Escribo este post en un tren que se dirige a Barcelona desde Madrid, sí, he sido una loca
aventurera y he ido a Madrid para una reunión de trabajo en medio de la crisis
global sanitaria más grande que recordamos en nuestra generación.
Ha sido
curioso ver el tren de alta velocidad, habitualmente abarrotado, prácticamente
vacío de pasajeros. La estación de Atocha, tanto la de cercanías como la del
metro, estaban sin gente, éramos menos de 20 personas que nos movíamos con
normalidad por andenes y escaleras mecánicas que se alegraban al activarse
durante escasos segundos. Café, centros comerciales, pequeños comercios…Todos
cerrados. Los taxistas hacían cola esperando algún cliente y parecían una
procesión blanca que se extendía a lo largo del Paseo de la Castellana.
Encontré una cafetería ecológica abierta y con bastante gente, no pude evitar
entrar y desayunar. El ambiente era normal y relajado, nadie llevaba mascarilla
ni vestía guantes, la gente pagaba con dinero efectivo y se trataban temas de
trabajo habituales. Mi entrevista fluyó con normalidad sin ninguna medida de
higiene especial, nos dimos las manos de forma correcta y caminamos juntos por
pasillos estrechos sin ningún protocolo sanitario. Al mediodía, Madrid ya
estaba más activo, había gente por la calle y más restaurantes y cafeterías
abiertos. La estación de Atocha, a pesar de ser el 11 M, no recordaba nada del
pasado porque las voces que flotaban en el ambiente llevaban historias del
nuevo enemigo del mundo, el Covid-19.
Este virus tiene una fuerza oculta casi milagrosa porque en pocas horas hemos podido resolver problemas sociales históricamente no resueltos
Percibí a las
personas más alegres que en días habituales, hablaban los unos con los
otros de forma espontánea. Y sentí que tener un enemigo intangible común hace que todos seamos
iguales ante la enfermedad. Mi generación se
inició en el sexo con el miedo al SIDA, cuando mataba, luego dejamos de comer
carne roja porque llegó el virus de las vacas locas, de la que soy
presuntamente portadora y por ello no puedo donar sangre. Más tarde vimos brotar el Ébola que "solo" mató, y todavía mata, a africanos no productores de nada
relevante para la sociedad occidental y por ello los medios de comunicación no
dan cifras de la devastación que ha causado ese “virus” nacido de la nada, como
lo hizo el SIDA, como ahora el Covid-19.
No entraré en teorías de la conspiración aunque creo en ellas.
Estamos ante una oportunidad única, vamos a tener tiempo para pensar
Este virus tiene
una fuerza oculta casi milagrosa porque en pocas horas hemos podido resolver
problemas sociales históricamente no resueltos: conciliación laboral, reducción
de jornada de trabajo, y desarrollar sentido de higiene personal básico –
desconocido en nuestro país hasta la fecha-. Eficacia sanitaria en atención
rápida para criba de pacientes. ¡Ha aparecido dinero para ayudar a las familias
con hijos de forma real!- familias de trabajadores asalariados, a los autónomos
no se les menciona, como es habitual- Se
han reducido los impuestos. Es la primera vez en doscientos años que el ser
humano decide que hay cosas más importantes que el fútbol. ¡No es fascinante! Estamos reduciendo las emisiones de CO2 ¡Todo ello en apenas unos días! Y qué pasará cuando ya todos estemos infectados
del coronavirus. Se volverá a dejar los niños en los colegios durante ocho
horas al día, volveremos a las jornadas
laborales inacabables, a tener que ir al médico para una primera visita genérica…
Personalmente
creo que es una lástima que el ser humano decida cambiar hábitos por el miedo a
la muerte y no por el respecto a la vida digna y de calidad que todos nos
merecemos. Creo que como sociedad debemos reflexionar profundamente y
distinguir entre lo importante y lo fundamental como seres humanos. Yo hace
años que lo tengo claro: Mi vida no está en venta. Estamos ante una oportunidad
única, vamos a tener tiempo para pensar. La duda que tengo es si seremos
capaces de usar bien el tiempo de calma forzada, en nuestros domicilios, durante las próximas semanas.
Hoy he ido al supermercado y he sido derribado, literalmente, por carritos de la compra. No creo que la gente aprecie esta oportunidad.Deseo tu texto inspire y tranquilice a alguien.
ResponderEliminarQue texto más inspirador y realista. En mis años nunca he visto tal actitud en el ser humano. Es como dicen los mayores, "No hay mal que para bien no venga..." Allí te lo dejo con el deseo que el ser humano se concientice de la situación.
ResponderEliminarMuy buena reflexión Y dejar el miedo a un lado
ResponderEliminarBuen texto ojalá que la gente entienda x lo que estamos pasando y tomen medidas cada familia
ResponderEliminarMuy buen texto, pero lamentablemente los grandes gobernantes no les importa nada ni nadie.
ResponderEliminarEspectacular muy buena mirada
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