Esta semana
viajando en tren escuché una persona que decía “ no hay nada tan estresante
como una mudanza”. Al momento me pregunté por qué razón nos causa tanto miedo
trasladarnos de una vivienda a otra, si es algo natural. Hay personas que se
cambian de casa más de 20 veces en su vida mientras la mayoría no lo hace más
que en un par o tres de ocasiones.
La RAE otorga al verbo “mudar”
opciones más entrañables que a “mudanza”, mi favorita es la referida
a las aves, “ desprenderse de las plumas”. ¡Me encantaría poder hacer eso!
Dejar todo atrás como si de plumas se tratara, esperar para ver como el aire las arrastra a otro lugar
y las aleja de mí, y seguir sin plumas y a lo loco.
¡Quien fuera ave
voladora! Yo soy aire, eso dicen los astros, con lo que me resulta complicado
hacer mudanzas ya que estoy en movimiento siempre. Esa es mi naturaleza,
algunas personas me consideran un mar pero soy simplemente aire, a veces un
simple soplo, algunas mañanas una brisa y en contadas ocasiones un pequeño
huracán que despeina y alborota todo a su alrededor. Lo mejor de ser aire es
que cuando estás en la montaña añoras el mar, cuando acaricias las olas
desearías surfear las cumbres más inhóspitas. Se dice que el aire se puede
embotellar pero os digo que es imposible, al intentarlo se convierte en vacío y
muere. No hay aire en una botella. Hay
que dejarlo salir, abrir puertas y ventanas y dejar que entre y salga por donde
más le apetezca. Los antiguos griegos decían que los aires del sur son los
peores porque desertizan y luego arrastran lluvias devastadores. Yo soy un
simple aire del norte, de los de febrero, traemos lluvias frías que preparan la tierra
para la primavera.
Creo que si tuviera
que hacer una mudanza tiraría todo, o
casi todo, me iría lo más vacía posible al nuevo destino, aunque no fuera muy
lejano. No me gustan las cajas que se llevan de un lado para otro y nunca se
abren, ¿qué sentido tiene empaquetar nuestras vidas? Parece que está de moda esta
práctica porque hay muchas empresas que ofrecen espacio para guardar cosas. ¿Qué cosas? Las que
no usamos y pensamos usar…Tal vez tengo
demasiadas cosas que resultaría imposible empaquetarlas todas. Cosas que
descansan entre diarios, hojas de papel y tinta. Cosas que no se pueden
embolsar ni transportar pero cuando
correteo por alguna roca escarpada, ya sea en el mar o en la montaña, puedo
acceder a ellas. Ventajas de ser un aire nómada y volador. Si yo me mudara no
me llevaría ni mis sueños, ya los soñaré si llega el caso, en el nuevo
destino, aunque las primeras noches la
cama resulte extraña seguro pronto nos entenderemos bien y los sueños se construirán lentamente.
No soy una buena
consejera pero si alguien se muda le recomendaría que todo aquello que no le apetezca empaquetar lo deje allí mismo o lo tire sin más. Si es importante aquello
que dejáis ir volverá a vosotros.
yo me mudaría cada día...
ResponderEliminarCuanta verdad... con el tiempo vamos acumulando cosas sin darnos cuenta. Es en las mudanzas cuando nos echamos las manos a la cabeza y queremos quemarlo todo.
ResponderEliminarQuemar las cosas es una forma de mudarlas...Interesante comentario. Un beso!😘
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