Lo bueno y lo
malo, así como existe en la vida real, también vive en los libros. Tal vez sea
el encanto de no saber dónde empieza la maldad o la bondad. Ni qué implica
realmente el ser una mala persona.
Cuando pensamos
en personajes literarios malvados, lo primero que nos viene a la mente son
imágenes de Lord Voldemort, de Harry Potter, o Darth Vader, de las Guerra de
las Galaxias, o el casi todopoderoso Sauron del Señor de los anillos.
Quiero provocaros a desarrollar personajes
realmente malvados, como
Víctor en La Naturaleza del Fuego, de Daniel Escriche o el joven asesino de
Todo lo que sé… de Carles Edo. Personajes que se les puede tocar, acariciar,
pueden ser nuestros vecinos o nuestras parejas. Viven aquí, entre nosotros, o
quién sabe si con nosotros. Porque la maldad es muy astuta y se disfraza con
sutilidad entre las buenas maneras. Un personaje malvado siempre se asegura que
nadie de su entorno, sus amigos, sus compañeros de trabajo, sospechen de su
maldad. A veces ni él mismo es consciente de su locura. Pero en los pequeños
detalles del día a día aparecen sus demonios y le poseen, torturando al que
tiene más cerca.
La maldad está en
nosotros, en nuestra naturaleza, como está presente en todo el Universo. Los personajes villanos enganchan al
lector y lo seducen más que los buenos y como ejemplo el desgraciado Grenuille del Perfume ( Patrick Süskind) , o el ciego maltratador del
Lazarillo de Tormes, o el siniestro Javier Fumero de La Sombra del Viento, de Carlos Ruiz Zafón.
¿Qué sería de estas novelas sin el atractivo de la maldad de su personaje?
Nos divierte lo que nos hace reír, pero también, o incluso diría que todavía más aquello que nos asusta y nos hace sufrir.
Qué viaje más adictivo resulta empezar una historia
en la que vas descubriendo poco a poco la locura y el desequilibrio del
personaje como en la vida real cuando vives con alguien y un buen día no lo reconoces y solo te aterra
tenerlo delante. Así como en la vida nos
apetece desaparecer y aparecer en cualquier otro lugar, en los libros nos
adentramos más en la historia, casi deseamos ser ese villano y dejarnos llevar
por el sinsentido inherente a todo ser humano.
Porque nada más humano que la maldad, también cuando es literaria.
Si buscáis
ejemplos de perfiles psicológicos perturbados os recomiendo Megan, protagonista
de La Chica del Tren de Paula Hawkins, o
bien Thomas Spencer el sociópata protagonista de La Historia de un canalla de Julia Navarro.
Pues si, fumero es un tío "mu malo"... Personalmente, los personajes malos me cuestan, es algo que tengo que trabajar. Por cierto, tengo en cola de lectura "la naturaleza del fuego", espero que no me hayas fastidiado el final.....
ResponderEliminarDaniel Sempere, no tengas miedo, La naturaleza del Fuego de Daniel Escriche sorprende hasta el último y final de la obra. El secreto está en los pequeños detalles...
ResponderEliminarEspero que tengas razón!!!
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