La unidad “UNO”
Estoy un poco
cansada de escuchar que en la vida siempre se necesita un “uno”: Un destino de vacaciones, un hijo, un marido, una casa, una carrera, un
perro, plantar un árbol, rezar a un dios…
Y, ¿si fuera una
trampa verbal? Yo no encuentro más unidad en mi vida que yo misma, todo lo que
me rodea es múltiple, cambiante y en ocasiones puede ser hasta exponencial. Por
ejemplo no existe un único camino en casi nada, bien al contrario el abanico de
posibilidades es siempre amplio y variado, nosotros nos esforzamos en reducirlo
a “uno”. Consiguiendo así un único y triste futuro mono colorido
y solitario. La obsesión por el ““uno” “del ser humano le ha llevado a crear una
sociedad individualizada, llena de ““unos” que compiten entre sí de forma solitaria.
La filosofía del “uno” es poderosa porque evita la tentación de lo desconocido. En cuanto
alcanzamos el “uno” ya dejamos de contar. El resto del
universo matemático se desvanece. Si todo lo reducimos a “uno”, dejamos de pensar en la opción dos.
Yo propongo dar
dos pasos al frente y saltarse el “uno”, avanzar por caminos con curvas y atajos,
disfrutar el doble o el triple del placer de un amigo cuando además es tu amante
y se convierte en dos en “uno” sin perder su unidad. En elegir dos platos
de lo que más te guste, en irte de vacaciones a más de un destino y en vivir en
multitud de casas. Arriésgate y ten dos
números de la suerte, dos planes B en lugar de un único plan A, tal vez así no
solo vivirás una vida sino muchas vidas extraordinarias dentro de tu única
unidad que eres tú.
¿Quién elegiría el
“uno” pudiendo elegir el dos, el tres o el mismísimo
infinito? Porque para “uno”, ya estoy yo.
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