“Para ser escritor de novela hay que
saber mentir, y mucho”…
Ficción emotiva o ciencia |
Esta es una cita
de una conversación con un conocido el Día de Sant Jordi, cuando le dije que
era editora y hablábamos sobre uno de los libros de la editorial. Sobra decir
que no compró el libro, se limitó a ojearlo con arrogancia y menosprecio para
acabar con esa frase que por desgracia me resulta bastante familiar.
Sí, me resulta
familiar porque en mi cabeza tengo ecos lejanos de la voz de mi padre en la que
me decía: “qué manera de malgastar tu
tiempo leyendo cosas inútiles”. Porque él solo leía libros tecnológicos y
científicos aunque con el tiempo ha aprendido a leer los libros que edito, sabe que nunca le preguntaré si le gustan o
no.
Ahora, con la
perspectiva que me dan los años, como hija de una familia tecnológica y como
madre de niños, o pequeños hombrecitos ya, que también son científicos, rompo
una lanza en favor de la ficción de los textos escritos porque nada tienen de mentiras,
puede que sí de fantasías y de anhelos, pero no me creo que exista algún ser
humano que no desee algo o que no sueñe con ilusiones inconfesables. La
diferencia entre un escritor de novela y un científico es que el escritor se
enfrenta a sus sueños e incluso a sus miedos a través de historias de ficción
mientras que el científico las esconde en los lugares más secretos de su
hemisferio izquierdo.
Si bien, existen
grandes novelistas que han sido científicos por ejemplo Sir Arthur Conan Doyle,
médico inglés autor de las aventuras de Sherlock Holmes, por supuesto Isaac
Asimov, bioquímico y gran escritor moderno de
literatura de ciencia ficción, Lewis Carroll, matemático por Oxford y
creador del emotivo Alicia en el País de las Maravillas...
Lo fácil para muchos es etiquetar, excluir y
separar. Pero no existe casi nada
científico sin su parte emocional u orgánica.
Con la ficción se pueden aprender muchas
cosas: esta semana hablando con un escritor le llamé la atención sobre un escrito
en el que hablaba de caricias y abrazos sonoros. Le dije que “sonoro son los besos y no los abrazos, las
caricias no hacen ruido”, afirmé. Sin embargo él me explicó que el que
abraza a veces hace ruido para abrazar más fuerte. Y que las caricias pueden
provocar ruidos y gemidos…Hasta ahora había leído sobre caricias que cortaban, o excitaban...,
abrazos que asfixiaban, o alegraban, pero nunca que produjeran ruido. Con lo que tendré que
ser más empírica y probar otro tipo de abrazos y de caricias, eso no se puede
aprender en libros de ciencia.
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