La expresión
miedo escénico usada por los psicólogos
conductistas sobre el ataque de pánico que sufre alguien cuando tiene que
exhibirse ante una audiencia o público, normalmente la usamos cuando nos
referimos a cantantes, músicos, actores o políticos.
Hoy quiero incluir en ese
rango a los escritores, y no me refiero al miedo escénico cuando tienen que
hacer una presentación de su libro en un espacio físico concreto, sino al miedo
escénico que les supone el sentirse indefensos delante de un lector.
Miedo del escritor |
Existen varios tipos de escritores: los
egocéntricos que piensan
que hacen un favor a la humanidad por dedicarse a escribir y que sus obras son
un regalo para todo aquel que las lea, aunque sean de dudosa calidad.
Y los escritores introvertidos y emocionales que se sienten desnudos delante de un
posible lector y les incomoda el hecho de ser identificados o vinculados a algunos
actos que realizan sus personajes.
Creo que solo los
escritores profesionales, con mucha técnica, son capaces de crear vida sin dejar
una parte de ellos mismos en aquello que escriben. Aunque lo normal es dejar pequeños trozos de uno mismo en cada personaje o detalle que escribimos.
Como lectora
opino que cuando lees no piensas, a priori, en el escritor. Lees y sientes la
obra en función de muchas variables. Como editora prefiero no saber mucho sobre
el escritor, no quiero que nada me distraiga
del propio contenido o la esencia de la narración. Si la obra me ha gustado o
hay alguna parte de la obra que me confunde es entonces cuando solicito datos
del escritor o una pequeña biografía.
Otra vez hablando
de miedos, pero en esta ocasión no
hablamos de miedo al fracaso sino a ser identificado. El escritor sensible y
emotivo teme que el lector descubra sus fantasías, sus diablos, sus anhelos.
El lector es un viajero, un extraño que navegará
unas horas o minutos por nuestro mundo interno convertido en palabras. Tal
vez decida que somos un puerto al que volver o solo una ola más que surcar por unos
instantes. Y como en todo viaje, en esta travesía que implica la lectura de un
libro, el lector no busca al escritor sino que se busca a sí mismo.
¿Has experimentado ese miedo alguna vez?
Muchos sufrimos el eterno síndrome del impostor, que no somos más que un personaje que hemos creado y que tal vez no estemos a la altura. Quizás el miedo a exponerse tenga que ver con esto, pero sólo se supera exponiéndose.
ResponderEliminarMiedos, obsesiones, fantasías, ¿quién sabe donde está el límite o la frontera entre uno y otro? Pero estoy de acuerdo contigo, lo mejor es nadar, tirarse a la piscina y mojarse la ropa...Ya tenemos bastante en el mundo real con lo que dejamos por decir.
ResponderEliminarLa gallina.....o pensandolo mejor....el huevo.....no espera.....el huevo.....si,si, porque sin gallina no hay huevo.....espera....pero sin....si huevo no hay ....oye, yo que sé, feliz naviada ...que esloque toca ahora....el año que viene ya veremos, un beso Miguel
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