Existe una magia, una energía que debe nacer del escritor pero que él no controla.
“Los personajes
son seres, ya sean humanos, animales o imaginarios, que forman parte de una
obra artística”. Esta es la definición académica de la palabra personaje pero en
realidad solo un escritor que haya creado cualquier texto literario sabe que
hay mucho más detrás de los personajes.
Existe una magia, una energía que debe nacer
del escritor pero que él no controla. Un algo irreal que les concede libre
albedrío y vida entre letras. No siempre ocurre el milagro, pero cuando pasa,
el escritor se convierte en el esclavo del personaje. No puede dejar de pensar
en él, siente como si alguien le susurrase al oído las andanzas de ese
personaje sin rumbo definido, se salta los esquemas y los diálogos preparados
para él y crece como ser humano en cada estrofa.
Cada escritor decide cómo convivir
con estos personajes con alma: algunos los convierten en el protagonista, otros
los eliminan mediante una muerte trágica, o bien los sodomizan condenándolos a
ser un personaje secundario.
Un sicólogo
podría diagnosticar el proceso como un trastorno transitorio, yo creo que es
una metástasis creativa en la que creación y creador se funden en una relación dependiente y simbiótica en la que se rompen las barreras
de los espacios reales y ficticios.
Cuando un
personaje así llega a la vida de un escritor, lo cambia para siempre. El
creador se enamora, se asombra, se deja llevar por el deseo irrefrenable de
pasar más tiempo escribiendo y desarrollando el personaje en cuestión. Toda la
vida del escritor pasa a ser una mera excusa, un refugio para el personaje
creado que se esconde del argumento que
le espera entre líneas.
Pero la relación
se acaba cuando se termina la obra. El vacío que queda dentro del escritor es
infinito. Se extraña a sí mismo. Su vida ya no tiene sentido. Ha sido Dios
durante unas líneas, unas pocas palabras que crean un universo que acaba viviendo sin su creador, el escritor. Tal vez solo vivan en un
cajón o en los bits de un ordenador, pero siguen viviendo y esperando que
alguien los lea para recordarles que siguen ahí.
Y tú, ¿tienes algún personaje que te haya
afectado así?
Es cierto que esa obsesión se convierte en locura transitoria, sobretodo cuando el personaje comienza a crecer por su cuenta y se aparece a todas horas. Luego poco a poco se va difuminando con el tiempo. Yo siempre tengo presente al Avi de La fruta madura. Pero a Víctor hace tres años que lo abandoné y cada vez que escucho a The Doors me entran ganas de cortar leña.... Enhorabuena por el blog, es muy inspirador.
ResponderEliminarGracias, como lectora-fan tuya pienso que mejor dejar atrás a Víctor...No?
ResponderEliminar¡Es una broma!. Yo escribí una novela con una protagonista basada en la historia real de una amiga mía. Mi amiga se llama Carol y el personaje Sussane. Desde que escribí la novela siempre pienso en mi amiga como Sussane, me cuesta recordar que su nombre verdadero es Carol.