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martes, 23 de abril de 2024

Mi geranio y yo


Cada día más dragón y menos princesa

¡Feliz Sant Jordi! Hoy he descubierto que me cuesta decir Dia Internacional del Libro. Para mí, Sant Jordi es la celebración más bonita de este pequeño país que no siento mío. Soy una eterna refugiada de la Tierra y una «sinpapeles» para los humanos aborígenes. Mi nacimiento es un accidente en mi vida, como mi vida misma. Hoy no he hecho nada especial, al final he cancelado bajar a Barcelona por alergia a tanta humanidad, he concedido mi tiempo a una personita con la que no habrá demasiadas ocasiones de estar o, mejor dicho, de seguir estando. 

Imagen real del geranio que crece junto al romero.

El trabajo tampoco ayuda a desconectar y más cuando implica conexión y cobertura. Tener que cubrir cómo la gente se llena de letras y páginas con probabilidad casi certera de que no las leerán me resulta más difícil cada día, y lo he delegado.  Hace unos días un heroico profesor de catalán para adultos me confesó que lleva tres semanas para que sus alumnos, funcionarios en su mayoría, elijan un libro en catalán para leer y hacer una ficha resumen. ¡Se han estresado! - así se lo han confesado. Funcionarios de instituciones públicas catalanas estresados por leer en catalán. Un buen aforismo para este día. Una prueba de que la ficción se ha normalizado en nuestra realidad. A mí me ocurre justo lo opuesto, tengo varias listas de libros por leer y voy tachando a un ritmo más lento del que voy añadiendo. Una lista que ahora asumo que no completaré. Mi tiempo es finito y mi inquietud académica infinita.

Empiezo a sentirme dragón y no solo por el fuego que habita en mí, que no se apaga, sino por el peso de mis escamas que se van oxidando de tanto volar. Este año me he alejado de jóvenes caballeros no sea que me alcancen el corazón. Pensándolo mejor no me he alejado, sencillamente les sobrevuelo a mi antojo, mi naturaleza dragón me obliga a alimentarme de caballeros que creen que podrán convertirme en princesa. Y es que no se enteran que cuando naces así solo tienes lacayos. Arlequines que en cuanto dejan de hacerme reír los condeno a las mazmorras del olvido.  Mi colección de rosas propias con pichos sinuosos que más que herir entretienen. En mi mundo, las rosas las regalo yo. Y a mi me regala la Naturaleza, esa que está ahí fuera y dentro de nosotros. Esa que solemos ignorar. Naturaleza todopoderosa y omnipresente en mi vida a la que proceso una fe devota. Hoy esa Diosa auténtica e infinita me ha regalado una flor, salvaje y resistente. Un pequeño tallo verde que llegó arrastrado por el Garbí a mi terraza, una semilla despistada que arraigó en una pequeña maceta junto a un brote de romero. Hace varios años que dejé de quitar lo que se conoce como, hierbas malas, dicen que son aquellas que chupan el alimento de las otras plantas. Pero en mi caso, tal vez por mi gran miopía, no alcanzo a distinguir las plantas malas de las buenas, todas tienen utilidad. En mis tierras las plantas malas son tréboles, la mayoría con tres hojas, pero con intención de tener una cuarta. O plantas sin nombre que florecen en amarillo y alegran todas las macetas. No veo la inutilidad ni la maldad en ningún ser vivo, será un defecto de dragón.  Mi regalo de hoy, del día de los enamorados de Catalunya, es un geranio. Un hermoso y exuberante geranio que me ha brindado una flor lila. No imagino un regalo mejor. Cada día salgo a saludarlo en cuanto me levanto. Una semilla que ha decidido arraigar a mi lado, a gustito, tallo junto tallo, entre el romero y la pared de tocho rojo mediterráneo, amparado de la Tramontana del norte que cuando azota lo hace sin piedad. Mi geranio y yo, parece el título de un libro lo que resulta adecuado para otro 23 de abril sin rosas y sin espinas.    

miércoles, 9 de marzo de 2016

Mujer inventada

En homenaje al Día Internacional de la Mujer Trabajadora, 8 de marzo, quiero dedicar este artículo a la construcción de personajes femeninos, indistintamente si se trata de un escritor o escritora los obstáculos son los mismos. Porque la mujer lleva de serie la terrible desgracia de no ser capaz de entenderse a ella misma.
Mujer inventada


Se acostumbra a decir que la naturaleza es sabia y justa. La verdad es que como mujer discrepo completamente de esa afirmación. Porque si la naturaleza hubiera sido sabia no hubiera hecho a la mujer la pieza fundamental en la continuidad de la especie sin haberle dado alguna “ventaja comparativa” respecto a los ejemplares masculinos. 
Parece que nuestra existencia está siempre unida al trabajo, y lo digo por la dificultad en sí misma de ser una mujer y no morir en el intento.

Reproducirse tiene su encanto, pero el parto solo lo vive la mujer y los daños colaterales que nos representa también lo sufrimos el resto de nuestros días. El hombre nace, crece, se reproduce y sigue reproduciéndose o intentándolo el resto de su existencia. Solo lo fácil. Sin embargo la mujer, nace, crece más rápido, tiene menos infancia ingenua debido al desarrollo de esas seductoras protuberancias que nos adornan el torso superior. A la vez que sufre dolores de regla  antes de tenerla, durante y años enteros cuando se le retira el don de la maternidad. La mujer trabaja desde que nace para entenderse a ella misma y para soportar la ingenuidad masculina que deberá de sufrir estoicamente toda su vida con él.

Retomando el tema literario, quiero recordar que para desarrollar personajes femeninos no hace falta recurrir a la literatura porque en ella solo encontraréis personajes estereotipados y arquetípicos culturalmente correctos.  Os recomiendo que miréis a vuestro alrededor: a vuestra madre, a vuestra mujer, amigas o conocidas. Y si miráis con atención descubriréis auténticas heroínas del día a día. No hace falta disfrazarnos con trajes ajustados y vestir capas ridículas para salir volando cada día y cambiar el mundo.
Romped con los estereotipos: mujer débil, hombre fuerte. Hombre sexo, mujer sensualidad. Que no os cuenten historias de seducciones lentas y con preliminares del siglo XIX, la mujer decide cómo y cuándo quiere ser la protagonista de su historia. Solo depende de vosotros, escritor o escritora, que decidáis crearla como protagonista, os reto a inventar un personaje femenino y a las pocas páginas se habrá adueñado del argumento. ¿Qué apostamos?

¡Feliz día de la mujer trabajadora, aunque fue ayer, lo son los 365 días del año!