qué escribir os dará respuestas y consejos de escritores famosos pero tengo mi propia teoría: por encima de la fama, las causas políticas, las monetarias, y más allá de las necesidades creativas, de las influencias de la ficción, de los traumas de unos y de otros, la verdadera razón por la que escribimos es para leernos.

Escribimos para leernos a nosotros mismos, a veces lo disfrazamos de estrategias narrativas como por ejemplo decir que  la ficción dominó mi realidad, el personaje tomó las riendas de mi argumento o bien mis ideas me obligan a escribirlas… ¡Excusas! El escritor escribe para leerse, es decir se envía mensajes a sí mismo, aquello que nunca diría, pensamientos que nunca reconocerá que son suyos, perversidades que le encantaría vivir o que ha vivido pero finge que alguien se las contó, vilezas a las que le habría gustado enfrentarse…Nos enviamos mensajes a nosotros mismos. Nuestro subconsciente intenta comunicarse con nuestro consciente, pero normalmente esos intentos se pierden en nuestro día a día mental.

El por qué existe esa necesidad, aquello que debemos  entender en nuestros propios escritos, eso ya lo debe averiguar cada uno. Es el gran reto de cada escritor, tal vez cuando lo averigüe  pueda dejar de escribir o bien encontrar la vía de seguir haciéndolo en paz.

Por eso os animo a leeros, sí,a retomar manuscritos o borradores antiguos y volver a leerlos, os sorprenderá el resultado. Encontraréis aspectos de vosotros mismos que están aletargados durante años y que intentan ver la luz del  mundo real en forma de personajes literarios.

Romper con la ficción y ser vosotros mismos, aunque sea un poquito cada día.



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martes, 12 de septiembre de 2017

Volver a escribir


Hoy ha sido la vuelta al colegio, no solo los niños se reenganchan a la rutina sino que los adultos también volvemos a intentar retomar aquellas cosas que solíamos hacer. En mi caso, mi reto para este otoño es recuperar la frecuencia de este blog. 

Me duele ver cómo algunos artículos tienen más de 1.500 lecturas y no he sido regular en mi compromiso con esos lectores, fieles o furtivos, siempre bienvenidos. Tengo que reconocer que he sufrido algo de terror escénico, pánico a ser leída, parece ridículo, pero resulta imposible escribir sobre algo literario y no dejarse un poquito de uno mismo por el camino. Todavía más imposible parece que eso de ti mismo pueda ser usado en tu contra. Pero estoy decidida a plantarle cara al silencio y no hay mejor manera que hacerlo escribiendo. 

Os recuerdo que la principal técnica para vencer el miedo a la página en blanco consiste en empezar a escribir, borrar y volver a escribir. Ponerse de pie, dar una vuelta, y volver a escribir… En mi caso, sustituyo el dar una vuelta por prepararme un gran tazón de leche calentita con cacao en polvo (eludiré la marca), os prometo que es lo que mejor me funciona. 

Desconozco en qué situación estáis respecto a vuestra capacidad creativa y si la voluntad de escribir será más fuerte que vuestros terrores de escritores, porque ya hemos hablado que cada uno tiene el suyo. Nunca pensé que podría condicionarme el saberme leída, ¡qué tontería parece ahora! Pero los miedos nunca son poca cosa para aquel que los sufre. 

Ayuda mucho tener claro sobre lo que queréis escribir, en mi caso voy a volver a dar una mirada a nuestras obras, algunas atascadas después del verano, y a otras que se quedaron olvidadas en mi mesita de noche. He retomado la Cúpula de Stephen King, sí, la he empezado en la página 590...Es algo mítico acabar esta obra, me aventuraría a decir que junto al Ulises de James Joyce se convierten en certificados de lector desenvuelto y tenaz. 

Otra técnica para escribir es leer, si no leemos no podemos progresar adecuadamente. Al leer alimentamos nuestras estructuras mentales de alguna forma que no puedo explicar, pero cuando no leemos perdemos estilo narrativo y enfoque descriptivo. Es decir, olvidamos cómo decir las cosas aunque sepamos lo que queremos expresar. 

De momento lo voy a dejar aquí, gracias a todos por vuestro apoyo y vuestra infinita confianza en mí, durante muchas semanas ha sido vuestra confianza la única de la que he dispuesto. Las muestras de cariño me han llegado en diferentes formatos y desde varios países. No os imagináis lo importantes que habéis sido para mí. Saber que estáis ahí, a una línea de mí, esperando leerme despacito y yo, aquí, sintiendo vuestra ilusión en cada letra bajo mis dedos. Pues, a ello,  vamos a leernos y si podemos a publicaros.

Nota: Que este post tan 'blandito' no os haga pensar que no voy a ser crítica con vuestros escritos, ni mucho menos, aquí los espero sin concesiones, más rigurosa y exigente que nunca.



martes, 3 de enero de 2017

Leer implica vincularse


Feliz 2017 desde un espacio no digital, parece ciencia ficción pero es mi vida real, sin servidores, sin las webs operativas, sin actuar en Facebook. Todo está “de revisión y ajustes”. Es algo parecido a “hacer stock” en las empresas de cosas físicas. Las que estamos en internet también tenemos que ajustar y reajustar cosas. Mientras, facturamos y contamos descargas, analizamos comportamientos e intentamos prever qué querrá el lector en el 2017. Estamos releyendo obras que serán impresas. Y obras impresas en otros países que traduciremos. Eso es un gran reto, y vuelvo a tener mariposas editoriales revoloteando en mi estómago. Es una gran responsabilidad tener un título que es un éxito en otro país y presentarlo en tu idioma. Vamos a apostar por el papel sin dejar de tener la presencia en el ciberespacio porque creo haber encontrado la causa de la falta de éxito de las descargas de libros digitales: la vinculación. 

Cuando compras un libro en papel te vinculas a él, te comprometes a leerlo, es una responsabilidad de dos: el libro que está ahí y tú. Una pareja perfecta que puede existir sin molestarse. Un compromiso que se adquiere en una librería y que se desarrolla en la alcoba o en el salón, lejos de la mirada ajena. Pero las descargas vinculan en sí mismas, es una acción que implica un “sí quiero” para siempre y dura segundos el efímero clic.

Mientras que comprar un libro puede ser un mero capricho de comprador compulsivo o un regalo para un tercero, una descarga es una voluntad de compromiso de lectura casi obligado. ¿Quién descarga para no leer? ¿Y quién quiere una vinculación para toda la vida? Habiendo opciones más discretas, si compras un libro y no te gusta, lo dejas en la estantería y sales a comprar otro. Sin embargo si un ebook no te ha gustado, qué haces con él, queda almacenado en la estantería virtual de alguna aplicación de lectura. Pero nadie más puede verlo, no lo sacarás para quitarle el polvo, ni mirarás si te has dejado un puntolibro entre sus páginas, tampoco irás a releer la dedicatoria que quizás alguien, que se ha cruzado en tu camino, haya querido dejarte escrita en la primera página.

¡Ya estamos en 2017! y suena a futuro pero es el presente. Vienen los reyes cargados de regalos y la mayoría de las personas está todavía entre turrones y polvorones pero yo ando con los nervios a flor de piel porque solo pienso que “pasado mañana” es Sant Jordi y hay mucho por hacer. Siento que el país lleva aletargado desde el “black Friday” que os recuerdo fue el 24 de noviembre y como hubo el puente-acueducto de la Purísima sumado a más ganas de vacaciones de navidad, con tanto empacho de fiesta y de parón nacional, aquí todos a correr porque se pasa el año en cuatro días. Y los objetivos de principio de año, como nos descuidemos, ya mejor los dejamos para el siguiente por aquello de no precipitarnos. 

Para los lectores curiosos, no he hecho lista de propósitos como anuncié en Facebook, solo quiero acabar los que me faltan de 2016, que son muy pocos. Cuando haya acabado esos pues formularé nuevos, siempre me queda llegar a tiempo para el año nuevo chino que es en febrero. De hecho ahí empieza siempre mi año. ¡Sed felices!

miércoles, 19 de octubre de 2016

Despegando

Estoy despegando hacia Frankfurt, vuelo hacia la feria del libro más grande del mundo, el avión está lleno de escritores que intentaran vender su libro, editores aburridos de lo que venden, ejecutivos del márquetin y la comunicació. A medida que me adentro en un aeropuerto me siento más libre, una vez en el avión es como el trampolín hacia la nada. Despegar del suelo implica un espacio sin apegos. Desarraigarse de nuestra propia vida. Durante unos instantes te desplazas por el aire sin ningún lastre emocional de los que nos atan al suelo.  El sol y la luna juntos, nubes de fuego delimitan el horizonte como una zona a la que solo se puede mirar pero no hay forma alguna de llegar.

Esta sensación de andar sobre el cielo, de acercarse a  ser dios sin dejar de ser humano, solo hay otra forma de conseguirlo: escribiendo.

Escribir nos permite desarraigarnos de todo lo que somos y poder ser todo lo que nos gustaría. Escribir nos desconecta del mundo como lo hace un avión volando a 10.000 metros de altitud. Nos permite crear personajes a nuestra imagen y semejanza. Podemos construir villanos y princesas, caballeros y criaturas que jamás han existido, todavía. Mundos paralelos o bien un mundo sin todo lo que nos disgusta. Escribir te permite ser el protagonista de tu historia o bien un personaje secundario que puede estar en todas las escenas sin ser visto. Puedes ser hombre, o mujer, animal o cosa, crear vida o arrebatarla. Y sin coger un avión. ¿Qué más se puede pedir?

Me temo que siempre se puede pedir algo más, una única cosa que completa el poder de  escribir, sin la cual ser dios o humano no tiene la menor relevancia: que te lean.


Y es justo por eso que estoy aquí, caminando por las nubes, por este espacio donde solo habitan los ángeles  en el que entro y salgo a mi voluntad, incluso sin necesidad de un avión. Estoy aquí para intentar que nos lean, a nuestros títulos. Poder verlos traducidos y en librerías de otros países. Estoy aquí para decirle al mundo que hay mucho publicado pero que lo que nosotros tenemos es realmente único y especial. Solo vuestro, solo nuestro, y espero que dentro de poco algo más de todos. 

miércoles, 31 de agosto de 2016

La mínima unidad de energía escrita, verbos

Que nadie se asuste por el título, no va a ser un artículo sobre la importancia de una correcta conjugación de los verbos. Es más bien una reflexión sobre la fuerza de las palabras, otra vez,  que vacía es la mano (o ahora los dedos) del escritor al dirigir una pluma o marcar compulsivamente las teclas de un ordenador buscando crear grandes recursos literarios. Todos tenemos en nuestra cabeza la estructura, rígida y aburrida, de sujeto, verbo y predicado…¡Y a quién le importa! Qué puede saber una mano o unas teclas de estructuras cuando tenemos en juego sentimientos y descripciones que deben ser precisas y no cansinas. Decir lo que se quiere decir, sin olvidar lo que puede entender el lector.
Pero disponemos de pequeñas unidades de energía escrita, partículas de contenido que  por ellas mismas pueden dar fuerza a todo: crear angustia ( “ cuidado, mira, corre…”), alegría, sentimiento de velocidad, de miedo, …
Aunque una vez más la realidad, nuestra vida real fuera de lo escrito, no entiende de normas ni recursos literarios porque hay algunos verbos que no pueden conjugarse en imperativo  en nuestro día a día, no puede obligar a otros a sentir lo que la gramática tolera: “´¡Amar! ¡Querer! ¡Desear!” Nunca deben ser imperativos en la vida real.

No obstante, los imperativos son maravillosos como títulos, porque resultan llamativos y nos atraen como si de gritos reales se tratara. Los títulos en imperativo son los mejores, siempre desde mi punto de vista. ¿Por qué? Porque nos hablan a nosotros, nos señalan con cada una de sus letras y si además les acompaña un signo de admiración, la atracción es casi irresistible. Es como si nos incitara a pecar, la idea de coger ese libro con el título imperativo llega a la parte más emocional de nuestro cerebro.
Las últimas modas de títulos van en sentido opuesto a lo que digo, porque la tendencia es usar frases, incluso subordinadas, que llenan toda la cubierta o portada principal del libro. 


Este artículo ha nacido al saber que una de mis obras favoritas en un portal de autoedición está siendo preparada para ser editada en papel. Según la propia escritora están reescribiendo la historia, me entristece eso, todo y que entiendo que hay que adaptar las formas a cada medio. Fueron los verbos de esa obra que me cautivaron, el lenguaje directo, la acción pura. Era como mirar lo que pasaba entre los protagonistas por una pequeña cerradura, experimentarlo con mis ojos de lectora. Ahora siento que eso se perderá que un equipo de redactores y editores marcan las líneas del libro según sus criterios.  Criterios que son solo unos y monotemáticos en este país. 

jueves, 25 de agosto de 2016

Oscuridad inspiradora

Escribo este post a las dos de la madrugada del jueves, lo hago después de leer el mensaje que un aprendiz a escritor me ha enviado a las 24:00 horas, escueto pero contundente: “un miércoles resulta extraño sin tu artículo”. Pues aquí va:

No he escrito por falta de ganas o de temas, es que me encuentro lidiando una batalla de formatos y nuevas herramientas, en parte por la necesidad del sector, en parte por mis necesidades emocionales y egocéntricas. , tengo mi egocentrismo de escritora, aunque solo sea de un blog, modesto, y con poco más de 11.000 lectores.

Entre estas personas lectoras, existe una que ya no puede leer, ni leerme, como lo hacía antes. Una terrible enfermedad ha afectado la mácula de sus dos ojos y sufre una pérdida de visión irreparable, de momento.

Esa persona es mi madre. Por ella estoy pasando todos los artículos publicados a vídeo y audio, sin experiencia en ese nuevo medio ni recursos profesionales de grabación, sin técnicas de vocalización ni maquillaje alguno. Al fin y al cabo ella me conoce así, tal y como soy.

Es curioso que la oscuridad llegue a ella de esta forma tan abrupta, a mí ya me atrapó hace tiempo. Cuando tenía poco más de 3 años me caí desde un segundo piso, al correr detrás de mi hermano y mis primos, salté al vacío de cabeza. Al parecer mi cuerpo quedó en el suelo, ensangrentado e inmóvil, mis padres y mis tíos fueron incapaces de atenderme, llamaron a un taxista, y él me envolvió en una manta y me llevó al hospital. Milagrosamente, estaba bien, no me rompí ningún hueso, me vendaron la cabeza y me hospitalizaron algunas semanas, esperando a que el tiempo pusiera todo en su sitio. No sabían qué daños había sufrido y si volvería a ver.

Lo que sentí aquellos días son mis primeros recuerdos en esta vida, oscuridad. Pero no es un recuerdo oscuro o tenebroso, podía notar la luz cuando era de día y por encima de todo la presencia de mi padre cuando entraba en la habitación, siempre feliz y sonriente. Aprendí a ver la vida desde el oído, a sentir que todo tiene su ruido, hasta lo que no tiene vida como los muebles, el suelo o las paredes.
Tenemos una imagen negativa de la oscuridad. Nos dicen que habitan monstruos y seres malignos. Pero no es cierto. Nunca sé si la oscuridad es la ausencia de colores o la suma de todos ellos, yo la siento como otra forma de luz, percibo calor y paz cuando estoy a oscuras. Aunque amo la luz y siempre estoy en espacios abiertos e iluminados.

Quizás el hecho de que crecí convencida de que cualquier día podría perder la vista de nuevo, o bien porque mis padres vivían asustados pensando que si me dolía la cabeza algo malo me iba a suceder. Afortunadamente, casi nunca me duele la cabeza, y sí, soy muy miope pero miro todo por dentro, siento la luz y la energía también cuando estoy en la oscuridad.

PS: cuando mi hijo mayor tenía 5 meses se cayó del cambiador, no perdió el conocimiento, no se fracturó ningún hueso, tan solo el cráneo. ¡Debe ser algo genético! :)

martes, 14 de junio de 2016

¿A dónde van los besos que no escribimos?

Esta semana se ha hablado sobre la polémica(*) por la creciente afición a la lectura erótica de los más jóvenes. Nuevas tendencias literarias que se abrieron paso, primero, entre los adultos y ahora lo hacen entre los adolescentes. Tengo la sensación que la sociedad tiene miedo, sí, miedo a los sentimientos. Se censura más los temas eróticos que los bélicos.

Nos horrorizamos porque puedan leer cómo amar a otra persona sin embargo no nos sorprende verlos jugar o leyendo temas donde se  despiezan todo tipo de criaturas incluidos seres humanos. Nos sobresalta que lean sobre sexo explícito o maneras de disfrutar de su cuerpo, sin embargo les dejamos que aprendan a usar y a reconocer todo tipo de armas automáticas.

Pensemos entonces, qué nos da miedo: que aprendan cómo besar, cómo  acariciar o cuánto se puede sentir dejándose amar.

Qué sería del mundo real si no hubiera escritores capaces de captar la belleza de una acaricia, la onomatopeya de un suspiro, el éxtasis de una intención y con su magia estilística conseguir hacer sentir al lector que alguien le ama cuando lee, que alguien allá, detrás de cada línea, espera que se acabe el párrafo para disfrutar de su deseo.

La humanidad ha tratado a los niños como idiotas desde el principio de los tiempos y todavía algunos planes de estudio así lo demuestran, pero los niños son solo eso, niños, pequeñas personas con todas sus capacidades focalizadas en aprender, querer y ser felices. No les debemos alejar del amor ni por supuesto  del sexo, con respeto y en la justa medida de su edad, pero cuanto más entiendan lo que es  mejor podrán decidir cuándo es el momento y la persona indicada para dejar a un lado los libros y tocar los sentimientos con su propio estilo narrativo.

Podemos condenar a las siguientes generaciones a un futuro lleno de besos no dados, como decía aquella vieja canción (*), dejemos que experimenten y lean, y sobretodo, leamos con ellos,  aunque se trate de sexo y amor.

Es un tópico, lo sé,  pero sugiero menos juegos de guerra y más libros eróticos, también para los adolescentes.

miércoles, 1 de junio de 2016

Sutil de escritor y sutileza de ladrón

Estaba surfeando por internet en busca de las musas para escribir este post y , harta de pensar en datos estadísticos de informes del 2015 o de los rankings de cualquier feria del libro, una palabra me asaltó sin aviso previo y me puse a investigarla: Sutil y su derivado sutileza.
Y mi sorpresa fue encontrar una descripción completamente distinta para el adjetivo masculino de sutil y el nombre femenino de sutileza. Nuevamente lo femenino y masculino se enfrenta en este circo romano de la literatura.
La R.A.E. define sutil como un adjetivo que significa delgado, delicado, tenue, agudo, perspicaz, ingenioso. Mientras que si buscamos sutileza nos encontraremos diversas opciones como dicho o concepto excesivamente agudo y falto de verdad, profundidad o exactitud. O bien instinto de los animales. También aparece referido a sutileza en las manos como ligereza y habilidad del ladrón ratero…
No es más que un ejemplo de la fina línea que separa una palabra de su significado y que nos recuerda que el trabajo de escritor, es eso, trabajo. Dedicación a encontrar la palabra precisa en el momento adecuado para desarrollar esa idea que tiene en su interior. Porque en un libro las palabras quedan sepultadas de por vida. Y el escritor debe ser sutil en el momento de crear y ladrón con sutileza al captar el alma de las historias y encerrarlas en pequeñas botellas de contenido en un océano de páginas.
Hay alguien que me lee y me persigue sugiriendo siempre que soy “machista”. Por una vez creo que el lenguaje es machista, pero que no vale la pena cambiarlo, tal vez sí adaptarlo pero llegar al extremo de cambiar el nombre de obras de arte o títulos de libros históricos porque no cumplen las expectativas de mentes feministas[*] extremas y enfermas, pues no me parece correcto. Si por ello soy machista, pues lo seré, no vivo mi vida como mujer, prefiero sentirme persona, a secas, soy animal humano del género femenino. Más animal que humano, o eso intento, aunque no siempre consigo vencer mis debilidades humanas con la fuerza de mis instintos.


[*]Feminismo, mi respeto más sincero al movimiento feminista y a mujeres que trabajan por el respeto y la igualdad de la mujer en todos los ámbitos. Muchas de las verdaderas feministas de los años 60 y 70 en España hoy rechazan completamente la lucha feminista de organizaciones extremistas y prácticamente misándricas ( ver misandria) que atacan a todo lo masculino por principio y sin criterio.

jueves, 19 de mayo de 2016

No me cuentes historias, vívelas conmigo

Nuevas necesidades del lector del siglo XXI

Nueva narrativa más visual y emocional
Esta semana estoy valorando obras y las he descartado todas por exceso de narración. La narrativa del siglo XX ha muerto, el narrador omnipresente y lejano cansa y aburre. A nadie le gusta que le expliquen historias, el lector quiere vivirlas en la piel de los protagonistas. Queremos más, ¡ yo quiero más!, más que simple palabras frías y ajenas.

Las formas de comunicación de hoy en día han modificado al lector, a todos los lectores, incluso a aquellos que rechazan la tecnología. Todos estamos sodomizados por las exigencias de la inmediatez. Lejos quedan ya esos 15 segundos de espera y de inquietud creada por una búsqueda insatisfecha en 1998 cuando nació Google. 15 segundos son un futuro incierto, una eternidad. Ahora el WhatsApp  y las redes sociales exigen una respuesta casi automática o instantánea. El lector que espera respuesta se siente abandonado en décimas de segundo.

Nos guste o no, esa es la realidad en la nueva comunicación y debéis de tenerlo muy presente al escribir. Si sometéis a los protagonistas al silencio de un narrador frío y distante, perderéis al lector en las primeras líneas de vuestra obra.  El lector quiere tocar y casi escuchar al protagonista, las nuevas plataformas de edición y publicación así lo permiten.

Os invito a que os leáis las mejores obras de la plataforma de auto publicación gratuita Wattpad , El chico de la ventana del baño de @ladyraynolds  es una de mis favoritas. No busquéis formas rígidas narrativas del siglo XX ni demasiada corrección estilística. Pero engancha porque es una secuencia de diálogos que te hacen participar y entrar en el espacio donde están los protagonistas. Estructuras cortas y eficaces, temática divertida y sensual.






Dos de nuestras obras más transgresoras en el estilo
son Malva de Jennifer Palau y Jimena y el sexo prohibido de Cristina Escobar.
Las dos usan muchos diálogos, primera persona y describen los espacios como guiones cinematográficos, crean imágenes con la palabra escrita.





¡Mirad a vuestro alrededor y contarlo, y si podéis, probarlo!
 Los temas que interesan suelen ser los mismos pero con matices diversos. ¡Mirad a vuestro alrededor y decir qué veis!: observáis póster de bailes de salón, de sesiones de Zumba, clases de mecanografía… ¡No! Han pasado de moda, y sin embargo ahora hay clases de trabajo pélvico para las mujeres, sesiones de gimnasio que se llama GRIT. Padres y madres primerizos que parecen abuelos mayores de cuarenta y cinco años…Todo en la vida se transforma y la comunicación es el reflejo de la evolución social e individual y debemos integrar nuestro día a día en las obras que queremos escribir.
Vivimos en una sociedad de comunicación visual, la imagen domina a la palabra: emoticonos sustituyendo frases enteras, videos por revistas, canales en YouTube que se ven más que canales de televisión. La inmediatez, la espontaneidad, trabajada y cuidadosamente descuidada, la facilidad de oír y ver sin hacer el esfuerzo de leer nos hace inquietos y muy infieles en la lectura. Eso pone el listón muy alto para captar al lector.

Escritor, tienes que emocionar, provocar y seducir desde la primera línea sino tu obra se hundirá en el océano inmenso de obras publicadas no leídas. 

martes, 10 de mayo de 2016

Dislexia de contenido

Guerra de sexos también entre escritor-lector

Puede parecer raro pero creo, es una opinión personal lejos de ser científica, que los temas escritos por hombres son más leídos y entendidos por mujeres, y viceversa.


Hombre y mujer, ying y yang del Universo
Cuando hablamos de crear personajes y darles un alma, una vida en papel que sea creíble para el lector,  que le haga ver por los ojos del protagonista, sentir las caricias que recibe… Puede parecer tarea sencilla, y existen muchos casos de éxito, pero no lo es. 
Si reflexionamos sobre situaciones de relaciones entre géneros siempre hay uno que se entrega y el otro que observa y dirige. Es el narrador de la situación, es el que puede decidir sentir en primera persona o bien mantenerse dentro de la escena percibiendo las emociones pero sin abandonarse a ellas.

Los buenos escritores son narradores de la vida, siempre alertas, siempre a la caza de las experiencias, buscándolas e incluso provocándolas pero tal vez no puedan sentir lo mismo que los personajes que inventan porque ellos se entregan y se abandonan completamente sin pensar en cómo contar lo que sienten.
Desde el respeto y la precaución que representa generalizar, después de revisar una lista bastante grande de autores llego a la siguiente conclusión, nada científica: casi todos los escritores desarrollan personajes que coinciden con su género. Y que solo los escritores de una gran calidad son capaces de desarrollar protagonistas, de esos que dejan huella,  del género opuesto al suyo.

Quiero mencionar dos de nuestros autores, Felip Ródenas, En el mirador de los sueños, desarrolla un personaje femenino extraordinario, Carmen, mujer andaluza, ejemplo de madre coraje, amante, sensual y que hace realmente imposible evitar que el lector se enamore de ella y quiera saber más sobre la vida del personaje. 






 Miguel Ángel Azpitia, Las Sebastianas, desarrolla dos personajes femeninos que descubrirán el sexo a una edad en la que la gente se olvida hasta de vivir. Miguel Ángel describe magistralmente una relación lésbica dulce, entrañable y con toques de humor, factor todavía más complicado de usar en literatura.

Existen muchos ejemplos en la literatura comercial contemporánea como la escritora Mary Shelly creadora del personaje masculino, Frankstein, o bien la inmortal Agatha Christie y su personaje Hércules Poirot o la archi premiada escritora americana, Donna Leon creadora del detective Guido Brunetti, que nos ha hecho enamorarnos a todos de Venecia donde hasta la muerte es más dulce y bella.

Hombre y mujer, ying y yang del Universo, unidos en alma y separados por criterios sociales. Solo puede entender  plenamente a una mujer  un hombre, y viceversa. 


La profesión de escritor no tiene una aplicación, todavía, en la que se puedan descargar los elementos necesarios para construir un personaje protagonista de éxito. Tal vez algún gran almacén como Ikea se le ocurra una sección nueva donde “construir personajes”, ya me imagino un pasillo para besos, caricias y abrazos de película para cautivar a lectores insomnes.

Nota: cuando hablo de pareja, hombre mujer, me refiero al concepto más amplio de unidad de dos, indistintamente de la condición sexual de cada componente de la unidad. O sea, es aplicable a parejas heterosexuales y homosexuales.

jueves, 5 de mayo de 2016

Escribir no es mentir

“Para ser escritor de novela hay que saber mentir, y mucho”…

Ficción emotiva o ciencia
Esta es una cita de una conversación con un conocido el Día de Sant Jordi, cuando le dije que era editora y hablábamos sobre uno de los libros de la editorial. Sobra decir que no compró el libro, se limitó a ojearlo con arrogancia y menosprecio para acabar con esa frase que por desgracia me resulta bastante familiar.

, me resulta familiar porque en mi cabeza tengo ecos lejanos de la voz de mi padre en la que me decía: “qué manera de malgastar tu tiempo leyendo cosas inútiles”. Porque él solo leía libros tecnológicos y científicos aunque con el tiempo ha aprendido a leer los libros que edito,  sabe que nunca le preguntaré si le gustan o no.

Ahora, con la perspectiva que me dan los años, como hija de una familia tecnológica y como madre de niños, o pequeños hombrecitos ya, que también son científicos, rompo una lanza en favor de la ficción de los textos escritos porque nada tienen de mentiras, puede que sí de fantasías y de anhelos, pero no me creo que exista algún ser humano que no desee algo o que no sueñe con ilusiones inconfesables. La diferencia entre un escritor de novela y un científico es que el escritor se enfrenta a sus sueños e incluso a sus miedos a través de historias de ficción mientras que el científico las esconde en los lugares más secretos de su hemisferio izquierdo.

Si bien, existen grandes novelistas que han sido científicos por ejemplo Sir Arthur Conan Doyle, médico inglés autor de las aventuras de Sherlock Holmes, por supuesto Isaac Asimov, bioquímico y gran escritor moderno de  literatura de ciencia ficción, Lewis Carroll, matemático por Oxford y creador del emotivo Alicia en el País de las Maravillas...

Lo fácil para muchos es etiquetar, excluir y separar. Pero no existe  casi nada científico sin su parte emocional u orgánica.

Con la ficción se pueden aprender muchas cosas: esta semana hablando con un escritor le llamé la atención sobre un escrito en el que hablaba de caricias y abrazos sonoros. Le dije que “sonoro son los besos y no los abrazos, las caricias no hacen ruido”, afirmé. Sin embargo él me explicó que el que abraza a veces hace ruido para abrazar más fuerte. Y que las caricias pueden provocar ruidos y gemidos…Hasta ahora había leído sobre caricias que cortaban, o excitaban..., abrazos que asfixiaban, o alegraban, pero nunca que produjeran ruido. Con lo que tendré que ser más empírica y probar otro tipo de abrazos y de caricias, eso no se puede aprender en libros de ciencia.  

jueves, 28 de abril de 2016

Resaca post Sant Jordi

¡Prueba superada! Adiós Sant Jordi 2016. Ahora la última palabra está en manos del lector, nunca mejor dicho, los libros ya están en la calle, firmados o no, con dedicatorias o sin ellas. Los personajes duermen nerviosos esperando ser leídos, comprendidos o no, eso no lo sabremos hasta dentro de unas semanas cuándo las estadísticas de ventas  y los nuevos pedidos lleguen.

Tanto marketing y comunicación avanzada para acabar dependiendo de algo tan básico y eficaz como el llamado “boca-oído”. Es decir que al lector le haya gustado la obra y ahora la recomiende: comparta su opinión con el librero, con sus amigos, y si decidiera compartirla en alguna red social, el éxito sería absoluto.

¡Pobre escritor! Espera fama y éxito en un único día en el que parece que todo girará a su alrededor pero existen tantas flores en este jardín literario que hay que ser paciente y darle la libertad y la confianza que nos pide la obra. Debe enfrentarse al público lector sola -bueno, con alguna ayuda desde promoción y marketing- y debe exponerse al rechazo o al verse relegada a la última posición de una lista de lectura de algún lector con más tareas en su día a día que simplemente leer.
Todas las expectativas están inciertas y en el aire. ¡Qué sufrimiento más dulce! En el arte de escribir todo es lento: la creación, la producción, la distribución y la respuesta del público. Sin embargo otras artes son más generosas con sus creadores, por ejemplo, en el cine o el teatro si algo no gusta, después de ver la obra, el comentario se extiende y esa obra “muere” a nivel de crítica. Pero con un libro el último esfuerzo lo hace el lector al leerlo y requiere su tiempo.


La relación libro-lector es como enamorarse, alguien te seduce con sus textos introductorios y te va invitando a ir más lejos, a leerse por dentro, página a página, hasta que la historia se acaba, dependerá del argumento que te sientas feliz, completo o tal vez engañado  por haber dado tanto de ti mientras leías, el libro nos utiliza para ser una simple estadística de venta. Toca salir a por nuevas historias, queda mucho por leer. 

jueves, 31 de marzo de 2016

Editar, leer y escribir divirtiéndose

Mañana, día 1 de abril es el Día Internacional de la Diversión en el trabajo, también el día 8 de abril se cumple 3 años de nuestra revista INÈDIT  y la editorial está en un momento de cambio y de internacionalización que no sé adónde nos llevará. El trabajo y la emoción  desbordan el día a día. El hacer de una pasión una forma de ganarse la vida no es ni tan sencillo ni tan bucólico como algunas revistas de negocios nos quieren vender. Pero sí  resulta divertido, apasionante y desde luego nunca aburrido.
Empecé esta aventura editorial con la distancia que da la experiencia de haber trabajado en empresas de tecnología, creía que  internet y la digitalización me librarían del contacto personal y la implicación emocional en cada nuevo proyecto. Crecí en una familia de empresarios y ya sabía lo que significaba trabajar para uno mismo, pero creí que sería más organizada, fría y calculadora para librarme de las ataduras emocionales en un trabajo en el que nadie llegaría a conocerme personalmente gracias a las páginas web y las respuestas automáticas de los emails. ¡Qué equivocada estaba!

Cada cliente, ya sean escritores o empresas en el área de prensa, se ha integrado en esta peculiar familia que es MARLEX EDITORIAL en la que hemos llegado a conocernos de forma a veces tan personal que asusta.

Supongo que es un privilegio que tus clientes no solo te exijan sino se preocupen por ti, y es lo que pasa en la edición. ¡Cómo no trabajar así! ¡Cómo no esforzarse por las obras de escritores que te envían mensajes como “ descansa y respira, mañana ya seguirás”, o “ ¿cómo está tu perro, ya lo paseaste?”, escritores que comparten su día a día: si se han enamorado, envían poemas, si están deprimidos, me envían una foto de algún yogurt o helado…¿Cómo no arriesgar y salir a comerme el mundo por clientes así? Además, eso es diversión, de la buena, de la de calidad, porque todos sabemos que estamos al otro lado de un email o un post en Facebook, todos cuidamos de todos.
Ahora ha llegado el momento de internacionalizar la diversión y crecer, sin perder el espíritu de empresa familiar, toca crecer o morir, toca metabolizar el miedo y las inseguridades que siempre llevo puestas y decirle al mundo que se divierta con nosotros, con nuestras historias y que serán bienvenidos a esta pequeña gran familia editorial. ¡Pase lo que pase nunca dejaremos de divertirnos!

miércoles, 23 de marzo de 2016

4 letras, 1 palabra: AMOR

En estas semanas hemos hablado sobre muchos temas: la muerte, el sexo, los personajes inventados, pero  nada sobre el amor. ¿Por qué será? Tal vez porque es más complicado que la misma muerte.

Amor, bestseller literario
Mi intención en este espacio no es aleccionar sobre nada, porque ni tengo el talento ni la intención para ello, bien al contrario lo que quiero es provocaros y tentaros a ir más allá a reflexionar sobre vuestros miedos y deseos, siempre desde un punto de vista literario. Porque si no arriesgamos en nuestras vidas será difícil que consigamos buenos resultados sobre el papel.

Aprovechando estos días de descanso, en lugar de aconsejaros que leáis- supongo que siempre lo hacéis- quiero invitaros a que rebusquéis en vuestra memoria y vayáis a vuestros primeros amores, aquellos que os quitaban el sueño durante años escolares o bien que os provocaban sesiones de ensoñación donde vivíais bailes lentos con aquella persona con la que tal vez nunca habéis llegado a cruzar ni una sola palabra. ¿Creéis que aquello era amor?, tal vez amor verdadero. Amor en mayúsculas, perfecto y eterno porque nunca llegó a consumarse y por ello nunca se deterioró. 

Si encontráis esa esencia, tenéis que usarla en vuestras obras y desarrollarla entre los personajes. Hacer del amor todo lo que no es: eterno, perfecto y capaz de superar cualquier barrera.

A caso alguien sabe qué es el amor. Para mí es algo cósmico y efímero. Algo que normalmente ocurre tan rápido que lo ignoramos, o cuando lo percibimos nos asusta tanto que salimos corriendo en la dirección opuesta a la persona que nos ha provocado ese sentimiento. El amor verdadero te magnetiza y te controla, te conviertes en un pequeño objeto teledirigido a distancia según una voluntad ajena. Algunos llaman a eso sentirse completo. Se relajan dejando que transcurra toda una vida bajo esa sensación maravillosa de ser dirigido y dirigir a la vez.  Otros lo confunden con el sexo y con otras sensaciones como la seguridad o la rutina. Pero el amor está por encima de todo eso. Personalmente creo que el amor es algo tan grande y perfecto que por eso es breve porque nada tan intenso puede durar para siempre.
Existen sucedáneos llamados cariño o atracción pero solo son imitaciones para conseguir sobre llevar el día a día.
El género más vendido y leído en la literatura es el romántico, desde Romeo y Julieta a 50 sombras de Grey, que personalmente no tiene nada de romántica, han pasado algunos siglos y muchas personas sobre la tierra, pero el ser humano  lee sobre aquello que desea aprender, aquello que nos inquieta y nos da placer, ¡no es eso la definición del amor!

¿Qué es el amor para vosotros? ¿Cómo tratáis el amor en vuestras obras?

jueves, 17 de marzo de 2016

¡Matemos al WhatsApp!

Vivimos en la sociedad de la información y las tecnologías, cientos de herramientas para organizarnos y estructurarnos, todo para gestionar la producción pero me pregunto si ayudan a la productividad o bien nos someten a obligaciones para gestionar las propias herramientas y como consecuencia nos olvidamos de la verdadera razón de tenerlas. Estudios recientes sobre hábitos en el trabajo revelan que  las principales causas de distracción son el uso del teléfono móvil (mensajes de texto, WhatsApp…), seguimiento de redes sociales y gestión de emails.

Hace unas semanas un escritor me sugirió que me iba a presentar un original escrito a mano, al principio pensé que sería una locura hoy en día volver a escribir en papel, cómo haríamos todas las correcciones, revisiones…Pero, ¿realmente es una idea extravagante o sencillamente una forma brillante para conseguir máxima eficacia ante el objetivo de escribir una novela? Personalmente como editora, hace tiempo que desconecto las redes sociales e incluso salgo del correo electrónico para no ver esa ventana emergente que me recuerda, casi cada minuto, que tengo un nuevo email. Es imposible desarrollar trabajo creativo y conseguir producción de calidad, que es nuestro objetivo diario, con todas las herramientas tecnológicas actuales abiertas.

Después de meses de formación intensiva sobre estrategias de palabras, herramientas de rastreo de búsquedas y demás técnicas de marketing digital cada vez que escribía revisaba compulsivamente que todos los parámetros fueran digitalmente correctos pero la frescura de los escritos fue perdiendo calidad, alejándose de los lectores. A medida que invertí el proceso, primero escribir lo que me dicta mi corazón editorial y después organizarlo para un mejor posicionamiento, los resultados de lecturas y seguidores se disparó. Porque necesitamos producir y tener producto pero que ese producto sea especial, único y solo así será aceptado, consumido y recomendado por nuestro posible cliente-lector.

Tenemos que inventar, innovar y solo lo haremos al respirar y dejar que la realidad nos entre por cada poro de piel para poder generar nuevas ideas, entender ideas olvidadas y permitir así que la cabeza ordene lo que te dicta el corazón. Esta sería mi conclusión.

 Y mi deseo sería que alguien hiciera desaparecer el WhatsApp porque de entre todas las redes sociales es lo más invasivo que se ha inventado. Una ventana directa a nuestro cerebro -o al corazón- que crea adicción y obliga a dedicación tanto para escribir cómo para entender lo que te dicen.